9 de octubre de 1940 |
Los archivos secretos de John Lennon
El ex Beatle fue víctima de la histeria anticomunista, revelan
documentos de la FBI
ANDREW GUMBEL THE INDEPENDENT
Lennon, junto con su esposa Yoko
Ono, en una protesta por la invasión de las tropas inglesas a Irlanda del Norte
frente a las oficinas British Overseas Airways, en Nueva York, el 5 de febrero
de 1972
Foto: Ap
A principios de los setenta, la
Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés), y
cualquiera que le creyera a este organismo, llegaron a la conclusión de que
John Lennon simpatizaba con la izquierda. Pero no es sino hasta ahora que las
autoridades estadunidenses revelan los datos que se reunieron sobre el ex
Beatle.
He aquí algunos datos sobre John
Lennon que se consideraron tan delicados que la seguridad nacional tanto de
Gran Bretaña como de Estados Unidos decidieron hacer públicos hasta ahora,
después de 25 años de reclamos en aras de la libertad informativa y de
estancadas batallas legales.
"John Lennon es un ciudadano
británico y ex miembro del grupo de canto (sic) The Beatles". Así comienza
la carta escrita en abril de 1972 por J. Edgar Hoover, quien durante mucho
tiempo encabezó la FBI, dirigida a un miembro del Departamento de Justicia del
gobierno de Richard Nixon. Aparentemente esto era noticia para alguien, aunque
fuera 1972.
"Lennon ha alentado la
creencia de que él tiene ideas revolucionarias no sólo mediante sus entrevistas
formales con marxistas, sino por el contenido de algunas de sus canciones y
otras publicaciones". Esta frase viene en un memorando escrito en febrero
de 1972, cuando las administraciones de Hoover y Nixon luchaban con uñas y
dientes para revocar la visa de inmigrante de Lennon, y poder así deportarlo.
La canción que más parece interesarles es Power to the people, que difícilmente
es un documento secreto, dado que era parte del primer disco solista de Lennon,
titulado Plastic Ono Band (1970), y que fue un sencillo que tocaron emisoras
radiales de todo el mundo.
"Desde 1972 John Lennon ha
seguido, de vez en cuando, prestando su apoyo a diversas causas extremistas,
aunque no parece tener su lealtad comprometida con ninguna facción". Esta
frase aparece en un documento sin marca de archivo ni fecha, pero con el sello
"confidencial", que al parecer pertenece a los servicios secretos
británicos (MI5).
Así es, damas y caballeros, ahora
podemos revelarles la apabullante noticia de que John Lennon, a pesar de ese
cabello largo incomprensible y su extraño hábito de quedarse en la cama por
días, era un pacifista opuesto a la guerra de Vietnam, que habló contra la
intervención militar británica en Irlanda del Norte, conoció y se entrevistó
con los principales representantes del movimiento antibélico en ambos lados del
Atlántico, y se sabe también que, en ocasiones, abría la chequera para
sustentar con donativos sus palabras.
También podemos revelar que,
según una de las fuentes confidenciales de Hoover, de cuya confiabilidad y
competencia hablaremos en otro momento, Lennon experimentó con drogas ilegales
y en una ocasión fue arrestado por posesión de mariguana.
Estos son los puntos más
importantes de los últimos diez documentos del archivo de la FBI sobre Lennon,
que fueron considerados tan delicados que, durante años, el gobierno
estadunidense rehusó publicarlos con el argumento de que "existía motivo
razonable suficiente para temer que esto condujera a represalias extranjeras
contra Estados Unidos de tipo diplomático, económico y militar".
Sí, leyeron bien. En 1983, el
Departamento de Justicia argumentó, con toda seriedad y sin que nadie se riera,
que publicar la información sobre Lennon que le otorgó un "servicio de
inteligencia extranjero" suponemos que el MI5 podía provocar que Estados
Unidos sufriera una agresión militar.
Abogados del Departamento de
Justicia siguieron argumentando en este sentido hasta el final de la guerra
fría y después del 11 de septiembre de 2001, y lo seguirían haciendo hasta
ahora de no ser por la intervención de cortes federales que lograron, mediante
deliberaciones desesperantemente lentas, que los documentos se publicaran esta
semana.
Los archivos Lennon, de más de
300 páginas, ya son públicos con excepción de uno en particular, que proviene
de un "gobierno extranjero" que la FBI ha querido proteger y que
sigue sin identificar.
La lucha por los archivos de la
FBI sobre Lennon es una de esas historias que, al final, dice mucho menos sobre
el sujeto y más sobre el torpe, burocrático, chiflado y paranoide universo de
las operaciones de inteligencia y los secretos oficiales. El hecho de que
Lennon fuera vigilado es, de por sí, escandaloso. Ni la FBI ni el MI5
establecieron contra él ninguna instancia de conducta o intención criminal ni
dieron las más mínimas razones de sospecha en este sentido.
Más bien parece que las
administraciones de Hoover y Nixon fueron tras él debido a su popularidad entre
el electorado joven y su oposición a la guerra de Vietnam, lo que hizo que lo
consideraran una amenaza potencial para la campaña de relección de Nixon en
1972.
El veterano senador conservador,
Strom Thurmond, prácticamente reconoció esto en un memorando confidencial
dirigido a la Casa Blanca, descubierto tras la primera difusión de documentos
relativos a Lennon, en los que el legislador sugería que la deportación del
músico y su esposa, Yoko Ono, podría ser una efectiva "estrategia de
disuasión". Tampoco es coincidencia que la vigilancia de Lennon por parte
de la FBI cesó tan pronto Nixon regresó a la Casa Blanca para un segundo
mandato.
Todo el episodio podría ser
descrito, en otras palabras, como un Watergate del rocanrol, un ejemplo menor,
pero significativo, del abuso del poder oficial, diseñado para diezmar a la
oposición política, en favor de un ambicioso presidente estadunidense sin
escrúpulos.
De hecho, la frase Watergate del
rocanrol fue acuñada por un hombre que ha hecho más que nadie por desenterrar
la completa y vergonzante realidad sobre los archivos Lennon del FBI; se trata
de un historiador de la Universidad de California llamado Jon Wiener.
Este historiardor escribió dos
libros en los que hace una crónica de sus 25 años de esfuerzos para destruir el
muro de secretos oficiales en torno de Lennon, y ha entrado y salido de las
cortes federales más veces de las que puede recordar.
Ha llegado al punto en que está
tan asombrado por lo ridículamente largo que resultó todo el proceso, que ya ni
siquiera habla del Watergate de rocanrol. Más bien todo se convirtió en (novela
de Charles Dickens) La casa desolada, "pero con un final más feliz".
Han pasado 25 años desde que
interpuso su primera petición, sustentada en la Ley de Derecho a la
Información, pidiendo los documentos sobre Lennon, sólo unos meses después de
la muerte del ex beatle. Pero son 23 años los que han pasado desde que la
insistencia de la FBI en ocultar el caso lo llevó a él y a la American Civil
Liberties Union a interponer su primera demanda.
"Siento que debimos haber
solucionado esto en 1981", dijo el profesor Wiener, que sonaba más
exhausto que gozoso por el fin de su larga misión burocrática. "Esto en
realidad no tiene mucho que ver con John Lennon, puesto que no hay nada en esos
documentos que no supiéramos. De lo que se trata es de que la FBI y los cinco
presidentes que hemos tenido desde Nixon guardaron el secreto. "Debe ser una
vergüenza para ellos haber luchado tanto y por tanto tiempo con tal de mantener
en secreto algo que resultó ser tan público y trivial", señala.
Este bochorno se extiende también
muy específicamente hacia el gobierno del primer ministro británico, Tony Blair.
Según la FBI, se pidió permiso al "gobierno extranjero" no
identificado de desclasificar los documentos en septiembre de 1997, pocos meses
después de que Blair asumió el poder. El gobierno extranjero dijo que no,
alegando que era necesario conservar el secreto para impedir que "las
fuentes involucradas, que aún son vulnerables, sufran daños serios y
demostrables".
Al leer los documentos recién
hechos públicos, es difícil ver a qué se refería Londres. Los archivos parecen
haber sido redactados al aventón por un agente de muy bajo rango, que se apoyó
exclusivamente en información del dominio público.
Leemos, por ejemplo, que Lennon
dio una entrevista a los radicales británicos, Tariq Ali y Robin Blackburn,
para que saliera publicada en su periódico Red Mole, en la que "enfatizó
su origen proletario y su simpatía hacia los pueblos pobres y oprimidos de Gran
Bretaña y del mundo". No hay sorpresa alguna porque la entrevista se
publicó en 1970.
Leemos también que Lennon se
reunió con el periodista francés radical, Regis Debray, lo cual es bien sabido.
Leemos que firmó un documento llamando a apoyar al príncipe Sihanouk de
Camboya, después de que se descubrió que Estados Unidos llevó a cabo una
operación secreta de bombardeos contra ese país.
Los documentos informan también
que Lennon dio dinero a los productores de un documental sobre Irlanda del
Norte. Sigue sin haber nada nuevo.
La única migaja que ofrece el
archivo que no era del conocimiento público es que Ali y Blackburn solicitaron
a Lennon ayuda financiera para abrir una librería de izquierda con sala de
lectura y actos en el centro de Londres. No existe evidencia de que Lennon haya
proporcionado dinero para ese negocio. Cuando comenzó su lucha con las
autoridades estadunidenses de inmigración, redujo casi todas sus actividades
políticas con el fin de ganar el caso.
Si la inteligencia británica
sobre Lennon fue banal, los esfuerzos de Estados Unidos fueron abiertamente
ridículos. Cuando el profesor Wiener logró tener acceso al grueso de los
archivos de la FBI hace nueve años, descubrió que la FBI ni siquiera tenía correctos
algunos detalles básicos, como la dirección de Lennon en Nueva York.
También encontró que se urdieron
planes para arrestarlo acusándolo de posesión de drogas, lo cual nunca se
materializó, y se diseñó un cartel en que se identificaba a Lennon como un
hombre buscado por las autoridades, para pedir ayuda en su captura, que tiene
la característica de no ostentar la foto del ex beatle, sino de otro roquero de
cabello largo y anteojos llamado David Peel.
Problemas migratorios
Cuando el abogado de Lennon que
atendía a sus problemas migratorios, Leon Wildes, dijo ante la corte que su
cliente se había comprometido con "los esfuerzos nacionales en medios para
el combate a las drogas", la FBI malinterpretó esto y creyó que el ex
Beatle se había unido a la Comisión Nacional contra la Mariguana y el Abuso de
Drogas de la administración Nixon, un error cómico que se repitió en los
memorandos durante meses.
Un número no determinado de
informantes recibió la orden de arrestar a Lennon, en cuanto éste hiciera un llamado
a la insurrección violenta, pero lo único que le oyeron decir fue que se uniría
a las protestas antiguerra en las convenciones Republicana y Demócrata
"siempre y cuando fueran pacíficas".
El descubrimiento más memorable
de todo el archivo no tiene nada que ver con Lennon, sino con un loro que era
la mascota de una organización antibélica que fue entrenado para gritar
"Sí, vamos" cada vez que una conversación subía de volumen.
Ante esto, la FBI parece más una
cómica película muda de policías que una agencia seria de defensa de la ley, lo
cual es una posible razón de que se hayan mantenido en secreto los archivos por
tanto tiempo, pero la hostilidad con que la administración Nixon trató al
movimiento antiguerra no debe subestimarse. Sabemos de otras fuentes que los
hombres del presidente consideraron seriamente opciones como asaltar a
manifestantes afuera de la Convención Nacional Republicana en Miami, secuestrar
a líderes pacifistas como Abbie Hoffman y Jerry Rubin.
John Mitchell, quien era el
procurador general en esa época, opinó que estas tácticas eran demasiado
costosas, por lo que propuso un plan B, consistente en allanar las oficinas del
Comité Nacional Democrático en el edificio Watergate de Washington.
Aparentemente, los archivos de la
inteligencia británica sobre Lennon aún podrían contener algunos datos no
publicados. David Shayler, el ex funcionario renegado del MI5, reveló hace unos
años que él vio un archivo sobre Lennon en el que se detallaban sus nexos,
entre otras cosas, con el Partido Revolucionario de los Trabajadores.
Pero el profesor Wiener dice
estar satisfecho con lo que se ha desclasificado. Al preguntársele si planea
liberar más archivos sobre Lennon, responde aliviado: "Estoy feliz de que
ya hayamos acabado con esto por ahora".
© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca
De: http://www.jornada.unam.mx