De sumo interés:
Destruir la educación pública en EU beneficia
al complejo cárceles-industria
25 de noviembre de 2012.
POR Ernesto Carmona (periodista y escritor
chileno) / ARGENPRESS.info
Una modificación
sistémica de las prioridades de educación otorga estructura oficial y
permanente a una discriminación preexistente sobre la muy desfavorecida
población pobre, comprendida en gran parte por personas de color
criminalizadas. El aumento de escuelas
autónomas corporativas y de prisiones privatizadas no se puede entender
separado de las cifras del cierre de escuelas públicas en todo el país.
En otras palabras,
en Estados Unidos está en marcha una política gubernamental y corporativa de
extinción de la educación pública para todos y la conversión de los negros,
marrones y latinos pobres en carne de presidio. La educación será para unos
pocos privilegiados, mientras grandes corporaciones como el Bank of América y
WalMart ingresan al negocio de la educación básica, a la vez que están en el
rubro cárceles privadas, donde funcionan industrias que pagan hasta de 2
dólares por día de 8 horas de trabajo a la mano de obra esclavizada de los
reos.
Más que el título
de una noticia, “Destrucción de la Educación Pública Alimenta el Complejo
Industrial de Prisiones” es un llamado a la reflexión de Adwoa Masozi, del
Instituto de Estudios Políticos, publicado solamente por Inter Press Service,
el 27 de febrero 2012, y rescatada por Proyecto Censurado como la 20ª noticia
más censurada en el anuario Censored 2013. Lo que sigue es la traducción
literal del trabajo de Masozi:
Estamos ante una redefinición
sistémica de prioridades de la educación que da estructura oficial y permanente
a una clase inferior preexistente compuesta en gran parte por gente pobre
criminalizada, negro y marrón. A través de los estados de la Unión se están
extirpando miles de millones de dólares de sus presupuestos de educación, como
si el 22% de la población no fuera funcionalmente analfabeta.
De acuerdo a los estándares
NAAL (sigla en inglés de Evaluación Nacional de Alfabetización de Adultos) del
Centro Nacional de Estadísticas de Educación, 68 millones de personas están
leyendo por debajo de los niveles básicos. El Centro de Presupuesto y
Prioridades Políticas encontró que “casi todos los estados están gastando menos
dinero (en educación) que en 2008 (después de la inflación), a pesar que el
costo de la prestación de servicios será mayor”. Además de reducir 4 mil
millones de dólares de su presupuesto, Texas también ha eliminado los fondos
estatales para programas de pre-kinder que sirven a alrededor de 100.000 niños,
en su mayoría en riesgo. Carolina del Norte ha reducido casi 1.500 millones de
dólares de la educación K-12 (suma de primaria y secundaria), que deriva en una
pérdida del 80% de los fondos para libros de texto y un recorte del 5% para
ocupaciones de apoyo, como consejeros y trabajadores sociales, entre numerosos
otros recortes. Decisiones como éstas dejan pocas razones para preguntarse ¿por
qué esos dos estados enfrentan un 27% de tasas de deserción?
Cerrar las escuelas públicas
se ha convertido en un furor, que condujo incluso al estado de California a
sacar una guía de buenas prácticas sobre la manera de cerrarlas y hacerlas
aptas para otro giro. En su lugar, ¿por qué no promover una “guía de buenas
prácticas para mantener una escuela viable”? ¿Por qué tomar estas decisiones
cuando se sabe que la falta de educación reduce el acceso a oportunidades de
empleo de calidad (y legítimo), aumenta la probabilidad de encuentros con el
sistema criminal de (in)justicia, repercute negativamente en los resultados de
salud y, en general, limita la capacidad para determinar su propio futuro?
Lo que estamos presenciando es
una refundación sistémica de prioridades de la educación que da estructura
oficial y permanencia a una clase inferior preexistente compuesto en gran parte
de pobres criminalizados, negros y marrones. Ciertamente, tener una extensa
clase baja no es nuevo en Estados Unidos, ya que hay bastante historial de
negaciones a llenar los espacios vacíos de la gente y sus derechos. Sin
embargo, los resultados materiales de este cambio son devastadores, comunitaria
y económicamente, al igual que los resultados de los Códigos Negros de los años
1800 y las subsecuentes leyes de Jim Crow, que persistieron como totalmente
legales hasta 1965, con la variación de su aplicación de estado a estado y que
hasta hoy mantiene sus impactos en las comunidades.
La colisión entre este
gobierno y los intereses privados no es nueva. No es una coincidencia que, al
mismo tiempo, los vecindarios con una alta presencia de personas de raza negra
estén siendo desestabilizados y desplazados por los desarrolladores empoderados
por los municipios de los estados que están des-invirtiendo en la
infraestructura de las escuelas públicas que les sirven, o por la vía rápida
del acaparamiento de tierras urbanas, o la conversión de áreas pobres en ricas.
Éste es un proceso insidioso para torcer la mano de las comunidades. La
educación pública es algo más que un derecho, una libertad o un privilegio. Es
una necesidad, tan básica y tan indiscutible como la tierra para caminar,
alimentos para comer, el agua que debemos beber y el aire que se debe respirar
para vivir. Porque absolutamente nada se hará, o se puede hacer sin ella en la
sociedad humana. Entonces, ¿quién querría enviar a sus hijos a las escuelas que
tienen adentro policías y detectores de metal en lugar de libros? ¿O a escuelas
superpobladas con maestros en proporción de estudiantes de 1 a 30 y sin
actividades extra curriculares o servicios de recuperación? Estas son las
consecuencias materiales de la des-inversión en escuelas públicas. ¿Quién
quiere enviar a sus hijos a escuelas en barrios que son mini-estados de la
policía? Nadie, si se puede evitar.
Las “escuelas charter”, por
definición, no son el problema real. Han sido soluciones prácticas y creativas
para educar a los niños cuando las necesidades no son satisfechas. La formación
de centros alternativos de educación ha sido una norma que se practica en las
comunidades de todo el país desde 1800. Pero lo que tenemos hoy en día es algo
muy diferente. Las “charters” ahora se han establecido como sustituto de las
escuelas públicas, en parte o en su totalidad. Empresas como Wells Fargo, Bank
of America, JP Morgan y Wal-Mart, los principales inversores en prisiones
privadas y los actores de la reforma corporativa de la educación, tienen una
extraordinaria influencia en la política educativa a nivel estatal y federal.
Los padres, estudiantes,
maestros, y otros actores relevantes, son manipulados para hacer una elección
falsa, dibujando una línea en la arena donde el grupo equivocado de personas
está en el lado opuesto. Ya sea para las escuelas públicas o charters, ambas
partes quieren los mismos resultados, estudiantes creativos y de pensamiento
crítico que estén preparados para participar plenamente en su comunidad y la
sociedad en general. Han sido cooptados. Ahora adoptan un rol antagónico hacia
las escuelas públicas tradicionales, en lugar de que las charters sigan
operando como soluciones creativas, especialmente para las comunidades en
crisis, compartiendo los recursos públicos.
Mientras se libran estas
guerras territoriales, los niños que no asisten a esas escuelas de primer
nivel, porque no han ganado esa lotería, se quedan atrás y con sus propios
recursos en sus escuelas mal administradas, con hacinamiento y recursos
insuficientes.
46% de los 2,3 millones de
personas encarceladas no tienen un diploma de escuela secundaria, ni las
habilidades necesarias para competir en un mercado laboral cada vez más
pequeño. Esto significa que alrededor de un millón de personas no conseguirá
nunca nada más que empleos sin calificación, bajos salarios, beneficios
empobrecidos, en trabajos socialmente ingratos y probablemente en un ambiente
mental y espiritualmente sofocante.
Poco se necesita conjeturar
sobre lo que va a pasar con esos millones no calificados y sin educación que
han resultado fallidos por estas escuelas que continúan siendo erosionadas. Van
camino a las prisiones, porque estos jóvenes son la carne preferida del sistema
penal de la (in)justicia.
Es por esto que puede existir
el cierre récord de escuelas públicas en todo el país y, al mismo tiempo, somos
testigos del surgimiento de empresas respaldadas por las escuelas charter y las
cárceles privadas. El mensaje a la gente es que los elegidos son unos pocos que
serán educados, y el resto quedará bloqueado en la lucha contra su propia
condición de primariedad. Por eso tenemos que seguir esta lucha”.
Citas y Referencias:
- Adwoa Masozi, “Stealing From The Mouth of Public
Education to Feed the Prison Industrial Complex,” Institute for Policy Studies,
February 27, 2012 ,
http://www.ipsdc.org/blog/stealing_from_the_mouth_of_public_education_to_feed_the_prison_industrial_complex.
-
http://www.mediafreedominternational.org/2012/03/13/stealing-from-the-mouth-of-public-education-to-feed-the-prison-industrial-complex/
Estudiante
investigador: Annika Jaeger (Santa Rosa Junior College)
Evaluador
académico: Susan Rahman (Santa Rosa Junior College).
Fuente: ágora global.com