ROBBEN ISLAND
La cárcel en la que estuvo preso Mandela
Fue un símbolo de la represión en tiempos del
apartheid. Ya clausurada, la UNESCO la declaró Patrimonio Histórico de la
Humanidad. El líder histórico de este país ocupaba la celda 46664, con idéntico
número de convicto. Hay merchandising al respecto.
Dennis Brutus lo escribió acá, en
una de estas celdas que ahora son memoria. "Vendrá un tiempo./ Vendrá un
tiempo, esto creemos,/ cuando la forma del planeta / y las divisiones de la
tierra / serán de menos importancia. /Estaremos capturados en la luz de la
amistad./ Una estrella roja de esperanza / iluminará nuestras vidas./ Una
estrella de esperanza./ Una estrella de gran alegría./ Una estrella de
libertad". El era poeta, pero sobre todas las cosas era un soñador de las
causas justas. Su piel blanca y su barba blanca no condicionaban su búsqueda:
él quería un mundo de todos los colores. Entró a Robben Island, esa cárcel que
ahora resulta un museo de la vergüenza de otros días, con la única cara
posible: la de un dolor, la de una militancia.
Allí, en ese mismo espacio de
cautiverio convivieron muchos de los héroes de una idea que luego se hizo país y
ahora se transformó en Mundial. La isla fue utilizada como colonia de leprosos
entre 1836 y 1931. Pero su condición de máximo emblema de la represión
aconteció en tiempos del apartheid. Entre esos prisioneros de aquellos días se
enumeran Nelson Mandela, Walter Sisulu, Govan Mbeki, Robert Sobukwe y Kgalema
Motlanthe. Los mismos nombres que permitieron que ahora la bandera de Sudáfrica
sea más colorida que cualquier otra.
En la actualidad, la isla es una
memoria. Con la prisión clausurada, la UNESCO la declaró Patrimonio Histórico
de la Humanidad. Y ahora, desde el coqueto Puerto de Ciudad del Cabo, se
ofrecen diversas excursiones para visitarla. También hay souvenirs que se
venden en varios rincones del país. En el Waterfront, una chica de ojos claros
que nació en Sudamérica y luce más que guapa tiene una remera ajustada que lo
cuenta: "46663 / I'm Madiba's neighbour" (soy vecino de Mandela). El líder histórico de este país que no para
de seguir naciendo, Nelson Mandela, ocupaba la icónica celda 46664, con
idéntico número de preso. Por eso, también el merchandising al respecto. Su
imagen y esa identificación con la vecindad, ese precioso sentido de
pertenencia. Certezas de que algo nuevo está sucediendo.
Alguna vez el líder de U2, Bono,
retrató la dimensión de esa celda y del personaje que la habitó: "No es
sólo un símbolo para Sudáfrica, no sólo para África; es un símbolo para quienes
aman la libertad. Le dicen Madiba; se llama Mandela". La mayoría de los
que ahora están en la excursión rumbo a Robben Island en este ferry impecable
lo saben: sin él, la Sudáfrica de todos los matices no existiría.
La isla, según cuentan los guías
que la frecuentan, también guarda secretos en las aguas que la rodean.
Ocasionalmente se han encontrado durante varios siglos monedas de oro en sus
costas. Se debe, dicen, a que a fines del siglo XVII un barco cargado de monedas
de oro destinado al pago de salarios en Indonesia naufragó en estas costas y
perdió su carga. El tesoro, otro
misterio de este territorio indescifrable, permanece aún bajo este océano de
bellezas.
Pero más allá de ese oro
incomprobable por ahora, habita en Robben Island otra certeza mucho más grande
que un tesoro enorme: quienes aquí estuvieron presos, creyeron, soñaron,
lucharon, vivieron. Como escribió algún ciudadano de a pie, con los retazos de
un inglés aprendido a los tropiezos, en una de las calles menos favorecidas de
Ciudad del Cabo: "Para ser vistas, algunas cosas primero deben ser
creídas". Eso hicieron Mandela y los suyos. Por eso ahora este país tiene
tantos colores posibles. Por eso ahora, acá, un Mundial está en marcha. Y los
gritos de aquellos presos son una memoria que late.
De: http://www.entremujeres.com
Situada a unos 12 kilómetros por
mar desde Ciudad del Cabo, que se cubren con un ferry turístico, esta prisión
llegó a albergar a más de 1.200 internos en los años 60, sometidos a un férreo
régimen de confinamiento que incluía vejaciones personales, torturas y trabajos
forzados picando piedra o en una cercana mina de cal.
Estas terribles condiciones de
vida (ejemplos: los colchones no llegaron hasta 1978; durante muchos años solo
hubo tres duchas y tres retretes para toda la población penitenciaria; y muchos
presos sólo dejaban la celda una hora al día, media hora por la mañana y otra
media por la tarde), afectaron gravemente a la salud de "Madiba", que
debió arrastrar secuelas físicas durante el resto de sus días en libertad, como
una grave enfermedad respiratoria que acabó finalmente con su vida y daños en
sus ojos por ser obligado a trabajar en el yacimiento sin gafas protectoras.
Por si fuera poco, la dura
política de segregación dentro del complejo dejaba a los internos negros en el
escalafón más bajo, con escasos privilegios, aún más reducidos para los presos
políticos, que recibían menores raciones de comida y sólo podían recibir una
carta (censurada) y una visita cada seis meses.
PROCESO DE RIVONIA
Mandela llegó a Robben Island en
1964, tras ser hallado culpable en el llamado Proceso de Rivonia, en el que se
descabezó a la cúpula directiva del Congreso Nacional Africano (CNA),
asociación que estaba implicada en una dura campaña de atentados terroristas
contra el gobierno del 'apartheid'.
Del total de 27 años de cárcel a
los que fue condenado, pasó 18 en Robben Island, mientras que el resto de su
cautiverio se repartió entre las cárceles de Pollsmoor y Victor Verster, ya en
territorio continental.
Otros nombres ilustres que
pasaron por la isla de la infamia fueron el actual presidente sudafricano,
Jacob Zuma; el ex presidente Kgalema Motlanthe; líderes históricos del CNA
condenados en Rivonia como Walter Sisulu y Ahmed Kathrada; y Govan Mbeki, padre
del ex presidente Thabo Mbeki.
En el caso de Mandela, es bien
sabido que la presión internacional llevó al gobierno de P.W. Botha a buscar
una salida pactada en 1985, pero 'Madiba' se negó con un argumento recordado
hasta hoy.
Ante unas 9 mil personas, su hija
Zindzi (de 25 años entonces) leyó en el Estadio Jabulani de Soweto junto al
célebre arzobispo anglicano de Johannesburgo, Desmond Tutu, la respuesta de
Mandela a la oferta de ser libre a cambio de que renunciara a la lucha armada:
"No puedo y no haré ningún compromiso cuando ni yo ni ustedes, el pueblo,
son libres. Sólo los hombres libres pueden negociar, los prisioneros no pueden
firmar contratos".
En la actualidad, son miles de
personas las que acuden anualmente a Robben Island para conocer de primera mano
una de las caras más terribles del 'apartheid', el régimen racista que gobernó
Sudáfrica oficialmente desde 1948 hasta principios de los años '90, cuando
llegó al poder el aperturista Frederik de Clerk.
De: http://www.24horas.cl
“No hay muros de
la prisión ni perros guardianes ni siquiera los fríos mares que son como la
fosa mortal que rodea la prisión de Robben Island, que puedan lograr frustrar los
deseos de toda la humanidad”
Ni
prensa, ni radio ni relojes ni calendarios, pero él dibujó uno en la pared de
la celda.
De: De Google Cultural Institute