miércoles, 3 de julio de 2013

Los Establecimientos Penitenciarios en Finlandia

Finlandia: menos cárcel menos criminalidad Por: Mercedes Llamas - junio 9 de 2013 - 0:01 Llamas en sinembargo, LOS ESPECIALISTAS

Finlandia se ha caracterizado por ser uno de los únicos países que a partir de los años setentas ha disminuido su tasa de población penitenciaria, pues ha llevado a cabo políticas centradas en utilizar la prisión como ultima ratio; lo anterior no ha significado un aumento en los índices de criminalidad. Esto comprueba que la hipótesis de que la prisión no influye directamente en la tasa de reincidencia ni previene la criminalidad. 
Finlandia, así como los otros países escandinavos (Suecia y Noruega), son sociedades sumamente educadas, con gran igualdad entre sus ciudadanos, presentando como valor primordial el bien común. Los escandinavos, en su mayoría buscan el bien colectivo sobre el individual, lo que los hace muy diferentes a ciudadanos de otros países de Europa o de América en donde el individualismo es el eje de sus acciones. 
Su localización, sus características geográficas, así como sus condiciones socio culturales, propiciaron que en estos países no hubiera condiciones para que se formaran grandes feudos ni para el enriquecimiento exacerbado de unos y el empobrecimiento de otros. 
En general, la sociedad se ha caracterizado por una homogeneidad, de igual forma, la inmigración era hasta hace pocos años escasa casi nula, lo que disminuye las posibilidades de desigualdad. Cuentan con una cultura basada en la inclusión, la solidaridad y la unión.

La pena de prisión es considerada tanto por la autoridad así como por los ciudadanos como una mera pérdida de libertad, donde el objetivo principal de la misma es la reinserción de los individuos, por lo que en todo momento, y como dice el criminólogo John Pratt, “las condiciones dentro de la prisión se asemejan lo más posible a la vida en libertad”. Los países escandinavos cuentan con una multiplicidad de cárceles pequeñas (menos de 100 presos por establecimiento) lo que facilita que la mayoría de internos viva cerca de sus familiares y así se fomenta el contacto familiar. En general, las condiciones penitenciarias velan en todo momento por los derechos humanos de los presos y son coherentes con la dignidad humana.

Finlandia fue el primer país escandinavo en contar con prisiones abiertas en 1930. Dicho régimen se caracteriza por asemejar la vida en prisión con la vida en sociedad, los internos trabajan fuera de la prisión, algunos mantienen sus empleos que tenían previos a su condena y con sus salarios pagan impuestos, renta, comida, dan dinero a sus familias y víctimas y ahorran para cuando terminen su sentencia. En cuanto a su política penal, los países escandinavos, al ser sociedades igualitarias, no tienen la necesidad dramática de tener castigos públicos y ejemplares como medida para reafirmar el poder que ostenta la clase dominante.
El crimen es concebido como una especie de enfermedad que como tal requiere de un diagnóstico y un tratamiento específico. En concordancia, los delincuentes son tratados con dignidad humana y las penas buscan en todo momento la resocialización del mismo, por lo que el confinamiento extremo está en desuso. Lo anterior denota una política basada en la inclusión lejos del etiquetamiento, la segregación y el rechazo. Sin embargo, no se puede negar la influencia general tanto de la Unión Europea así como de potencias específicas como Estados Unidos e Inglaterra ejercida a diario sobre los países escandinavos. Según algunos investigadores de los tres países escandinavos, Suecia y Noruega son los que más han cambiado sus políticas sobre todo en lo que a las drogas se refiere, aumentando la severidad de sus penas así como la percepción del enemigo común. Finlandia por el contrario, gracias a su cohesión social así como a una menor tasa de inmigración ha logrado mantener políticas incluyentes.

@criminologiamex Leer más sobre este autor: Doctoranda en Gobierno y Administración Pública por el Instituto Universitario Ortega y Gasset de la Universidad Complutense de Madrid, Maestra en Criminología y Política Criminal por el INACIPE y Licenciada en Educación Especial en Infracción e Inadaptación Social por la Escuela Normal de Especialización. Publicaciones anteriores de Mercedes Llamas

Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/09-06-2013/14953. Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX




 John Pratt es profesor de criminología de la Universidad de Wellington en Nueva Zelanda. Ha sido Fellow del Straus Institute for the Advanced Study of Law and Justice de la Universidad de Nueva York (2010-2011) y Royal Society of New Zealand James Cook Research Fellow (2009-2012).
Pratt es uno de los sociólogos del castigo más destacado del mundo de habla inglesa. Ha publicado profusamente en las más importantes revistas académicas de lengua inglesa. Es editor del Australian and New Zealand Journal of Criminology.
Entre sus libros se destacan: Governing the dangerous (1997); Dangerous Offenders: Punishment and Social Order (compilado con M. Brown, 2000); Castigo y Civilización. Una lectura crítica sobre las prisiones y los regímenes carcelarios (2002 en inglés y 2006 en español); The New Punitivensess (compilado con M. Brown, S. Hallsworth, D. Brown y W. Morrison, 2005); Penal Populism (2007). En enero de 2013 aparecerá su nuevo libro: Contrasts in Punishment: An Explanation of Anglophone Excess and Nordic Exceptionalism, resultado de una investigación comparativa de las políticas penales entre Escandinavia y el mundo de lengua inglesa en las que ha venido trabajando en los últimos años.




O sea: el bien común




SEGURIDAD
En Finlandia, las prisiones no tienen barrotes ni guardiacárceles armados


Tiene más de 5 millones de habitantes y apenas 2.700 presos, lo que lo convierte en el país con menos reclusos de toda Europa. Hace 30 años, su sistema penal era durísimo. La llave del cambio fue la confiabilidad del Estado.

Por Warren Hoge

Según las estadísticas, Antti Syvajarvi es un perdedor. Está preso en Finlandia, el país con menor cantidad de reclusos de toda la Unión Europea. Sin embargo, se considera afortunado: “Si tengo que estar preso, prefiero estarlo en Finlandia, porque confío en su sistema penal”. Syvajarvi no es el único: en todas las encuestas realizadas para medir las instituciones nacionales más admiradas y mejor consideradas por los finlandeses, la policía “malcriadora de criminales” siempre es la primera de la lista. En relación a la cantidad de habitantes, la fuerza policial local es la más pequeña de toda Europa. Sin embargo, aún así, tiene una reputación intachable y, según las estadísticas, logra resolver el 90 por ciento de los delitos graves que se cometen en el territorio a su cargo.

“Sé que, a muchos, el sistema les parece raro. Pero, si visitan nuestro país y recorren nuestras prisiones, llegarán a la conclusión de que el esquema permisivo nos ha dado muy buenos resultados. No estoy condenando a otros países, que tienen historias y políticas distintas a las nuestras y prefieren tener sistemas más duros. Pero está claro que, aquí, este modelo funciona”, dice Markky Salminen, un ex detective del departamento de homicidios, ahora director del servicio penitenciario. Su acotación no es menor: en Finlandia, prácticamente no hay división de clases. Y ese dato, combinado con la benevolente idea que los escandinavos tienen de sus estados nacionales y su profunda confianza en las instituciones cívicas, los convierte en una especie de laboratorio para la justicia.

Esto implica que las disparidades económicas y sociales que suelen disparar las estadísticas criminales en todo el mundo, casi no existen en la sociedad finlandesa. Si uno echa un vistazo a sus instituciones penales, es difícil darse cuenta de que se trata de una cárcel en la que vive gente custodiada. “Esta, por ejemplo, es una prisión cerrada. Pero no hay ninguna puerta ni portón que impida la entrada o la salida de nadie”, explica Esko Aaltonen, uno de los guardias de la prisión de Hameenlinna. De hecho, los muros y los cercos del penal fueron eliminados y reemplazados por redes de cámaras y alarmas. Y, en lugar de barrotes de hierro y celdas oscuras, se ven pasillos alfombrados con habitaciones para los reclusos que se parecen mucho a los dormitorios de las universidades.

Los guardias no sólo no están armados sino que, además, usan ropa de civil o, en su defecto, uniformes sencillos, sin ningún tipo de placa. “Hay 10 armas en toda la prisión y todas están en mi caja de seguridad. Sólo las saco para trasladar a los presos”, dice Aaltonen. En estas prisiones “abiertas”, los reclusos y los guardias se llaman por sus nombres y a los reclusos no se los considera “presos” sino, en todo caso, “clientes” o “alumnos”. No casualmente tienen permisos de salida generosos, sobre todo, cuando están próximos a salir en libertad. Para los que ya cumplieron la mitad de la condena, el penal dispone de una serie de casas en las que la privacidad está asegurada, y en la que los detenidos pueden pasar hasta cuatro días por semana con sus parejas e hijos.

“Creemos que la pérdida de la libertad es, por definición, un castigo importante. Por lo tanto, intentamos de que, una vez que están adentro, lo pasen lo mejor posible”, dice Merja Toivonen, uno de los supervisores de Hameenlinna. Hace 30 años, Finlandia tenía un modelo carcelario muchísimo más rígido, heredado de Rusia, además de una de las poblaciones penales proporcionalmente más altas de toda Europa. Pero, con el argumento de que había que reflejar las teorías liberales de organización social de la región, la sociedad provocó un debate que reformuló las políticas al respecto. Así, en los últimos 20 años, mientras más de 40 mil finlandeses se salvaron de ir a la cárcel, el Estado se ahorró 20 millones de dólares en costos y la tasa de delincuencia se redujo a niveles bajísimos.

Hoy, la cosa marcha sobre ruedas. Y estar preso tampoco es un placer, ya que las autoridades carcelarias no interpretan los reglamentos: los cumplen. El penal puede castigar a los reclusos con hasta 20 días de aislamiento por violar cualquiera de las reglas, entre ellas, la prohibición de consumir drogas. Sin embargo, no es necesario apelar a la mano dura: el castigo promedio es entre 3 y 5 días. Como el resto de los países de la Unión Europea, Finlandia no tiene pena de muerte y el tema ni se discute. ¿Para qué? Según el Ministerio de Justicia local, en todo el país, que tiene más de 5 millones de habitantes, los prisioneros suman poco más de 2.700. Eso implica que hay 52 presos cada 100 mil habitantes mientras que, por ejemplo, en los Estados Unidos, hay 702 presos; en Rusia, 664; y en Portugal, el que peor se porta de toda la UE. 131.

The New York Times

Traducción de Claudia Martínez
En: Clarín.com

Description   English: The former prison building of Katajanokka, Finland
The building is being renovated into a hotel. 
The Finnish Museum Bureau has listed the building as part of Helsinki's official heritage.
Suomi: Helsingin Katajanokan vankila
Date   10 September 2006
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Educación en los Establecimientos Penitenciarios de Finlandia

X. EDUCACIÓN BÁSICA EN LOS ESTABLECIMIENTOS PENITENCIARIOS DE FINLANDIA
Kirsti Kuivajärvi

A. El sistema de educación básica en Finlandia

 En la evolución de la política educativa de Finlandia en el siglo XX se distinguen tres hitos fundamentales [164]. El primero fue la implantación de la enseñanza escolar obligatoria en el decenio de 1920, precedida por una expansión de la educación. El segundo fue la instauración gradual del ciclo básico de enseñanza en el decenio de 1970, con el que se alcanzaron objetivos más amplios que la escolaridad obligatoria. Y el tercero fue la adopción del principio de la educación permanente, que se adoptó como base de todo el sistema educacional y se afirmó en el decenio de 1990 al ampliarse la educación de adultos. En este período se registró la más rápida expansión de la educación en Finlandia hasta la fecha.
El sistema educativo finlandés consiste en escuelas del ciclo básico de enseñanza y escuelas secundarias de ciclo superior, institutos de formación profesional y universidades. En Finlandia no existen las escuelas de parvulario, aunque los niños de esa edad reciben alguna instrucción en las guarderías, que funcionan bajo la jurisdicción de los servicios de bienestar social. Los adultos pueden tomar clases en los institutos y centros de educación de adultos y en las universidades a distancia.
 Los estudios del ciclo básico de enseñanza, de nueve años de duración, son obligatorios para los alumnos de edades comprendidas entre los siete y los 16 años, incluidos los discapacitados, ya que existen servicios especiales para los alumnos que no pueden aprender con la instrucción ordinaria. También tienen derecho a esos servicios los niños que presentan problemas de adaptación derivados de desequilibrios emocionales u otros factores, y que por ello necesitan educación especial. Se calcula que sólo un 1% de ese grupo de edad no llega a obtener el certificado escolar al terminar los estudios. Las escuelas del ciclo básico son administradas por las autoridades locales.
 Con las clases especiales y de recuperación de estas escuelas se han atendido las necesidades de los alumnos que presentan problemas de alfabetización. Los maestros de educación especial imparten esa instrucción, en colaboración con los maestros encargados de las clases respectivas y los profesores de lengua finlandesa. Para la alfabetización de adultos se han organizado grupos de estudio en algunas escuelas universitarias municipales y cursos especiales en las escuelas secundarias [83].
 En Finlandia, el acceso a la educación ha aumentado de manera continua y el nivel de instrucción ha mejorado durante los últimos decenios. El número de diplomas y certificados expedidos demuestra que se ha alcanzado un nivel más alto de educación y conocimientos. En 20 años se ha duplicado el número de alumnos que han terminado los estudios de la escuela secundaria de ciclo superior, de formación profesional o universitarios. Más del 80% de los jóvenes finlandeses han cursado o están cursando estudios en las escuelas secundarias, un porcentaje más alto que el de otros países nórdicos y uno de los más altos del mundo. También se ofrecen cada vez más clases de educación y formación profesional para adultos. Además, han disminuido las diferencias regionales en el nivel de instrucción [164].
 Hay pocos estudios comparativos sobre el rendimiento escolar. El más notable es el estudio realizado en 1990?1991 por la Asociación Internacional de Evaluación del Rendimiento Escolar, que analiza la aptitud de lectura de los niños y jóvenes. En ese estudio mundial se demostró que los niños finlandeses de edades comprendidas entre los 9 y los 14 años leían mejor que los niños de la misma edad de otros países que participaron en el estudio. El estudio sobre conocimientos aritméticos realizado por la Asociación a principios del decenio de 1980 indicó que los niños finlandeses del séptimo año de enseñanza tenían conocimientos medios, en tanto que los alumnos de las escuelas secundarias de ciclo superior tenían conocimientos muy superiores al promedio general [164].

Problemas de la alfabetización de adultos
 A pesar de la ampliación de los planes de enseñanza para el público general y del alto nivel de instrucción conseguido en Finlandia, no se han podido eliminar totalmente las dificultades de la alfabetización de adultos, como se verá en la siguiente sección del informe sobre la población de reclusos. Hay una serie de problemas relativos a la adquisición de conocimientos básicos de lectura, escritura y aritmética. Últimamente, las autoridades han dedicado más atención a estos problemas.
 En 1991, el Ministerio de Educación creó un grupo de trabajo encargado de examinar el carácter y la magnitud de los problemas de alfabetización de adultos en el país, que también debía ocuparse de desarrollar métodos para facilitar la detección de esos problemas y de preparar una propuesta para establecer un programa de enseñanza para los adultos afectados. El grupo de trabajo preparó un memorando en el que indicó que sólo un reducido grupo de adultos padecía el problema diagnosticado como dislexia grave. Sin embargo, también pueden diagnosticarse deficiencias de aprendizaje cuando una persona con capacidades intelectuales y sensoriales normales tiene un nivel de conocimientos elementales que no corresponde a sus aptitudes reales. Esas deficiencias inciden negativamente en la capacidad de estudiar, trabajar y participar en actividades sociales y políticas. En general, provocan sentimientos de inferioridad y vergüenza que también repercuten en la vida privada. Entre las personas que tienen problemas de aprendizaje, algunas pierden la motivación y abandonan los estudios; otras tienen que luchar constantemente para obtener una plaza de estudios o un puesto de trabajo ([202], págs. 36-39).
 En su memorando, el grupo de trabajo se refería a datos de otros estudios sobre los problemas de alfabetización. Por ejemplo, en 1983 un grupo de trabajo de la Dirección Nacional de Formación Profesional estudió la incidencia de esos problemas entre los alumnos de primer año de las escuelas de formación profesional (N=1.546). Según el estudio, un 11% de los estudiantes necesitaba seguir cursos especiales de instrucción elemental. Otro estudio [148] en el que se examinaban los problemas de alfabetización de los estudiantes adultos mostró que algunos de ellos tenían sobre todo dificultades de comprensión de la lectura, por lo que no poseían las competencias necesarias para entrar al mercado de trabajo. Se observó que más del 20% de los estudiantes mostraban deficiencias en la aptitud de la lectura. En el estudio se señalaba que, en la actualidad, los estudiantes adultos carecían de las aptitudes necesaria para alcanzar una capacidad de lectura amplia y eficiente, aptitudes que los alumnos educados con métodos modernos pueden adquirir generalmente en la escuela. Esa situación impone demandas especiales en la educación de adultos.
 Las conclusiones mencionadas concuerdan con las de una tesis reciente [165]. Lehtonen encontró que la habilidad de lectura de los alumnos que habían terminado los estudios de la escuela polivalente variaba considerablemente. Según ese estudio, la deficiente capacidad de lectura perjudicaba los estudios de un 15% de los alumnos considerados. El éxito en los estudios podía atribuirse casi en un 50% al nivel de habilidad de lectura. Asimismo, se vio que las experiencias positivas en el primer aprendizaje de la lectura tenían una importancia fundamental para el desarrollo ulterior de la capacidad lectora de un alumno y para el éxito futuro en sus estudios.


B. Necesidades de los presos en materia de educación

1. La población penitenciaria en Finlandia
 En Finlandia, que tiene una población total de unos cinco millones de habitantes, hay aproximadamente 3.500 presos alojados en 20 instituciones cerradas y 15 abiertas (estas últimas son tres prisiones abiertas y 12 colonias de trabajo). Aproximadamente 9.000 delincuentes son recluidos cada año en las instituciones penitenciarias.
 La mayoría de los presos tienen entre 25 y 39 años de edad (véase el cuadro 1). La edad media es de unos 33 años. Los reclusos confinados por primera vez representan una cuarta parte de los penados del país. Las mujeres forman el 3,5% de la población de reclusos. 
 
 Cuadro 1. Distribución por edad de la población penitenciaria 
 al 1? de octubre de 1992 
 
Edad
Número de presos
Porcentaje 
15-20
125
   4 
21-24
470 
 16 
25-29
643
21 
30-39
1 020 
 34 
40-
766 
 25 
Total
 3 024
100 
  
 La estructura de la población de reclusos en 1992 indica que la mayoría de ellos han sido encarcelados primordialmente por la comisión de un delito de carácter violento. La segunda causa de encarcelamiento son los delitos contra la propiedad. Una quinta parte de los presos han sido condenados por conducir en estado de embriaguez. Sólo un 4% han sido sentenciados por un delito relacionado con las drogas.
 Aproximadamente la mitad de los presos (el 53%) pasan tres meses o menos en prisión, mientras que sólo el 4,3% cumplen una condena de más de dos años. Como término medio, los reclusos permanecen en prisión durante cinco meses y medio [268].
2. Información general sobre las calificaciones académicas de los presos
 Hasta la fecha no se ha llevado un registro sistemático de los antecedentes educativos de los condenados a prisión. Sin embargo, se están tomando disposiciones para adoptar esta medida. Por el momento, cabe hacer referencia a dos estudios publicados por el Departamento de Administración Penitenciaria.
 La base del primer estudio [150] fue una encuesta realizada en 1988, cuyas conclusiones se compararon con las de un estudio sobre la fuerza de trabajo realizado en 1987. En ese estudio participaron 575 reclusos elegidos al azar.
 El 7% de los presos que participaron en el estudio no habían terminado el ciclo básico de enseñanza ni otros estudios equivalentes. Entre los reclusos muy jóvenes, es decir, de 15 a 20 años de edad, uno de cada tres no había terminado la enseñanza básica. Sólo el 2% de los presos habían tomado el examen de certificado en la escuela secundaria de ciclo superior, mientras que en toda la población activa la proporción correspondiente era del 20%.
 Un 40% de los reclusos no habían cursado estudios de formación profesional, un 30% habían tomado un curso de formación profesional (generalmente de corta duración), un 29% tenían un certificado de formación profesional y un 1% un diploma universitario.
 Una cuarta parte de los reclusos habían cursado estudios durante su permanencia en la cárcel. En general, habían hecho un curso de formación profesional.
 El estudio examinaba también las actividades en las que los presos deseaban participar durante el tiempo de su condena. Más de la tercera parte de los reclusos (el 37%) deseaban estudiar mientras permanecían en la cárcel. En una quinta parte de las respuestas, los presos no especificaban las materias que deseaban estudiar pero expresaban el deseo de recibir cursos de formación profesional para obtener un certificado. Entre las materias de estudio mencionadas, las preferidas eran la ingeniería mecánica, metalmecánica y la construcción. 
Unos pocos presos (el 5%) deseaban cursar los estudios del ciclo básico, y otro 15% deseaban seguir estudios generales como los de la escuela secundaria del ciclo superior, idiomas e informática.
 Los resultados del estudio permitían concluir que el nivel de educación general de los reclusos era muy bajo. Así pues, las características de la educación de la población de reclusos eran diferentes a las de la población general. Una de cada diez personas de toda la población general en edad de trabajar había estudiado en la universidad o seguido estudios equivalentes, mientras que entre los reclusos la proporción correspondiente era uno de cada cien. Más de la mitad de toda la población (el 57%) había seguido estudiando después de terminar la enseñanza básica, mientras que sólo el 28% de los presos habían recibido una educación análoga. Sin embargo, el nivel de instrucción de los presos había mejorado ligeramente durante los últimos veinte años, probablemente a causa de la reforma general de la enseñanza efectuada en Finlandia en el decenio de 1970. También se observó que había subido un poco el nivel de la formación profesional.
 En 1990, como complemento del estudio anterior, se hizo una investigación de los antecedentes educativos de 70 reclusas [127]. Un 17% no habían terminado ningún tipo de estudios básicos. Un 40% de las entrevistadas habían terminado un curso de formación profesional, en general en trabajos textiles o de oficina. Solamente un 10% de las presas tenían certificados de formación profesional, mientras que un 40% no habían seguido ningún curso de ese tipo. Una de ellas tenía un diploma universitario. Un 30% de las entrevistadas habían seguido cursos mientras cumplían su condena, la mitad de éstos de formación profesional. Una mayor proporción, el 48%, deseaban estudiar durante la permanencia en la prisión.

3. Estudios sobre la necesidad de los presos en materia de instrucción
elemental y otras formas de enseñanza básica

 Los presos pueden necesitar enseñanza básica, ya sea porque no han tenido suficiente experiencia escolar o porque tienen dificultades de aprendizaje. En los dos estudios que se examinan a continuación se presenta gran parte de la información disponible sobre las necesidades de los reclusos en ese ámbito.
 En 1987 se llevó a cabo un estudio sobre las deficiencias de las aptitudes básicas de lectura, escritura y aritmética de presos de edades comprendidas entre los 18 y los 20 años [166]. En ese estudio se suponía que sólo una persona que tuviese conocimientos adecuados de lectura, escritura y aritmética podría adquirir nuevos conocimientos mediante la educación sistemática o el estudio independiente. Se comparaban también los conocimientos de los reclusos estudiados con los de las personas que habían terminado los estudios del ciclo básico.
 Se eligió a presos entre los 18 y los 20 años de edad porque habían superado la edad de asistencia escolar obligatoria y habían tenido la oportunidad de terminar los estudios del ciclo básico. En el estudio participaron 51 presos (50 hombres y una mujer). Las pruebas se realizaron en cinco instituciones cerradas y se necesitó un día o dos medios días para terminarlas. Se utilizaron ocho tipos diferentes de pruebas: cinco para determinar los conocimientos de lectura, escritura y aritmética, y tres para evaluar las aptitudes.
 El estudio no indicó deficiencias graves en la aptitud de lectura de los presos entre los 18 y los 20 años. Sólo algo más del 10% de los participantes presentaban deficiencias de mayor o menor gravedad. Se observaron deficiencias leves en la aptitud de escritura de cerca de la mitad de las personas estudiadas. Los errores en general estaban limitados a ciertos aspectos concretos (como el uso de las mayúsculas y las palabras compuestas), que podían corregirse fácilmente con la práctica. No se observaron problemas graves en la escritura.
  Las mayores deficiencias se observaron en los conocimientos matemáticos. Se calculó que cerca del 60% de los presos de edades comprendidas entre los 18 y los 21 años necesitaban más instrucción. Por otra parte, los participantes obtuvieron buenos resultados en las pruebas de aptitud, en las que la mitad obtuvieron notas medias o altas.
 Una tercera parte de los participantes no habían terminado aún los estudios del ciclo básico de enseñanza. Cuando se realizó el estudio, una cuarta parte de los participantes estudiaban en la cárcel, y la mayoría tomaban cursos del ciclo básico [166].

 En 1992, la Escuela Normal de la Universidad de Helsinki llevó a cabo otro estudio sobre los problemas de alfabetización de los reclusos, como contribución al proyecto de investigación nacional sobre alfabetización de adultos. El objetivo del estudio [1] era documentar la magnitud y el carácter de los problemas de alfabetización de la población de reclusos. Los trabajos de investigación se llevaron a cabo en cuatro prisiones centrales, y en ellos participaron todos los reclusos que recibían instrucción en esas cárceles junto con otro 10% de presos elegidos al azar. En total, 88 presos participaron en el estudio.
 La mayoría de los participantes (el 60%) tenían entre 21 y 30 años; el 17% no habían terminado el ciclo básico de enseñanza. Cuando se llevó a cabo el estudio, una tercera parte de los participantes estaban tomando cursos del ciclo básico, el 18% estudiaban para el examen de certificado, y el 25% seguían cursos de formación profesional o cursos preparatorios para la formación profesional. Según el estudio, el 23% de los presos no estaban cursando estudios de ningún tipo. El 27% de los participantes habían recibido instrucción especial. De los 9.841 presos admitidos en 1992 en las instituciones penitenciarias, 1.937 (es decir, el 20%) estudiaban mientras cumplían su condena. Esas cifras indican que la proporción de presos que estudiaban era mucho mayor en el grupo documentado que en toda la población penitenciaria.
 Todos los presos habían llegado al nivel de la lectura mecánica, y casi todos respondían a las preguntas cuando el texto daba respuestas claras. Los presos con poca instrucción tenían dificultad para contestar a las preguntas cuando era necesario construir las respuestas utilizando distintos datos poco aparentes en el texto, y tenían todavía más dificultad para formular ideas originales y expresarlas por escrito.
 En las redacciones breves era evidente la falta de instrucción, así como la poca práctica de escribir y un vocabulario activo limitado. En cuanto a los hábitos de lectura, el 88% de los participantes dijeron que leían el periódico con frecuencia, mientras que sólo un preso de cada tres dijo que a menudo leía novelas.

C. Legislación sobre la educación en los establecimientos penitenciarios

 La enseñanza académica en los establecimientos penitenciarios se ofrece de conformidad con las leyes generales sobre educación básica, formación profesional y otros tipos de educación en Finlandia. La legislación sobre ejecución de las penas comprende disposiciones para la instrucción de los reclusos.
 Las condiciones generales para la ejecución de la pena, se estipulan en el Decreto sobre el Régimen Penitenciario, donde se dispone que el cumplimiento de la condena no debe obstaculizar innecesariamente, sino más bien debe facilitar, la adaptación social del recluso. Deben evitarse en cuanto sea posible los efectos perniciosos de la pérdida de libertad. Las condiciones de las instituciones penitenciarias deben corresponder en lo posible a las condiciones de vida de la sociedad en general.
 Las disposiciones sobre la educación de los reclusos figuran en dos decretos: el Decreto sobre Ejecución de la Pena y el Decreto sobre el Régimen Penitenciario. En ellos se estipula lo siguiente:

 a) Los presos están obligados a trabajar durante el cumplimiento de su condena. Si los estudios que cursa el preso en la cárcel se consideran útiles para su vida en libertad, el director de la prisión puede eximirlo parcial o totalmente del trabajo; 
 b) Las instituciones penitenciarias deben organizar cursos apropiados de formación profesional y otra instrucción que consideren necesaria;
 c) La formación profesional debe mejorar los conocimientos técnicos de los reclusos y facilitar su colocación y la obtención de mayores competencias;
 d) En el certificado no debe constar que los estudios se han cursado en la prisión;
 e) Se debe vigilar el progreso de los presos en sus estudios y se les debe ofrecer todo el apoyo y el asesoramiento posibles;
 f) Si un recluso al que se ha eximido del trabajo para que pueda estudiar descuida sus estudios, puede revocarse la medida por un tiempo limitado o hasta nuevo aviso.
 Hay otras disposiciones relativas a los estudios cursados en centros de enseñanza fuera de la prisión. Se puede permitir al recluso que asista a una escuela fuera de la prisión (libertad con fines educativos) si las autoridades penitenciarias lo consideran digno de confianza y creen que es probable que cumpla las condiciones de la libertad, y si pueden supervisar los estudios fuera de la institución penitenciaria.
 En la actualidad, las autoridades de Finlandia están preparando la revisión de las disposiciones jurídicas relativas a la ejecución de la pena. En el proyecto de ley se propone que la obligación de trabajar estipulada actualmente se sustituya por la obligación general de participar en actividades organizadas en la institución. De esa manera, la obligación y el derecho de los presos de participar en las actividades de formación y rehabilitación adquiriría la misma importancia  que la anterior obligación de trabajar.

Bibliotecas y actividades recreativas

 El Decreto sobre el Régimen Penitenciario dispone que las bibliotecas de las prisiones deben contener libros y otros textos educativos, así como periódicos y revistas. En la medida de lo posible debe ayudarse a los presos a utilizar los servicios de biblioteca. También debe darse a los presos la oportunidad de tomar libros en préstamo de las bibliotecas públicas. Asimismo, el Decreto contiene disposiciones relativas a las actividades a las que pueden dedicarse los reclusos durante su tiempo libre. Se estipula que deben organizarse actividades como cursos, conferencias y debates, y que los presos deben tener la oportunidad de dedicarse a actividades recreativas adecuadas a las condiciones de las cárceles. Debe proporcionarse a los reclusos orientación y ayuda para llevar a cabo esas actividades. También se puede autorizar a particulares y asociaciones de fuera de la institución penitenciaria para que organicen actividades recreativas en la institución, y se debe dar a los reclusos la oportunidad de tomar parte en la planificación y organización de esas actividades.

D. Enseñanza básica en las prisiones

 En el presente informe, la enseñanza básica se refiere principalmente a cursos de lectura, escritura y aritmética, así como a la enseñanza académica para presos que no han alcanzado el nivel del certificado de escolaridad de la escuela secundaria.

1. Alcance de la enseñanza básica
 Generalmente se permite que los presos estudien durante las horas laborables, como alternativa al trabajo. Un principio fundamental de la organización de la enseñanza básica en las prisiones es que éstas no mantienen profesores propios y los centros de enseñanza externos se encargan de los programas de estudios. De esta manera, la enseñanza básica en las prisiones es análoga a la que se imparte en el sistema de enseñanza general. Los estudiantes reciben siempre certificados de los centros de enseñanza sin que se indique que han cursado estudios en la cárcel. 
 
 Como se ha observado antes, en 1992 había 1.937 reclusos (o un 20% del total de 9.851 confinados durante el año) que estudiaban a tiempo completo o parcial en las instituciones penitenciarias o en centros de enseñanza fuera de las cárceles. En ese mismo año, un total de 418 presos (es decir, el 4%) tomaban cursos de enseñanza básica (véase el cuadro 2 a continuación). La mayoría de ellos (el 60%) estudiaban a tiempo completo, como ocurre típicamente entre los reclusos, y el 20% estudiaban por su cuenta. 
 
Cuadro 2. Reclusos que siguieron cursos de instrucción elemental o del 
ciclo básico de enseñanza en las prisiones, 1990-1992 

                                             Número de participantes

Tipo de estudios
1990 
1991
1992
Instrucción elemental 
89 
 87
104 
Ciclo básico de enseñanza
319 
 338
314
Total 
408
425
418
 En 1992, 27 reclusos terminaron los estudios del ciclo básico de enseñanza. Otros muchos terminaron cursos del ciclo básico en distintas materias. Un estudio finalizado en marzo de 1993 indicó que el 60% de los presos que tomaban cursos del ciclo básico lo hacían para mejorar las notas obtenidas en diferentes materias.
 En siete prisiones, la enseñanza permanente básica y la secundaria de ciclo superior son administradas por las escuelas locales secundarias de ciclo superior para adultos. Esas escuelas se encargan de la instrucción de los reclusos adultos, así como de los jóvenes. Para organizar clases en las cárceles, las escuelas deben obtener un permiso del Ministerio de Educación porque los arreglos para la enseñanza en esos establecimientos son distintos de los que rigen fuera de ellos. Por ejemplo, en las prisiones se pueden dictar clases también durante el verano y el número de jornadas de estudio puede ser superior al estipulado normalmente para el año académico. La enseñanza básica puede organizarse de manera que los estudiantes puedan terminar el nivel básico en el tiempo mínimo de un año. Sin embargo, deben demostrar que poseen la aptitud y los conocimientos correspondiente a ese nivel, aunque hayan recibido menos horas de instrucción.
 El recurso a las escuelas secundarias de ciclo superior ha demostrado ser una solución excelente para organizar cursos del ciclo básico para presos que han superado la edad máxima escolar. La ventaja principal de esa solución es que las clases son organizadas por los institutos locales de educación de adultos, con maestros de fuera de la prisión.
 Además de las disposiciones mencionadas anteriormente, aplicadas en siete prisiones, los reclusos de otras prisiones pueden estudiar materias del ciclo básico y obtener certificación. Las prisiones contratan a los maestros visitantes y asesores docentes necesarios. Las escuelas locales del ciclo básico o las escuelas secundarias para adultos conceden los certificados correspondientes.

2. Instrucción elemental para gitanos

 En 1992, diez prisiones ofrecían cursos de alfabetización para gitanos, combinando la instrucción con clases de lengua y cultura gitana. En ese año, esas prisiones dictaron más de 1.800 horas de clases a esos grupos. Las prisiones han procurado contratar maestros gitanos para esa instrucción, aunque a algunas les ha resultado difícil encontrar esos maestros. 
 
3. Otras formas de enseñanza básica

 Además de las formas de enseñanza básica mencionadas antes, también pueden considerarse parte de esa enseñanza los distintos cursos que preparan a los estudiantes para entrar en el mercado de trabajo o para seguir estudios determinados. Estos cursos suelen incluir formación cívica, estudios sociales y conocimientos básicos para la vida diaria como lavar y planchar la ropa, cocinar, afrontar problemas relacionados con las drogas o el alcohol y planificar la vida. En 1992, siete prisiones organizaron 16 cursos preparatorios de ese tipo, que duraron de dos a 17 semanas (seis semanas en promedio) y en los que participaron 127 reclusos.

4. Financiación de la enseñanza básica en las prisiones

 La enseñanza básica organizada en las prisiones por las escuelas locales secundarias de ciclo superior para adultos se financia aplicando los mismos principios que se aplican para otro tipo de enseñanza organizada por esas escuelas, es decir, con fondos aportados por el Estado y por los ayuntamientos. Pero según las nuevas leyes sobre financiación pública promulgadas a principios de 1993, la dirección de las prisiones debe contribuir también a financiar la enseñanza en esos establecimientos.
 En aquellas prisiones en las que las clases no están organizadas por escuelas locales secundarias de ciclo superior para adultos, se contrata a profesores interinos y asesores docentes. Los estudiantes presentan exámenes en las escuelas locales del ciclo básico o secundarias de ciclo superior para adultos.
 La instrucción elemental para gitanos es organizada por las prisiones o por las escuelas universitarias municipales, con subvenciones especiales concedidas por las autoridades encargadas de la educación. También dictan clases adicionales de instrucción elemental los asesores docentes de las prisiones o los asesores interinos contratados especialmente, a los que se paga según las horas que enseñan.

5. Instrucción, métodos de enseñanza y materiales didácticos

 El número de estudiantes de los grupos de estudio de enseñanza básica varía de prisión a prisión porque depende del número de reclusos que estudian en cada establecimiento y de si las escuelas locales secundarias de ciclo superior para adultos dan instrucción permanente. En las siete cárceles donde las escuelas locales se ocupan de la enseñanza, el número de estudiantes por clase varía entre 4 y 12, pero en general las clases tienen siete u ocho estudiantes. En otras prisiones, sólo unos pocos reclusos siguen cursos del ciclo básico en un período determinado; de hecho, estos reclusos reciben instrucción individual, dispensado por un maestro a jornada parcial o por el asesor docente de la prisión. En las clases de enseñanza básica (instrucción en lectura, escritura y aritmética) cada maestro se encarga de un grupo compuesto por un máximo de cinco estudiantes.
 En respuesta a las preguntas sobre los métodos de enseñanza y el material didáctico, las prisiones informaron de que los métodos utilizados para las clases de enseñanza básica eran los empleados normalmente por las escuelas secundarias de ciclo superior para adultos. Además, las prisiones subrayaron que los métodos de enseñanza se elegían ateniéndose sobre todo a las necesidades particulares de los presos y planes de estudio. Si el alumno estudiaba mayormente por su cuenta, se daba mayor importancia a las clases particulares de recuperación. Asimismo, se observó que los estudiantes adultos podían tener dificultades para el aprendizaje en grupo.

 Para la enseñanza del ciclo básico en las prisiones se utilizan los mismos libros de texto y otro material que se emplean normalmente en las escuelas secundarias del ciclo superior para adultos, y que son elegidos por el maestro o la escuela. La mayor selección de libros de texto, diseñados especialmente para adultos se halla en idiomas y química. Para otras materias pueden utilizarse los libros de texto de las escuelas del ciclo básico. Cuando es necesario se utiliza también otro material didáctico preparado por los maestros, así como hojas informativas, periódicos, diccionarios de la biblioteca, cintas de idiomas y videos educativos.
 


 En cuanto a la instrucción elemental, hay un libro de texto diseñado especialmente para la enseñanza de gitanos adultos. Aunque este libro se utiliza como material de lectura, contiene información para la instrucción cívica. Asimismo, algunas prisiones utilizan material destinado a la alfabetización de adultos o un libro de texto que contiene nociones básicas de aritmética para adultos. Con frecuencia se utilizan textos de las escuelas del ciclo básico, si procede, sobre todo libros de matemáticas y de ejercicios de redacción. También puede utilizarse el material elaborado para las clases de recuperación de las escuelas del ciclo básico o para la enseñanza del finlandés a extranjeros. En general, los profesores complementan el material con hojas informativas sobre la lengua y la cultura gitanas. A veces los presos reciben materiales, hojas informativas y boletines preparados por los maestros. Según indican las respuestas a las preguntas del estudio, había alguna diferencia de opinión entre las prisiones acerca de la conveniencia de utilizar los materiales del ciclo básico en la instrucción elemental de los presos. Algunas consideraban que los materiales eran adecuados, especialmente si se seleccionaban los libros conforme a las necesidades especiales de los presos, y observaban que los libros de texto del ciclo básico podían leerse fácilmente. Otras sostenían que esos textos, especialmente las series ABC (los primeros libros de lectura), eran demasiado infantiles para los estudiantes adultos y presentaban temas ajenos a la vida en la prisión.

 De conformidad con las sugerencias formuladas por las prisiones sobre las disposiciones para la enseñanza básica, hay que adoptar métodos de enseñanza más prácticos e innovadores ya que, por una parte, existe el problema de motivar a los reclusos (especialmente a los que han abandonado la escuela del ciclo básico oficial) y, por otra, los programas de estudio son difíciles. Se estima que los reclusos que han recibido instrucción en clases especiales o en hogares comunitarios (reformatorios) tienen grandes dificultades para comprender muchas de las materias que se consideran difíciles, como los idiomas, las matemáticas, la química y la física. En otras palabras, existe la necesidad apremiante de ofrecer a los reclusos cursos de instrucción especial y de recuperación, y también de mejorar esas formas de instrucción. También es importante mejorar el material didáctico, como el que se utiliza para la alfabetización de adultos.

6. Integración de la enseñanza básica con otras formas de enseñanza

 Como se ha observado antes, la enseñanza básica en las prisiones finlandesas comúnmente se trata como una actividad separada. La instrucción se dispensa a los presos durante las horas de trabajo y está a cargo de centros de enseñanza del exterior, que examinan a los reclusos y expiden los certificados correspondientes. De esta manera, se asegura que las calificaciones de los presos sean en todo comparables con las de otros centros de enseñanza, de modo que, al ser puesto en libertad, el recluso puede proseguir sus estudios en otros institutos.
 En ciertas ocasiones, algunas prisiones han ofrecido cursos del ciclo básico de enseñanza como parte de un programa de formación profesional. La formación profesional básica encaminada a la obtención de un certificado comprende siempre cursos en determinadas materias generales como los de idioma finlandés y sueco, matemáticas, idiomas extranjeros e informática. Sin embargo, esa instrucción no forma parte necesariamente de los estudios del ciclo básico, por lo que no se menciona en esta parte del informe.

 Los cursos preparatorios para entrar en el mercado de trabajo o continuar estudios superiores pueden abarcar la instrucción en matemáticas, finlandés, informática y otras materias del ciclo básico. Sin embargo, la enseñanza básica no está muy integrada con otras formas de enseñanza.

7. Remuneración para los estudiantes

 En general, los presos que siguen cursos de la enseñanza básica reciben una remuneración en las mismas condiciones que los presos que trabajan. En las prisiones cerradas, la remuneración percibida por el trabajo se divide en cinco tipos. Esa misma clasificación se aplica a los presos que estudian. En general, la enseñanza básica solamente se ofrece en las prisiones cerradas.

 La remuneración de los presos en las prisiones abiertas, en las que los reclusos reciben salarios normales, es mucho mayor que en las prisiones cerradas. La remuneración que reciben los estudiantes de formación profesional en las prisiones abiertas equivale al salario más bajo percibido en esas mismas prisiones.

 Los presos que estudian fuera de la prisión tienen derecho a casi todas las prestaciones sociales de que goza la población en general, y pagan por su educación como los demás alumnos de la institución educativa de que se trate.

8. Servicios de biblioteca para reclusos

 Todas las instituciones penitenciarias tienen una biblioteca en la que los presos pueden encontrar novelas y libros de otro tipo. También pueden encontrar material informativo de las oficinas de trabajo y otros servicios públicos. Además de estas bibliotecas, en muchos lugares las bibliotecas públicas atienden a los reclusos, ya sea estableciendo un servicio móvil dentro de la biblioteca de la prisión, enviando libros a los presos a través de ésta o incluyendo a la prisión en el itinerario de los autobuses que entregan y recogen libros. Al menos 14 prisiones y varias colonias de trabajo, utilizan los servicios de estos autobuses.

 El número de libros que forman las colecciones de las bibliotecas de las penitenciarias depende, mucho, por ejemplo, de si la prisión puede utilizar los servicios de la biblioteca pública local o de sus autobuses. En 1992, las bibliotecas de las prisiones tenían un total de 80.500 libros. Muchas prisiones también prestan cintas magnetofónicas. Varias bibliotecas de las prisiones se utilizan como salas de lectura cuando están abiertas, o tienen una sala de lectura aparte donde los presos pueden leer libros y periódicos.

E. Conclusiones

 La educación en las prisiones de Finlandia ha atravesado un período de rápida expansión en los últimos años. Con las políticas actuales se ha procurado ampliar los servicios educativos, permitiendo a las prisiones formular sus propios programas de enseñanza. En la actualidad, se ofrecen programas en mayor número y variedad, sobre todo de formación profesional para reclusos. También se ha tratado de mejorar la enseñanza básica.

 Es probable que en futuras reformas legislativas se sustituya la obligación de trabajar de los presos por la de participar en las actividades que ofrece la prisión. Esas reformas estarán dirigidas a ofrecer más actividades que satisfagan las necesidades particulares de los presos y que sean  compatibles con sus capacidades. Por supuesto, ello tendrá repercusiones en cuanto al alcance y la variedad de los servicios educativos en las cárceles.

 El nivel de la instrucción elemental de la población penitenciaria en Finlandia es bastante alto. Son pocos los reclusos analfabetos, y el 90% de los reclusos han cumplido el requisito de nueve años de escolaridad del ciclo básico de enseñanza. Mientras cumplen su condena, los presos tienen la oportunidad de terminar los estudios del ciclo básico o de mejorar las notas de su certificado de escolaridad. La instrucción elemental para gitanos tiene una tradición de muchos años en el sistema de educación básica en las cárceles finlandesas. Siempre se ha procurado combinar la alfabetización de los gitanos con clases de lengua y cultura gitana.

 Los programas de enseñanza básica y secundaria del ciclo superior para los reclusos de las prisiones finlandesas están organizados por centros de enseñanza externos. Las cárceles no tienen profesores propios. Así pues, el principio fundamental de la educación en las prisiones finlandesas es distinto del que se sigue en otros muchos países en este respecto. Cuando las disposiciones normales no resultan prácticas por haber pocos estudiantes o por que sólo se precisa una enseñanza, las cárceles contratan instructores interinos o encargan de las clases a sus asesores docentes.

 Las prisiones ofrecen ya distintos tipos de actividades recreativas como gimnasia, grupos de debate, servicios de biblioteca, música y artes y oficios, que dan a los reclusos la oportunidad de perfeccionarse. Se han hecho planes para ampliar esas actividades, así como los cursos de enseñanza básica en un futuro próximo, mediante programas que permitan a los reclusos desarrollar su personalidad y mejorar sus aptitudes sociales y sus conocimientos básicos.

© United Nations and UNESCO-Institute for Education


  A. El sistema de educación básica en Finlandia
  B. Necesidades de los presos en materia de educación
             1. La población penitenciaria en Finlandia
             2. Información general sobre las calificaciones
                   académicas de los presos
             3. Estudios sobre la necesidad de los presos en materia de instrucción
                   elemental y otras formas de enseñanza básica
  C. Legislación sobre la educación en los establecimientos penitenciarios
  D. Enseñanza básica en las prisiones
              1. Alcance de la enseñanza básica
              2. Instrucción elemental para gitanos
              3. Otras formas de enseñanza básica
              4. Financiación de la enseñanza básica en las prisiones
              5. Instrucción, métodos de enseñanza y materiales didácticos
              6. Integración de la enseñanza básica con otras formas de enseñanza
              7. Remuneración para los estudiantes
              8. Servicios de biblioteca para reclusos
  E. Conclusiones