lunes, 25 de marzo de 2013

Transformar lo invisible en visible


En el año 2009, el Consejo de Enseñanza Secundaria convocó a un Concurso para proveer el cargo de Coordinador del Programa Educación en Contextos de Encierro. Los requisitos fueron múltiples y muchas las personas que se postularon.

En marzo del 2010, asumió el mismo la Profesora Sandra Gardella, considerada por el Tribunal Actuante como quien mejores condiciones reunía para la función. 






Sin duda, es posible reconocer, objetiva y subjetivamente, que su accionar determina un antes y un después para E.C.E.

En principio, porque el proyecto personal con el que concursó -la extensión del Programa en todo el país- revelaba un conocimiento y una evaluación surgentes sólo de un agente activo del proceso desde sus inicios.
Efectivamente, Gardella integraba el cuerpo docente de E.C.E. desde el 2006, ejerciendo Química en diferentes Establecimientos Penitenciarios en forma continuada y con un alto grado de dedicación, realidades éstas y no meros elogios, pues no existe mejor medición que la espontánea opinión del alumnado.  

Ni qué decir que en su práctica común en Liceos públicos y privados se había distinguido ya como una profesora innovadora y muy preocupada no sólo por la superación cognitiva de sus alumnos sino, y muy especialmente, por la situación emocional de los mismos. A modo de ejemplo, podríamos citar su lindísima estrategia didáctica de acercar la ciencia a través de cuentos, cuentos que ella misma escribía. 


En segundo lugar, porque no fue una propuesta contingente al desafío que imponía el concurso, sino que, hasta el presente, es posible constatar el crecimiento exponencial que la Educación “liceal” en Contextos de Encierro ha experimentado y continúa manifestándose en forma sostenida, ya que no pasa un día en que no se reciba solicitud al respecto (hecho constatable para cualquiera que concurra a la Oficina de la Coordinadora en días y horarios no agendados previamente).
Por mencionar una prueba, podríamos citar el Encuentro de diciembre del 2011, donde varios Directores de Establecimientos de Detención ofrecieron testimonio público de dicha dinámica y agradecieron la colaboración que estos “servicios” implican.

En tercer lugar, porque honrando su propuesta, la Coordinadora recorre el país con una energía envidiable y propia sólo de quien está éticamente consustanciado con su objetivo: si hoy estuviera en Salto, mañana podríamos encontrarla en Maldonado, y así sucesivamente. Y no va de paseo, a mostrarse, a  “cumplir” formalmente y nada más con su rol; orienta, estimula, propone, borra el sufijo “im/in” y transforma casi todo en posible.

Pocos días atrás, un alumno que ella había conocido en Las Rosas años atrás, me dijo en el CNR Metropolitano: “¡Pa! profe, Sandra es una garantía; sabe que a mí me pasó que no se encontraba mi documentación estudiantil porque estaba recién trasladado, y ella, en tres días, la reubicó y la envió. Fíjese, ahora estoy terminando 6º; Sandra fue un hada madrina que me mandaron de no sé dónde”.

¡Qué mejor reconocimiento que el transmitido por esas palabras! ¡Qué mejor traducción del fenómeno que la Coordinadora Sandra Gardella está produciendo desde el 2010, ese fenómeno que Carlos Skliar menta como “transformar lo invisible en visible”. Lo necesitábamos, todos.

Por eso tanto silencio entre el 2008 y el 2010. (Nada más invisible pero fieramente palpable que el silencio.)

Por eso, aquel cuartetito con el que iniciábamos este blog:
pétalos de sal y sol
perfume leve que al viento sube
criatura de todos
que bajará en tu voz.