B. Necesidades
de los presos en materia de educación
1. La población penitenciaria en
Finlandia
En Finlandia, que tiene
una población total de unos cinco millones de habitantes, hay aproximadamente
3.500 presos alojados en 20 instituciones cerradas y 15 abiertas (estas últimas
son tres prisiones abiertas y 12 colonias de trabajo). Aproximadamente 9.000
delincuentes son recluidos cada año en las instituciones penitenciarias.
La mayoría de los presos
tienen entre 25 y 39 años de edad (véase el cuadro 1). La edad media es de unos
33 años. Los reclusos confinados por primera vez representan una cuarta parte
de los penados del país. Las mujeres forman el 3,5% de la población de
reclusos.
Cuadro 1. Distribución por
edad de la población penitenciaria
al 1? de octubre de 1992
Edad
|
Número
de presos
|
Porcentaje
|
15-20
|
125
|
4
|
21-24
|
470
|
16
|
25-29
|
643
|
21
|
30-39
|
1
020
|
34
|
40-
|
766
|
25
|
Total
|
3
024
|
100
|
La estructura de la población de reclusos en 1992 indica que la mayoría
de ellos han sido encarcelados primordialmente por la comisión de un delito de
carácter violento. La segunda causa de encarcelamiento son los delitos contra
la propiedad. Una quinta parte de los presos han sido condenados por conducir
en estado de embriaguez. Sólo un 4% han sido sentenciados por un delito relacionado
con las drogas.
Aproximadamente la mitad
de los presos (el 53%) pasan tres meses o menos en prisión, mientras que sólo
el 4,3% cumplen una condena de más de dos años. Como término medio, los
reclusos permanecen en prisión durante cinco meses y medio [268].
2. Información general sobre las
calificaciones académicas de los presos
Hasta la fecha no se ha
llevado un registro sistemático de los antecedentes educativos de los
condenados a prisión. Sin embargo, se están tomando disposiciones para adoptar
esta medida. Por el momento, cabe hacer referencia a dos estudios publicados
por el Departamento de Administración Penitenciaria.
La base del primer estudio
[150] fue una encuesta realizada en 1988, cuyas conclusiones se compararon con
las de un estudio sobre la fuerza de trabajo realizado en 1987. En ese estudio
participaron 575 reclusos elegidos al azar.
El 7% de los presos que
participaron en el estudio no habían terminado el ciclo básico de enseñanza ni
otros estudios equivalentes. Entre los reclusos muy jóvenes, es decir, de 15 a
20 años de edad, uno de cada tres no había terminado la enseñanza básica. Sólo
el 2% de los presos habían tomado el examen de certificado en la escuela
secundaria de ciclo superior, mientras que en toda la población activa la
proporción correspondiente era del 20%.
Un 40% de los reclusos no
habían cursado estudios de formación profesional, un 30% habían tomado un curso
de formación profesional (generalmente de corta duración), un 29% tenían un
certificado de formación profesional y un 1% un diploma universitario.
Una cuarta parte de los
reclusos habían cursado estudios durante su permanencia en la cárcel. En
general, habían hecho un curso de formación profesional.
El estudio examinaba
también las actividades en las que los presos deseaban participar durante el
tiempo de su condena. Más de la tercera parte de los reclusos (el 37%) deseaban
estudiar mientras permanecían en la cárcel. En una quinta parte de las
respuestas, los presos no especificaban las materias que deseaban estudiar pero
expresaban el deseo de recibir cursos de formación profesional para obtener un
certificado. Entre las materias de estudio mencionadas, las preferidas eran la
ingeniería mecánica, metalmecánica y la construcción.
Unos pocos presos (el 5%) deseaban cursar los estudios del ciclo básico, y otro
15% deseaban seguir estudios generales como los de la escuela secundaria del
ciclo superior, idiomas e informática.
Los resultados del estudio
permitían concluir que el nivel de educación general de los reclusos era muy
bajo. Así pues, las características de la educación de la población de reclusos
eran diferentes a las de la población general. Una de cada diez personas de
toda la población general en edad de trabajar había estudiado en la universidad
o seguido estudios equivalentes, mientras que entre los reclusos la proporción
correspondiente era uno de cada cien. Más de la mitad de toda la población (el
57%) había seguido estudiando después de terminar la enseñanza básica, mientras
que sólo el 28% de los presos habían recibido una educación análoga. Sin
embargo, el nivel de instrucción de los presos había mejorado ligeramente
durante los últimos veinte años, probablemente a causa de la reforma general de
la enseñanza efectuada en Finlandia en el decenio de 1970. También se observó
que había subido un poco el nivel de la formación profesional.
En 1990, como complemento
del estudio anterior, se hizo una investigación de los antecedentes educativos
de 70 reclusas [127]. Un 17% no habían terminado ningún tipo de estudios
básicos. Un 40% de las entrevistadas habían terminado un curso de formación
profesional, en general en trabajos textiles o de oficina. Solamente un 10% de
las presas tenían certificados de formación profesional, mientras que un 40% no
habían seguido ningún curso de ese tipo. Una de ellas tenía un diploma
universitario. Un 30% de las entrevistadas habían seguido cursos mientras
cumplían su condena, la mitad de éstos de formación profesional. Una mayor
proporción, el 48%, deseaban estudiar durante la permanencia en la prisión.
3. Estudios sobre la necesidad
de los presos en materia de instrucción
elemental y
otras formas de enseñanza básica
Los presos pueden
necesitar enseñanza básica, ya sea porque no han tenido suficiente experiencia
escolar o porque tienen dificultades de aprendizaje. En los dos estudios que se
examinan a continuación se presenta gran parte de la información disponible
sobre las necesidades de los reclusos en ese ámbito.
En 1987 se llevó a cabo un
estudio sobre las deficiencias de las aptitudes básicas de lectura, escritura y
aritmética de presos de edades comprendidas entre los 18 y los 20 años [166].
En ese estudio se suponía que sólo una persona que tuviese conocimientos
adecuados de lectura, escritura y aritmética podría adquirir nuevos
conocimientos mediante la educación sistemática o el estudio independiente. Se
comparaban también los conocimientos de los reclusos estudiados con los de las
personas que habían terminado los estudios del ciclo básico.
Se eligió a presos entre
los 18 y los 20 años de edad porque habían superado la edad de asistencia
escolar obligatoria y habían tenido la oportunidad de terminar los estudios del
ciclo básico. En el estudio participaron 51 presos (50 hombres y una mujer).
Las pruebas se realizaron en cinco instituciones cerradas y se necesitó un día
o dos medios días para terminarlas. Se utilizaron ocho tipos diferentes de
pruebas: cinco para determinar los conocimientos de lectura, escritura y
aritmética, y tres para evaluar las aptitudes.
El estudio no indicó
deficiencias graves en la aptitud de lectura de los presos entre los 18 y los
20 años. Sólo algo más del 10% de los participantes presentaban deficiencias de
mayor o menor gravedad. Se observaron deficiencias leves en la aptitud de escritura
de cerca de la mitad de las personas estudiadas. Los errores en general estaban
limitados a ciertos aspectos concretos (como el uso de las mayúsculas y las
palabras compuestas), que podían corregirse fácilmente con la práctica. No se
observaron problemas graves en la escritura.
Las mayores deficiencias
se observaron en los conocimientos matemáticos. Se calculó que cerca del 60% de
los presos de edades comprendidas entre los 18 y los 21 años necesitaban más
instrucción. Por otra parte, los participantes obtuvieron buenos resultados en
las pruebas de aptitud, en las que la mitad obtuvieron notas medias o altas.
Una tercera parte de los
participantes no habían terminado aún los estudios del ciclo básico de
enseñanza. Cuando se realizó el estudio, una cuarta parte de los participantes
estudiaban en la cárcel, y la mayoría tomaban cursos del ciclo básico [166].
En 1992, la Escuela Normal
de la Universidad de Helsinki llevó a cabo otro estudio sobre los problemas de
alfabetización de los reclusos, como contribución al proyecto de investigación
nacional sobre alfabetización de adultos. El objetivo del estudio [1] era
documentar la magnitud y el carácter de los problemas de alfabetización de la
población de reclusos. Los trabajos de investigación se llevaron a cabo en
cuatro prisiones centrales, y en ellos participaron todos los reclusos que
recibían instrucción en esas cárceles junto con otro 10% de presos elegidos al
azar. En total, 88 presos participaron en el estudio.
La mayoría de los
participantes (el 60%) tenían entre 21 y 30 años; el 17% no habían terminado el
ciclo básico de enseñanza. Cuando se llevó a cabo el estudio, una tercera parte
de los participantes estaban tomando cursos del ciclo básico, el 18% estudiaban
para el examen de certificado, y el 25% seguían cursos de formación profesional
o cursos preparatorios para la formación profesional. Según el estudio, el 23%
de los presos no estaban cursando estudios de ningún tipo. El 27% de los
participantes habían recibido instrucción especial. De los 9.841 presos
admitidos en 1992 en las instituciones penitenciarias, 1.937 (es decir, el 20%)
estudiaban mientras cumplían su condena. Esas cifras indican que la proporción
de presos que estudiaban era mucho mayor en el grupo documentado que en toda la
población penitenciaria.
Todos los presos habían
llegado al nivel de la lectura mecánica, y casi todos respondían a las
preguntas cuando el texto daba respuestas claras. Los presos con poca
instrucción tenían dificultad para contestar a las preguntas cuando era
necesario construir las respuestas utilizando distintos datos poco aparentes en
el texto, y tenían todavía más dificultad para formular ideas originales y
expresarlas por escrito.
En las redacciones breves
era evidente la falta de instrucción, así como la poca práctica de escribir y
un vocabulario activo limitado. En cuanto a los hábitos de lectura, el 88% de
los participantes dijeron que leían el periódico con frecuencia, mientras que
sólo un preso de cada tres dijo que a menudo leía novelas.
C. Legislación sobre la
educación en los establecimientos penitenciarios
La enseñanza
académica en los establecimientos penitenciarios se ofrece de conformidad con
las leyes generales sobre educación básica, formación profesional y otros tipos
de educación en Finlandia. La legislación sobre ejecución de las penas
comprende disposiciones para la instrucción de los reclusos.
Las condiciones generales
para la ejecución de la pena, se estipulan en el Decreto sobre el Régimen
Penitenciario, donde se dispone que el cumplimiento de la condena no debe
obstaculizar innecesariamente, sino más bien debe facilitar, la adaptación
social del recluso. Deben evitarse en cuanto sea posible los efectos
perniciosos de la pérdida de libertad. Las condiciones de las instituciones penitenciarias
deben corresponder en lo posible a las condiciones de vida de la sociedad en
general.
Las disposiciones sobre la
educación de los reclusos figuran en dos decretos: el Decreto sobre Ejecución
de la Pena y el Decreto sobre el Régimen Penitenciario. En ellos se estipula lo
siguiente:
a) Los presos están
obligados a trabajar durante el cumplimiento de su condena. Si los estudios que
cursa el preso en la cárcel se consideran útiles para su vida en libertad, el
director de la prisión puede eximirlo parcial o totalmente del trabajo;
b) Las instituciones
penitenciarias deben organizar cursos apropiados de formación profesional y
otra instrucción que consideren necesaria;
c) La formación
profesional debe mejorar los conocimientos técnicos de los reclusos y facilitar
su colocación y la obtención de mayores competencias;
d) En el certificado no
debe constar que los estudios se han cursado en la prisión;
e) Se debe vigilar el
progreso de los presos en sus estudios y se les debe ofrecer todo el apoyo y el
asesoramiento posibles;
f) Si un recluso al que se
ha eximido del trabajo para que pueda estudiar descuida sus estudios, puede
revocarse la medida por un tiempo limitado o hasta nuevo aviso.
Hay otras disposiciones
relativas a los estudios cursados en centros de enseñanza fuera de la prisión.
Se puede permitir al recluso que asista a una escuela fuera de la prisión
(libertad con fines educativos) si las autoridades penitenciarias lo consideran
digno de confianza y creen que es probable que cumpla las condiciones de la
libertad, y si pueden supervisar los estudios fuera de la institución
penitenciaria.
En la actualidad, las
autoridades de Finlandia están preparando la revisión de las disposiciones
jurídicas relativas a la ejecución de la pena. En el proyecto de ley se propone
que la obligación de trabajar estipulada actualmente se sustituya por la
obligación general de participar en actividades organizadas en la institución.
De esa manera, la obligación y el derecho de los presos de participar en las actividades
de formación y rehabilitación adquiriría la misma importancia que la
anterior obligación de trabajar.
Bibliotecas y actividades
recreativas
El Decreto sobre el
Régimen Penitenciario dispone que las bibliotecas de las prisiones deben
contener libros y otros textos educativos, así como periódicos y revistas. En
la medida de lo posible debe ayudarse a los presos a utilizar los servicios de
biblioteca. También debe darse a los presos la oportunidad de tomar libros en
préstamo de las bibliotecas públicas. Asimismo, el Decreto contiene
disposiciones relativas a las actividades a las que pueden dedicarse los
reclusos durante su tiempo libre. Se estipula que deben organizarse actividades
como cursos, conferencias y debates, y que los presos deben tener la
oportunidad de dedicarse a actividades recreativas adecuadas a las condiciones
de las cárceles. Debe proporcionarse a los reclusos orientación y ayuda para
llevar a cabo esas actividades. También se puede autorizar a particulares y
asociaciones de fuera de la institución penitenciaria para que organicen
actividades recreativas en la institución, y se debe dar a los reclusos la
oportunidad de tomar parte en la planificación y organización de esas
actividades.
D. Enseñanza básica en las
prisiones
En el presente informe, la
enseñanza básica se refiere principalmente a cursos de lectura, escritura y
aritmética, así como a la enseñanza académica para presos que no han alcanzado
el nivel del certificado de escolaridad de la escuela secundaria.
1. Alcance de la enseñanza
básica
Generalmente se permite
que los presos estudien durante las horas laborables, como alternativa al
trabajo. Un principio fundamental de la organización de la enseñanza básica en
las prisiones es que éstas no mantienen profesores propios y los centros de
enseñanza externos se encargan de los programas de estudios. De esta manera, la
enseñanza básica en las prisiones es análoga a la que se imparte en el sistema
de enseñanza general. Los estudiantes reciben siempre certificados de los centros
de enseñanza sin que se indique que han cursado estudios en la cárcel.
Como se ha observado
antes, en 1992 había 1.937 reclusos (o un 20% del total de 9.851 confinados
durante el año) que estudiaban a tiempo completo o parcial en las instituciones
penitenciarias o en centros de enseñanza fuera de las cárceles. En ese mismo
año, un total de 418 presos (es decir, el 4%) tomaban cursos de enseñanza
básica (véase el cuadro 2 a continuación). La mayoría de ellos (el 60%)
estudiaban a tiempo completo, como ocurre típicamente entre los reclusos, y el
20% estudiaban por su cuenta.
Cuadro 2. Reclusos que siguieron
cursos de instrucción elemental o del
ciclo básico de enseñanza en las prisiones, 1990-1992
Número de participantes
Tipo
de estudios
|
1990
|
1991
|
1992
|
Instrucción
elemental
|
89
|
87
|
104
|
Ciclo
básico de enseñanza
|
319
|
338
|
314
|
Total
|
408
|
425
|
418
|
En 1992, 27 reclusos
terminaron los estudios del ciclo básico de enseñanza. Otros muchos terminaron
cursos del ciclo básico en distintas materias. Un estudio finalizado en marzo
de 1993 indicó que el 60% de los presos que tomaban cursos del ciclo básico lo
hacían para mejorar las notas obtenidas en diferentes materias.
En siete prisiones, la
enseñanza permanente básica y la secundaria de ciclo superior son administradas
por las escuelas locales secundarias de ciclo superior para adultos. Esas
escuelas se encargan de la instrucción de los reclusos adultos, así como de los
jóvenes. Para organizar clases en las cárceles, las escuelas deben obtener un
permiso del Ministerio de Educación porque los arreglos para la enseñanza en
esos establecimientos son distintos de los que rigen fuera de ellos. Por
ejemplo, en las prisiones se pueden dictar clases también durante el verano y
el número de jornadas de estudio puede ser superior al estipulado normalmente
para el año académico. La enseñanza básica puede organizarse de manera que los
estudiantes puedan terminar el nivel básico en el tiempo mínimo de un año. Sin
embargo, deben demostrar que poseen la aptitud y los conocimientos
correspondiente a ese nivel, aunque hayan recibido menos horas de instrucción.
El recurso a las escuelas
secundarias de ciclo superior ha demostrado ser una solución excelente para
organizar cursos del ciclo básico para presos que han superado la edad máxima
escolar. La ventaja principal de esa solución es que las clases son organizadas
por los institutos locales de educación de adultos, con maestros de fuera de la
prisión.
Además de las disposiciones
mencionadas anteriormente, aplicadas en siete prisiones, los reclusos de otras
prisiones pueden estudiar materias del ciclo básico y obtener certificación.
Las prisiones contratan a los maestros visitantes y asesores docentes
necesarios. Las escuelas locales del ciclo básico o las escuelas secundarias
para adultos conceden los certificados correspondientes.
2. Instrucción elemental para
gitanos
En 1992, diez prisiones
ofrecían cursos de alfabetización para gitanos, combinando la instrucción con
clases de lengua y cultura gitana. En ese año, esas prisiones dictaron más de
1.800 horas de clases a esos grupos. Las prisiones han procurado contratar
maestros gitanos para esa instrucción, aunque a algunas les ha resultado
difícil encontrar esos maestros.
3. Otras formas de enseñanza
básica
Además de las formas de
enseñanza básica mencionadas antes, también pueden considerarse parte de esa
enseñanza los distintos cursos que preparan a los estudiantes para entrar en el
mercado de trabajo o para seguir estudios determinados. Estos cursos suelen
incluir formación cívica, estudios sociales y conocimientos básicos para la
vida diaria como lavar y planchar la ropa, cocinar, afrontar problemas
relacionados con las drogas o el alcohol y planificar la vida. En 1992, siete
prisiones organizaron 16 cursos preparatorios de ese tipo, que duraron de dos a
17 semanas (seis semanas en promedio) y en los que participaron 127 reclusos.
4. Financiación de la enseñanza
básica en las prisiones
La enseñanza básica
organizada en las prisiones por las escuelas locales secundarias de ciclo
superior para adultos se financia aplicando los mismos principios que se
aplican para otro tipo de enseñanza organizada por esas escuelas, es decir, con
fondos aportados por el Estado y por los ayuntamientos. Pero según las nuevas
leyes sobre financiación pública promulgadas a principios de 1993, la dirección
de las prisiones debe contribuir también a financiar la enseñanza en esos
establecimientos.
En aquellas prisiones en
las que las clases no están organizadas por escuelas locales secundarias de
ciclo superior para adultos, se contrata a profesores interinos y asesores
docentes. Los estudiantes presentan exámenes en las escuelas locales del ciclo
básico o secundarias de ciclo superior para adultos.
La instrucción elemental
para gitanos es organizada por las prisiones o por las escuelas universitarias
municipales, con subvenciones especiales concedidas por las autoridades
encargadas de la educación. También dictan clases adicionales de instrucción
elemental los asesores docentes de las prisiones o los asesores interinos
contratados especialmente, a los que se paga según las horas que enseñan.
5. Instrucción,
métodos de enseñanza y materiales didácticos
El número de estudiantes
de los grupos de estudio de enseñanza básica varía de prisión a prisión porque
depende del número de reclusos que estudian en cada establecimiento y de si las
escuelas locales secundarias de ciclo superior para adultos dan instrucción
permanente. En las siete cárceles donde las escuelas locales se ocupan de la
enseñanza, el número de estudiantes por clase varía entre 4 y 12, pero en
general las clases tienen siete u ocho estudiantes. En otras prisiones, sólo
unos pocos reclusos siguen cursos del ciclo básico en un período determinado;
de hecho, estos reclusos reciben instrucción individual, dispensado por un
maestro a jornada parcial o por el asesor docente de la prisión. En las clases
de enseñanza básica (instrucción en lectura, escritura y aritmética) cada
maestro se encarga de un grupo compuesto por un máximo de cinco estudiantes.
En respuesta a las preguntas sobre los
métodos de enseñanza y el material didáctico, las prisiones informaron de que
los métodos utilizados para las clases de enseñanza básica eran los empleados
normalmente por las escuelas secundarias de ciclo superior para adultos.
Además, las prisiones subrayaron que los métodos de enseñanza se elegían
ateniéndose sobre todo a las necesidades particulares de los presos y planes de
estudio. Si el alumno estudiaba mayormente por su cuenta, se daba mayor
importancia a las clases particulares de recuperación. Asimismo, se observó que
los estudiantes adultos podían tener dificultades para el aprendizaje en grupo.
Para la enseñanza del ciclo básico en las
prisiones se utilizan los mismos libros de texto y otro material que se emplean
normalmente en las escuelas secundarias del ciclo superior para adultos, y que
son elegidos por el maestro o la escuela. La mayor selección de libros de
texto, diseñados especialmente para adultos se halla en idiomas y química. Para
otras materias pueden utilizarse los libros de texto de las escuelas del ciclo
básico. Cuando es necesario se utiliza también otro material didáctico
preparado por los maestros, así como hojas informativas, periódicos,
diccionarios de la biblioteca, cintas de idiomas y videos educativos.
En cuanto a la instrucción elemental, hay un
libro de texto diseñado especialmente para la enseñanza de gitanos adultos.
Aunque este libro se utiliza como material de lectura, contiene información
para la instrucción cívica. Asimismo, algunas prisiones utilizan material
destinado a la alfabetización de adultos o un libro de texto que contiene
nociones básicas de aritmética para adultos. Con frecuencia se utilizan textos
de las escuelas del ciclo básico, si procede, sobre todo libros de matemáticas
y de ejercicios de redacción. También puede utilizarse el material elaborado
para las clases de recuperación de las escuelas del ciclo básico o para la
enseñanza del finlandés a extranjeros. En general, los profesores complementan
el material con hojas informativas sobre la lengua y la cultura gitanas. A
veces los presos reciben materiales, hojas informativas y boletines preparados
por los maestros. Según indican las respuestas a las preguntas del estudio,
había alguna diferencia de opinión entre las prisiones acerca de la
conveniencia de utilizar los materiales del ciclo básico en la instrucción
elemental de los presos. Algunas consideraban que los materiales eran
adecuados, especialmente si se seleccionaban los libros conforme a las
necesidades especiales de los presos, y observaban que los libros de texto del
ciclo básico podían leerse fácilmente. Otras sostenían que esos textos,
especialmente las series ABC (los primeros libros de lectura), eran demasiado
infantiles para los estudiantes adultos y presentaban temas ajenos a la vida en
la prisión.
De conformidad con las sugerencias formuladas
por las prisiones sobre las disposiciones para la enseñanza básica, hay que
adoptar métodos de enseñanza más prácticos e innovadores ya que, por una parte,
existe el problema de motivar a los reclusos (especialmente a los que han
abandonado la escuela del ciclo básico oficial) y, por otra, los programas de
estudio son difíciles. Se estima que los reclusos que han recibido instrucción
en clases especiales o en hogares comunitarios (reformatorios) tienen grandes
dificultades para comprender muchas de las materias que se consideran
difíciles, como los idiomas, las matemáticas, la química y la física. En otras
palabras, existe la necesidad apremiante de ofrecer a los reclusos cursos de
instrucción especial y de recuperación, y también de mejorar esas formas de
instrucción. También es importante mejorar el material didáctico, como el que
se utiliza para la alfabetización de adultos.
6.
Integración de la enseñanza básica con otras formas de enseñanza
Como se ha observado antes, la enseñanza
básica en las prisiones finlandesas comúnmente se trata como una actividad
separada. La instrucción se dispensa a los presos durante las horas de trabajo
y está a cargo de centros de enseñanza del exterior, que examinan a los
reclusos y expiden los certificados correspondientes. De esta manera, se
asegura que las calificaciones de los presos sean en todo comparables con las
de otros centros de enseñanza, de modo que, al ser puesto en libertad, el
recluso puede proseguir sus estudios en otros institutos.
En ciertas ocasiones, algunas prisiones han
ofrecido cursos del ciclo básico de enseñanza como parte de un programa de
formación profesional. La formación profesional básica encaminada a la
obtención de un certificado comprende siempre cursos en determinadas materias
generales como los de idioma finlandés y sueco, matemáticas, idiomas
extranjeros e informática. Sin embargo, esa instrucción no forma parte
necesariamente de los estudios del ciclo básico, por lo que no se menciona en
esta parte del informe.
Los cursos preparatorios para entrar en el
mercado de trabajo o continuar estudios superiores pueden abarcar la
instrucción en matemáticas, finlandés, informática y otras materias del ciclo
básico. Sin embargo, la enseñanza básica no está muy integrada con otras formas
de enseñanza.
7.
Remuneración para los estudiantes
En general, los presos que siguen cursos de la
enseñanza básica reciben una remuneración en las mismas condiciones que los
presos que trabajan. En las prisiones cerradas, la remuneración percibida por
el trabajo se divide en cinco tipos. Esa misma clasificación se aplica a los
presos que estudian. En general, la enseñanza básica solamente se ofrece en las
prisiones cerradas.
La remuneración de los presos en las prisiones
abiertas, en las que los reclusos reciben salarios normales, es mucho mayor que
en las prisiones cerradas. La remuneración que reciben los estudiantes de
formación profesional en las prisiones abiertas equivale al salario más bajo
percibido en esas mismas prisiones.
Los presos que estudian fuera de la prisión
tienen derecho a casi todas las prestaciones sociales de que goza la población
en general, y pagan por su educación como los demás alumnos de la institución
educativa de que se trate.
8.
Servicios de biblioteca para reclusos
Todas las instituciones penitenciarias tienen
una biblioteca en la que los presos pueden encontrar novelas y libros de otro
tipo. También pueden encontrar material informativo de las oficinas de trabajo
y otros servicios públicos. Además de estas bibliotecas, en muchos lugares las
bibliotecas públicas atienden a los reclusos, ya sea estableciendo un servicio
móvil dentro de la biblioteca de la prisión, enviando libros a los presos a
través de ésta o incluyendo a la prisión en el itinerario de los autobuses que
entregan y recogen libros. Al menos 14 prisiones y varias colonias de trabajo,
utilizan los servicios de estos autobuses.
El número de libros que forman las colecciones
de las bibliotecas de las penitenciarias depende, mucho, por ejemplo, de si la
prisión puede utilizar los servicios de la biblioteca pública local o de sus
autobuses. En 1992, las bibliotecas de las prisiones tenían un total de 80.500
libros. Muchas prisiones también prestan cintas magnetofónicas. Varias
bibliotecas de las prisiones se utilizan como salas de lectura cuando están
abiertas, o tienen una sala de lectura
aparte donde los presos pueden leer libros y periódicos.
E. Conclusiones
La educación en las prisiones de Finlandia ha
atravesado un período de rápida expansión en los últimos años. Con las
políticas actuales se ha procurado ampliar los servicios educativos, permitiendo
a las prisiones formular sus propios programas de enseñanza. En la actualidad,
se ofrecen programas en mayor número y variedad, sobre todo de formación
profesional para reclusos. También se ha tratado de mejorar la enseñanza
básica.
Es probable que en futuras reformas
legislativas se sustituya la obligación de trabajar de los presos por la de
participar en las actividades que ofrece la prisión. Esas reformas estarán
dirigidas a ofrecer más actividades que satisfagan las necesidades particulares
de los presos y que sean compatibles con
sus capacidades. Por supuesto, ello tendrá repercusiones en cuanto al alcance y
la variedad de los servicios educativos en las cárceles.
El nivel de la instrucción elemental de la
población penitenciaria en Finlandia es bastante alto. Son pocos los reclusos
analfabetos, y el 90% de los reclusos han cumplido el requisito de nueve años
de escolaridad del ciclo básico de enseñanza. Mientras cumplen su condena, los
presos tienen la oportunidad de terminar los estudios del ciclo básico o de
mejorar las notas de su certificado de escolaridad. La instrucción elemental
para gitanos tiene una tradición de muchos años en el sistema de educación
básica en las cárceles finlandesas. Siempre se ha procurado combinar la alfabetización
de los gitanos con clases de lengua y cultura gitana.
Los programas de enseñanza básica y secundaria
del ciclo superior para los reclusos de las prisiones finlandesas están
organizados por centros de enseñanza externos. Las cárceles no tienen profesores
propios. Así pues, el principio fundamental de la educación en las prisiones
finlandesas es distinto del que se sigue en otros muchos países en este
respecto. Cuando las disposiciones normales no resultan prácticas por haber
pocos estudiantes o por que sólo se precisa una enseñanza, las cárceles
contratan instructores interinos o encargan de las clases a sus asesores
docentes.
Las prisiones ofrecen ya distintos tipos de
actividades recreativas como gimnasia, grupos de debate, servicios de
biblioteca, música y artes y oficios, que dan a los reclusos la oportunidad de
perfeccionarse. Se han hecho planes para ampliar esas actividades, así como los
cursos de enseñanza básica en un futuro próximo, mediante programas que
permitan a los reclusos desarrollar su personalidad y mejorar sus aptitudes
sociales y sus conocimientos básicos.
© United Nations and
UNESCO-Institute for Education
A. El sistema de educación básica en
Finlandia
B. Necesidades de los presos en materia de
educación
1. La población penitenciaria en
Finlandia
2. Información general sobre las
calificaciones
académicas de los presos
3. Estudios sobre la necesidad de
los presos en materia de instrucción
elemental y otras formas de
enseñanza básica
C. Legislación sobre la educación en los
establecimientos penitenciarios
D. Enseñanza básica en las prisiones
1. Alcance de la enseñanza básica
2. Instrucción elemental para
gitanos
3. Otras formas de enseñanza
básica
4. Financiación de la enseñanza
básica en las prisiones
5. Instrucción, métodos de
enseñanza y materiales didácticos
6. Integración de la enseñanza
básica con otras formas de enseñanza
7. Remuneración para los
estudiantes
8. Servicios de biblioteca para
reclusos
E. Conclusiones