jueves, 14 de febrero de 2013

Año 2006 - El C.E.S. realiza una convocatoria a docentes interesados en ejercer en Establecimientos Penitenciarios


Producto de nuestras primeras experiencias es
¡TUMBERA NUNCA... LA PALABRA!

publicación que podría estar encuadrada en el
formato de “Narrativas Pedagógicas”, pues apunta
a recoger algunas de las prácticas y reflexiones
desarrolladas en Idioma Español y en Literatura,
como también actividades de escritura de nuestros/as
alumnos/as y de otros/as internos/as con quienes nos
fuimos vinculando.





Editorial Hacedores de Libros



Ilustración de tapa y de páginas interiores:
“Almas encajadas”
de la artista plástica y docente argentina
Lic. Adriana Pascucci

Idea, selección de textos, corrección, tipeado y compaginación 
Profa. Analcira Milán 

ISBN  978-9974-96-565-2
Se termina de imprimir en noviembre de 2008





-          ¡Ay, profe! ¡Qué bueno que le hayan dejado abrir la ventana! ¿Sabe cuánto hace que no veía la calle?

-          ¿Cuánto hace, Leticia?

-          Y...  más de un año. ¡A ver, a ver! Pa´, se ve todo... Cuánto sol. ¡Y qué tranquilidad!
-          Sí, es la hora de la siesta. Los vecinos deben de estar durmiendo...
-          ¿Sabe qué veo yo desde allá arriba? Un pedazo de cielo tamaño banderola y, de vez en cuando, un penachito de algún árbol. Hoy me va a gustar más que nunca la clase. De hoy, no me olvido más, profe... ¡Muchas gracias!



                                                                                                            Tampoco yo, querida Leticia.



 Garganta siempre busca la Vida



¿Cuánt@s compatriotas habrán oído hablar alguna vez de “los inuit”? ¿Cuánt@s conocerán alguna de sus costumbres? ¿Quiénes habrán tenido el privilegio de escuchar uno de sus “cantos o juegos de garganta”?
Sin duda se trata de un dato insignificante, condenado a morir asfixiado en la tromba de noticias del mercado informativo en el que también nosotr@s somos revolcad@s. Pero quizá, en algún momento no previsto, el dato penado escape a esa irremediabilidad hábilmente impuesta, y much@s tengan la insólita ocasión de vivir una experiencia semejante a la que voy a compartir. 

Resbalando por la angustia de este mundo, como tant@s uruguay@s, tiempo atrás llegué al solitario y vetusto octavo piso de un edificio clave en esta atrayente aldeana que es Montevideo. Iba a enseñar un clásico -Lazarillo de Tormes- tan anónimo para mis alumnos como para mí los inuit; tampoco había leído por entonces El Maestro Ignorante, de Jacques Rancière. En suma: el campo había sido perfectamente preparado por la astuta “casualidad” para que, fascinado por la previa lectura y adelantándose a las varias clases que el análisis nos demandaría, uno de los estudiantes tradujera su comprensión de la obra en una inocente pregunta: “Ana, ¿sabés lo que es un juego de garganta?”  Siendo menos soberbia que el ciego de la novela, hasta tomé apuntes, que ahora transcribo:
             El “canto o juego de garganta” es una técnica musical antiquísima practicada hasta hoy por los inuit (etimológicamente “el pueblo”, no son otros que los esquimales, denominación que rechazan por considerarla despectiva, ya que su significado es el de “devoradores de carne cruda”; originarios del noreste de Asia, habitan actualmente a lo largo del casquete polar ártico).
        Consiste en que dos personas se ubiquen frente a frente e intenten emular sonidos de la naturaleza y hasta de herramientas propias de su entorno. Así mantienen viva la tradición de influir positivamente en los espíritus divinos, mediación que realizaban  las mujeres de esa etnia mientras aguardaban a que sus hombres retornaran de las incursiones de cacería, lo cual constituye una sabia forma de participación integral en los actos de supervivencia comunitaria.  Estas imitaciones del ulular del viento, del murmullo del agua o del roce del serrucho trozando los troncos, son muy tristes aún hoy. Esa tristeza estaba  motivada en la conciencia del carácter irrepetible de esos acontecimientos sutiles pero modeladores del vivir cotidiano, razón por la cual los inuit consideran que hasta lo más banal es digno de la atención grupal y tan relevante como para merecer la solemnidad de una ceremonia.
                  .

Una profunda satisfacción induce a reivindicar admirativamente el nombre de Gustavo, interno de Cárcel Central, como el responsable directo de ese acto, potenciador de todo un proceso de reflexión didáctica y social que en esta publicación pretende empezar a gestar carne; ciertamente, su actitud es representativa de las que día a día nos hacen sentir hambrient@s de un mundo más equitativo. El mismo joven que el primer día de clases me había dicho: Le va a costar mucho, profesora, consumar su objetivo en mí; me cuesta leer, no me gusta”, ha devenido no sólo en inspirador sino en genuino redactor de estas primeras páginas -esas que l@s escritor@s conocen como “las abismales”- porque, presentar estos textos escritos en presidios uruguayos requiere de una filosofía similar a la de esos aborígenes: exige, por un lado, una disposición para oficiar de tubito de resonancia, de garganta que se sabe mero espacio para el tránsito de ciertos sucesos aparentemente intrascendentes (y hasta desechables, según algunos criterios); y la concomitante convicción de que la preservación y difusión de estos minúsculos actos son ceremonia inexcusable  en la reconstrucción de un sentimiento integral de ciudadanía, ese otro desaparecido desde la dictadura servil al neoliberalismo. Porque, como sostuvo Hannah Arendt en La condición humana: El acto más pequeño en las circunstancias más limitadas lleva la simiente de la misma ilimitación, ya que un acto, y a veces una palabra, basta para cambiar cualquier constelación”.


“Prestar la garganta para” o, lo que es análogo, “ser un puente entre” es función pedagógica por excelencia. El gesto del puente es el ritual sencillo, riguroso y apasionante de la docencia. Debajo del puente está el precipicio desde donde puntiagudos guijarros nos miran siempre (1); pero en tanto propiciemos la circulación de conocimiento emocional y racional entre nuestr@s congéneres, en tanto tengamos conciencia de que l@s otr@s son portadores de saberes diferentes y tan valiosos como los propios, la esperanza será siempre más vigorosa que el miedo porque nunca se sentará, como Estragón, a desabrocharse el porfiado zapato (2) sino que se moverá  hasta con los muñones.

Para continuar construyendo esa esperanza que se alza activa contra la falsa irremediabilidad del destino (3) ha sido tejido este libro. Para mostrar a “los que creen estar afuera” un espacio que seguramente no han tenido oportunidad de recepcionar desde sus casas por la pantalla de la TV, siempre ávida de morbosidades; aquí no verán trapos colgados ni sanitarios mugrientos ni rostros erosionados por el HIV ni celdarios  en ruinas; ese es el pan diario de la imaginación de todos “los que estamos presos de la publicidad”.  


Nuestra consigna es fracturar el pensamiento único (4),  borrar el estereotipo, no en aplicación de un conveniente recurso persuasivo sino por obra y gracia de una experiencia verificada muy lejos de los escritorios burócratas y bien adentro de ese Uruguay profundo que late en las catacumbas construidas para esconder la ausencia centenaria de políticas de trabajo, de protección, en fin, de la dignificación que el padre Artigas soñaba para todos y muy especialmente para sus orientales.

Es claro para nosotr@s que, blandir esta bandera en un momento crítico para el sentimiento de seguridad de la ciudadanía, implica riesgos. Pero de eso se trata la docencia, y por qué no, también la vida: vivir es el mayor riesgo que constantemente afrontamos. Recordemos, a propósito, aquel bellísimo poema de nuestro Mario Benedetti: No te salves ahora / ni nunca / no te llenes de calma /  no reserves del mundo / sólo un lugar tranquilo / no dejes caer los párpados / pesados como juicios...”  (5)

Porque toda crisis apareja un salto cualitativo en la maduración, nos atrevimos a marchar bajo un lema peligroso para el mantenimiento del statu quo y nos animamos ahora a enunciar la radical premisa de que, seguir aferrados al cliché del malhechor nacido irredento es mucho más que dejar caer los párpados; es un acto de comodidad y de altanería: nos permite seguir transcurriendo anestesiados, creyendo que ya hemos hecho lo suficiente y que por ende, alcanzamos la perfección: fatal error: la condición humana exuda incompletud; también, fragilidad y, por lo tanto, una constitutiva tendencia, en la naturaleza de la especie, a la transgresión (aunque ninguna autoridad nos haya sorprendido aún “in fraganti delito” o porque, como afirmaba Oscar Wilde: Lo único que no puedo resistir son las tentaciones”.  Ya César Vallejo había planteado, a partir de su propia situación, el mismo saldo: “Todos somos delincuentes siempre o nadie es delincuente nunca”.

Quizás, entonces, podamos partir juntos de una premisa que a tod@s nos abarque y con la que nuestro mejor analista –Eduardo Galeano- hincando rigurosamente  el incisivo en la problemática realidad, nos ha definido como “presos de la necesidad(6), una situación a la que nadie está exento de ser arrojado a cada segundo de este presente pero en cuya red el pobre está perversamente cautivo desde la implantación del patriarcado.

Todo excluido desciende  hacia ella casi por fuerza de gravedad: en su raída mochila carga las piedras que familia y escuela y patrones y gobiernos  le han arrojado durante su breve tránsito de pata sucia, atrevida, curtida; a veces, no tiene apellido propio  pero, de ser Rodríguez (7), ya no pertenece a la ralea de los Espínola (8): no tiene ni siquiera un zaino; y allá abajo, el avaro capitalista chasquea los dedos para que, encandilado, alias Rodríguez baje, en busca del caballito que nunca tuvo y que supone es su  libertad: la sociedad de consumo dictamina que, para ser, hay que tener. (Al respecto, formula Michael Foucault: “El ejercicio del poder no es simplemente el relacionamiento entre jugadores individuales o colectivos, es un modo en que ciertas acciones modifican otras” (9).

Por eso, nuestro personaje nunca figurará en los noticieros como víctima, palabra reservada exclusivamente para  quienes sufrimos daño en nuestra propiedad privada; la ignorancia ha resultado, secularmente, una eficacísima estrategia del Poder y por ello no debe haber rastro en el discurso público acerca de la violencia que el Sistema ejerce sobre el que nada tiene y que del tablero debe ser desplazado con premura, ya que ninguna ganancia prometedora aportará al abominable juego; después de todo, es el “homo-sacer” del derecho romano que Giorgio Agamben (10)  redefinió como el paria que puede ser reducido impunemente a la nada por sutiles estrategias biopolíticas.

Contra ese Poder combatimos, palabra en mano, todos los días en las aulas del país; detrás de ella, las torturantes preguntas acerca de si tendrá suficiente filo ese “puñal que por el puño echa flor” (11) -tanto filo como para  cortar los versátiles tentáculos del monstruo-, y si  esa flor podrá trazar un atajo que desvíe de la cárcel, del manicomio, de la prostitución, de la pasta-base y de las decenas de disfrazadas variantes de la siniestra “jaula que salió en busca de pájaros”. (12)
Décadas atrás, esta lidia era compartida entre padres y docentes;  la actual fragmentación social determina que el rol mesiánico sea atribuido sólo a maestros y profesores cuando, en verdad, tan sólo somos esperanzad@s tejedor@s.

La práctica pedagógica de estos años en las aulas atípicas pero especiales de los centros de reclusión (y por qué no, también en los liceos comunes) autoriza a emitir la durísima conclusión de que en un 90% de las historias de nuestr@s alumn@s, y cualquiera sea el status socioeconómico, no hubo en el ámbito familiar ni “oreja verde“(9) ni mapa de límites. Al decir de Marc De Maeyer, Experto de UNESCO en Cárceles: “La prisión es el símbolo del fracaso de una serie de actores principales en el proceso de la estructuración del individuo, en principio y enfáticamente, la familia”.

Esta comprobación es uno de los motivos acuciantes para la producción de esta artesanal urdimbre, a fin de que nos convoque, a tod@s, a una reflexión perentoria, por cuanto tod@s tenemos una cuota de responsabilidad en esta situación, ya sea por acción o por omisión, incluso y muy especialmente las del pensamiento. Una antiquísima máxima africana dice: “Se requiere todo un pueblo para educar a un niño;  en 1938, Ortega y Gasset planteaba: “No se puede ignorar que si la guerra es una cosa que se hace, también la paz es una cosa que hay que hacer, que hay que fabricar...”  Hay un estado de cuenta a conocer y a asumir para poder empezar a frenar, en algún punto o en todos los puntos viables, el caos al que tal vez ya nos hemos acostumbrado y cuya consensuada fluidez debemos también a la Dictadura cívico-militar, primer gran ensayo de discriminación “al que no piensa y no tiene lo mismo que yo”; de ahí, apenas un deslizamiento para llegar al descrédito, al ninguneo, al “mátenlos a todos” espetado por decenas de oyentes de prestigiosas emisoras día a día. Evidentemente, el quiste de la violencia no drena pus sólo en las cárceles.
Vivimos en una sociedad tan bárbara como para producir abandono, rechazo, maltrato, patologías psiquiátricas desde edad escolar, robos, violación, suicidio, homicidio,... en fin, ese repertorio siniestro que huele a pura muerte, la muerte del ser. Sólo en la medida en que estemos dispuest@s a construir espacios donde recapacitar, podremos concebir la esperanza de destejer la violencia que produzco y sufro, que produces y sufres, que producimos y sufrimos. Entonces sí podrá concretarse la extraña aparición de lo que Roberto Juarroz planteaba así: Entre la zona de las preguntas / y la zona de las respuestas / hay un territorio donde acecha / un extraño brote “  (13).
Con ese extraño brote pugnando por apropiarse de tierra firme me sorprendió pocos días atrás Madaley, una de mis alumnas: “Profe, encontré la clave de la que hablábamos la otra tarde: mi pasaje por este lugar estaba cantado, porque yo estaba muy desconectada; ahora sé que vine aquí para aprender a reconectarme conmigo misma”.
¡Qué reconfortante vibrar al son de esta musiquita! Qué energía ideal para animarnos a lo que Matthew Lipman nos incita en su obra Conceptos para la Libertad cuando enuncia:  


No cuido a la gente de mi comunidad
si tengo una tesis nueva,
y considerando que para alguno puede sonar “fuerte”,
no la digo.
Cuido a mi comunidad si tengo el coraje de decirla.








Una paloma sobre el puente




Desde que nos incorporamos al Proyecto del Consejo de Enseñanza Secundaria “Educación en Establecimientos de Alta Contención”  en 2006 (coordinado por la Profa. Marisa Bada y supervisado por l@s Inspectores Hilda Surraco, Elizabeth Mazzuchi y Miguel Álvarez)  es frecuente escuchar el halago de “¡Ah! Ustedes están cumpliendo una misión sagrada”. Agradecid@s por el elogio, lo que sentimos parece identificarse más con un proverbio de indígenas australianos que dice: “Si has venido aquí para hacer algo por nosotros, pierdes tu tiempo; si vienes porque tu transformación está involucrada con la nuestra, manos a la obra”.

Ese proceso de  transformación tuvo un hito singular para mí en el año 1986, cuando leí una compilación de textos producidos por intern@s de diversas cárceles bonaerenses, en el marco de una experiencia interdisciplinaria realizada dos años antes, dirigida por la poeta argentina Diana Bellessi, cuya labor creativa ha sido siempre tibio canal de resonancia para voces silenciadas por la hipocresía. El título de aquella obra no mentía: aquella “Paloma de Contrabando”, dejaba  su semilla secreta sobre el puente de una vocación que todavía temía ensartarse en los puntiagudos guijarros.

Por ese trasiego imperecedero de luz, función cardinal de un libro, el permanente reconocimiento a la admirada poeta de quienes intentamos ser multiplicadores de  íntimas transformaciones; sin duda, muchas deben de estar vinculadas a una de las frases de alcance universal que alguien –piedra pequeña, anónima pero tributaria de Goliat-  soltó desde aquellas páginas: “Me tengo a mí mism@ y no me perderé”. 
                              



Sos nuestra flor de cartón

Llena de hondos silencios,
memoria cruel del amor,
sos mi flor de cartón,
rosa entregada con cada canción.
Alfredo Zitarrosa
                                   De: Canto de nadie


Lev Vygotsky, uno de los más renombrados sicolingüistas del XX, en Pensamiento y Palabra sostiene: La palabra no fue el comienzo; la acción estaba primero...”  y más adelante añade: “Una palabra es un microcosmos de conciencia humana”.
Quizá no existan márgenes más adecuados que tales consideraciones para enmarcar la historia de esta publicación, de esta flor que, nacida en la incertidumbre, exhala aroma a dolor y, por lo tanto, garantiza su legítima pertenencia a la familia humana.

Bien. Pero, cuál fue la acción que provocó esta íntima  palabra cuya transmisión hemos considerado tan apreciable. ¿Es posible determinar una sola acción desencadenante de..., en este proteico fenómeno de la vida humana?
Si así lo fuera, en este caso tal vez  podríamos llamarla “angustia”, esa que a veces se convierte en la filosa hoja que a la muerte conduce, como le ocurrió a Joseph, el protagonista de El Proceso (14),  cuando no pudo soportar el desfile de los múltiples rostros con que se manifestaba el Poder que lo había detenido. Nuestr@s autor@s también conocen esa iconografía; el Sistema les ha mostrado esa revista desde antes de ser paridos, incluso: pobreza, inequidad cultural, discriminación, abuso, droga, delito, encierro, hacinamiento físico, burocracia judicial, muerte civil,  en suma: VIOLENCIA, es decir, transgresión de los derechos naturales de cualquier ser humano. Sin embargo (y mientras algunos eruditos discuten si la resiliencia es genética o aprehendida, en tanto otros debaten sobre la total, parcial o mínima  recuperabilidad)  estas personas transmutaron su angustia en escritura -mudo grito de auxilio a un interlocutor que, si no existe en derredor, se inventa-, una escritura que se constituye así en la fisura, en la grieta que la mano de la Vida abre en la fosa donde reina la Muerte.

Por cierto, no es una novedad histórica: basta recordar a Miguel de Cervantes cuyo Quijote germinó en una celda de Argamasilla de Alba o a ese verdadero “vivero” de artistas uruguayos que ni las más feroces torturas pudieron mutilar, y estoy pensando, por ejemplo, en Carlos Liscano cuando dice: Yo no sería escritor, no tendría esta cara ni esta voz si no hubiera estado preso”.

El reconocido lingüista Tzvetan Todorov, analiza en “Frente al límite” las experiencias extremas vividas en los campos nazis de concentración, donde much@s prisioner@s fueron capaces de dedicar un retazo de tiempo a la música o a la literatura; instantes durante los que esas personas se sintieron libres y felices. “Lo importante –anota Todorov- no es que se transmita tal o cual mensaje sino la existencia misma de la belleza que se encarna en esas obras y la experiencia de libertad de espíritu que se experimenta al ponerse en comunicación con los creadores y, a través de ellos, con lo universal. (...)  El poema alberga un sentimiento límite (...), el sujeto que está al borde de la agonía, escribe. Es decir, crea. De modo que no sólo hay que ver un sentido en las palabras del poema sino también en el mismo acto de su creación (...)”  Más adelante, sostiene que, en cualquier contexto crítico como ése,  es posible consignar estos actos pequeños como expresiones de la única  heroicidad posible en el mundo de hoy y por eso las llama “las virtudes cotidianas”: la dignidad, el cuidado, la actividad del espíritu.
(A propósito cabe recordar el libro “Sueño con la paz”, que recogió dibujos, pinturas y textos –o sea, actividad del espíritu- producida por los niños yugoslavos en plena guerra.)
En conclusión, la actividad espiritual no es excluyente para ciertos “tipos” humanos sino un procedimiento espontáneo de la especie, una constante en la diversidad. Y si no, recordemos aquella famosa frase de Joan Miró: “El arte está en decadencia desde la cueva de Altamira”.

Por otro lado, concomitante al placer efímero pero insustituible de entrar en contacto con la belleza (único contrapeso al placer que ejerce el Poder), se opera un proceso más profundo, y que nuestro docto Eugenio Coseriu plasmaba así en El hombre y su lenguaje: “ El lenguaje es el primer presentarse de la conciencia humana como tal (…) Como actividad libre es, asimismo, el primer fenómeno de la libertad del hombre(…) Y como aprehensión del mundo, es supuesto y condición de la interpretación del mundo, o sea, del pensamiento en todas sus formas, y, con ello, de la búsqueda de la verdad, que es prerrogativa esencial del hombre en el universo (…)”  
Pero quizás, para la mayoría de nosotr@s, el cotidiano uso de la lengua ocurre sin alharaca alguna, sin la menor advertencia de la dimensión ontológica que realmente aporta al escenario de nuestra vida. ¿Se podrá imaginar adecuadamente, entonces, la significación que cobra la elección de la palabra en claustros regidos por la fuerza, el golpe, la aniquilación?
Podríamos avanzar un poco más en el marco teórico y tener presente el planteo de Walter Ong en Oralidad y Escritura: “Muchas de las características que damos por sentadas en el pensamiento y la  expresión dentro de la literatura, la filosofía y la ciencia, y aun en el discurso oral, no son estrictamente inherentes a la existencia humana como tal sino que se originaron debido a los recursos que la tecnología de la escritura pone a disposición de la conciencia humana… La escritura ha transformado la conciencia humana (…) La escritura posibilita una introspección cada vez más articulada, lo cual abre la psique como nunca antes, no sólo frente al mundo objetivo externo sino también ante el yo interior, al cual se contrapone el mundo objetivo (…)”

¿Qué valoración estaríamos en condiciones de proyectar sobre los textos producidos por nuestr@s estudiantes en los Establecimientos de Detención, después de esta proposición?
Podríamos comenzar por minimizar la idea del mero entretenimiento; cuando un hombre o una mujer de esos Centros se enfrenta a la hoja en blanco mientras su mano se apresta a graficar las vibraciones internas, ocurre lo que cualquiera de nosotr@s puede experimentar si pretende traducir los alaridos de su espíritu, ocurre eso que podríamos llamar “el milagro del espejo” (porque la literatura ES el más fiel de los espejos): libertad, reconocimiento, autoconocimiento, conocimiento del otro y del mundo, recomprensión, conciencia, el trozo de verdad que mi limitada condición me permite avistar... y belleza, por añadidura. Suficientes ingredientes para que una flor –aunque sea una flor de cartón- exhale el perfume inconfundible de la primavera, del renacer de la Vida.








Percibiendo los alaridos de las mariposas



Por su aparente fragilidad, por las espirales de luces y sombras que su vuelo dibuja, la mariposa puede ser asimilada a la actividad espiritual. De hecho, así acabamos de plantearlo. También así lo han concebido diferentes pueblos antiguos, según informaciones que figuran en diversos diccionarios mitológicos. Curioso resulta asimismo establecer una especie de cruce conceptual que se verifica para el psicoanálisis, cuando formula que la mariposa es símbolo del renacer. (15)  Como anillo al dedo, porque la particular actividad espiritual corporeizada en estos textos reviste para nosotros la importancia de un renacimiento, justamente allí donde se había promulgado la muerte del ser.


Por estos tiempos en que la TV. ha instalado una especie de “estado de escándalo continuado” (los canales privados ofician de “repetidores” –de la mañana a la noche y de lunes a domingos- de los insucesos más vanos de las figurillas del medio rioplatense) y en que, desde las emisoras radiales, intentan exorcizarnos a puro grito, resulta muy complicado pretender la detección de las vibraciones espirituales de nuestr@s semejantes, o lo que es análogo: pretender la percepción de los alaridos de las mariposas.


No obstante, ese es el eje de la función docente. Para poder cumplir con el postulado de Rancière de que “Maestro es quien mantiene en su rumbo al que busca”, l@s docentes dependemos de una condición específica como es la capacidad de auscultar, en las más variadas circunstancias, hasta el más leve accionar de las mariposas; mantenerles el rumbo puede ser cuestión de un milímetro.
Pero cuando se es docente de Lengua y/o de Literatura, un@ siente que su máquina de percepción, su caja para la resonancia de hasta el más sutil estremecimiento espiritual, le fue forjada en un finísimo cristal de Bohemia.  ¡Cómo no planificar, entonces, y con extrema meticulosidad, las estrategias necesarias para que mantengan su derrotero l@s que buscan! Están éticamente condicionadas a devolver primorosos sonidos nuestros artefactos.

Hechos tan normales en otros ámbitos, como la inscripción voluntaria y la asiduidad, revisten en estos Establecimientos un síntoma a evaluar muy positivamente y se constituyen en muestra cabal de aquellos estrictos milímetros a mensurar con suma prolijidad. (No es cierto, por ejemplo, que l@s intern@s se interesen exclusivamente porque les será redimida parte de la pena, ya que desconocen las cifras estadísticas del 62% liberado por redención de estudio y trabajo ; es verdad que su concurrencia no sólo está sujeta, en muchos Centros, al diseño de seguridad de cada Unidad sino también al humor diario de algun@s funcionari@s que aún no se han apropiado significativamente de las bondades de la educación, sin duda porque tampoco existen políticas estatales definidas sobre este punto crítico ; de igual modo es real que muchos gobiernos han dejado rastro pernicioso de su desidia en varias generaciones que ni siquiera han culminado Primaria y que, en cualquier prisión, generan un clima poco propicio para que sus compañer@s desarrollen su opción adecuadamente. No obstante, la maravilla existe y se manifiesta no sólo en las altas calificaciones con que rinden sus exámenes nuestr@s estudiantes sino en el hecho palpable de que han forjado, quizás por primera vez, un proyecto de vida sana; qué decir, por último, de quienes están ya indagando posibilidades para realizar una carrera terciaria o la están cursando actualmente.)


En la exacta intersección de ese abreviado cruce de fuerzas  fueron generados estos textos, pétalo a pétalo; la mayoría antes, inclusive, de saberse parte de una flor de cartón.
Descubrir su gestación fue una gozosa sorpresa; asimismo una enseñanza: aprendimos que, en la pasión del silencio, también ocurren acontecimientos extraordinarios;  estímulo irreemplazable, por otra parte,  en esta lucha asumida con Amor porque, como meditaba Frei Betto en torno al personaje bíblico de Isaías: “Sólo el amor es capaz de superar el derecho y evitar hacer de las diferencias divergencias, pues nos enseña a convivir con quien no es como nosotros, ni piensa como pensamos nosotros y, sin embargo, posee la misma dignidad humana”. (16)

La compilación de los mismos ha sido posible gracias a esa comunión de ideales y prácticas, coordenadas esenciales atravesando las respectivas Inspecciones –a quienes agradecemos la fina sintonía con nuestr@s educand@s- y el núcleo de docentes de Lengua y Literatura del Proyecto, conformado por:

ü      Beatriz Gelós - Profa. de Idioma Español en Cabildo
ü      Susana Buchichio - Profa. de Idioma Español en ComCar
ü      Judith Yanieri  - Profa. de Literatura en CNR, ComCar y La Tablada
ü      Ana Pisciottano - Profa. de Literatura en Cárcel de Mujeres de Canelones
ü      Esta hebra-voz  -  Profa. de Literatura y de Idioma Español en Cabildo y C. Central.





¡Tumbera nunca... la Palabra!





...aunque cierres los ojos, sigue en pie...

                                                                                                                                                     
Washington Benavides




Para un breve comentario acerca del título de esta obra, ninguna aseveración científica más adecuada que la de Charles Peirce al decir: «Una regla más perfecta para evitar las ilusiones del lenguaje es ésta: ¿cumplen las cosas la misma función en la praxis? Entonces cabe designarlas con las mismas palabras. ¿No lo hacen? En tal caso se impone su distinción» (17)  (El vocablo “tumbero/a” circula en el léxico rioplatense desde poco tiempo atrás, a pesar de lo cual ya nadie ignora su significado. Pero – y acompañando la línea de pensamiento de Peirce- ¿menta esta palabra una cosa tan distinta a cárcel – prisión- presidio- mazmorra- calabozo- jaula- cana- canuza- chirona- juiciosa- leonera- gayola? ¿No cumple la misma función?
 Una panorámica a la diversa documentación pública y privada, contenida en informativos, artículos periodísticos, bibliografías,... revela que las condiciones en los establecimientos de detención latinoamericanos son deplorables: veintiséis países presentan un nivel superior al 120% de superpoblación, con lo cual no es necesario añadir dato alguno para imaginar la secuencia de atrocidades que aquel apareja. Sin embargo, resulta oportuno considerar, por otro lado, uno de las decenas de aportes estadísticos en esta materia (éste ya arcaico –del año 2000- pero utilísimo, porque ninguna mejora se ha producido desde entonces) consignado por Luis Saavedra en “Are jails necessary?” (18) acerca de que el grueso de l@s prisioner@s está compuesta por pobres, desemplead@s o víctimas directas de la exclusión social.
La vinculación entre esta situación y la aparición de la palabra “tumber@” es nítida, (PROBLEMAS DE INTERLINEADO)
aunque no medie aún una investigación rigurosa. Si toda epifanía lingüística surge de la   necesidad de los hablantes por transmitir experiencias no expresadas en el léxico preexistente, en este caso resulta inevitable. Tumber@  es un derivado de “tumba”, ese lecho donde se produce la descomposición, la corrupción final de un cuerpo ya muerto. ¿Acaso no son las prisiones los campos donde el capitalismo concreta las últimas operaciones de exterminio sobre todos los marginados?
Pero, mientras una franja de usuarios de la lengua explicitaron su conciencia de tal situación en ese vocablo, en el seno mismo de esa comunidad lingüística se produce una resistencia, una rebeldía, (¿un emergente de producción de nueva subjetividad?) que debía encontrar también su espacio en esta obra de renacimiento colectivo; por eso, el adverbio “nunca”. No será nunca  “presa de perros ni pasto de aves” (19) la palabra fugada de la serie siniestra, la palabra capaz de modelar ontológica ficción, la palabra-mundo que funcione como instructivo para la construcción de otro mundo en la vida de cada un@ de estas personas, y en la de tod@s... Como expresa(ba) John Lennon: “Imagina (...) nadie por quien matar o morir (...) ninguna necesidad por codicia o hambre (...) Imagina...”
                                                                                                                  






Morfología de esta flor de cartón


ü      Las primeras expresiones que componen esta muestra corresponden a actividades surgidas en el marco curricular de las asignaturas ya mencionadas.
Podríamos reconocer esta etapa como exploratoria: una vez intuidas en el campo clásico de la clase ciertas  aptitudes interesantes, se resolvió proponer la producción escrita de temas vinculados al desarrollo curricular. Una vez leídos, fue unánime la decisión de conservar el material creado.
Por ello se ha entendido pertinente acompañarlas de opiniones vertidas por alumn@s al finalizar los ciclos. 

ü      En segundo término están ubicados los textos presentados al Concurso Literario “¡Aguante la palabra!”, cuya convocatoria se realizó a nivel intercarcelario entre los meses de setiembre y noviembre del 2006, desde el Establecimiento Penitenciario Femenino Cabildo. A pesar de la colaboración de tod@s l@s colegas para la debida difusión del mismo, resulta oportuna la necesaria autocrítica por cuanto nunca fue posible comunicar los resultados ni premiar debidamente a los ganadores. No hubo tiempo ni recursos ni coordinación adecuada para equilibrar con el entusiasmo. De los intern@s,  ni un reproche; en nosotros, el dolor: el Sistema también nos marcó con el horrendo tatuaje de la lentitud. Por eso es intenso el deseo de que esta publicación pueda enmendar en alguna medida ese involuntario incumplimiento.

      La tercera sección está integrada por textos escritos por intern@s en su mayoría no integrad@s (en virtud de diversas razones) a los cursos curriculares. Revisten éstos una singular trascendencia por cuanto no funcionó aquí motivación externa alguna sino que obedecieron a una natural necesidad humana que en los uruguayos se ha manifestado acentuadamente en todas las épocas. La conexión con muchos de est@s autor@s fue producto de la socialización que la labor docente implica en cualquier ámbito y que en estos espacios se intensifica en cuanto a que much@s de estas personas son abandonad@s  o reciben visitas proporcionales a la disponibilidad económica de sus familias. Entonces la palabra recobra su valor primigenio: es como el sol. El Concurso también funcionó como una buena herramienta de acercamiento entre prójimos.


ü    Por último, entendimos imprescindible proponer un Apéndice con fragmentos textuales de escritor@s consagrad@s (de quienes se aporta una breve información). Una parte de ell@s puso su intelecto al servicio de la reflexión de este tema; el resto, con o sin causa, también puso el cuerpo.







 Gracias al Señor por los navíos que enarbolan banderas en el horizonte de la utopía y desalojan de sus bodegas la memoria de los excluidos, y por los cazadores de esperanza que nunca pierden de vista su objetivo, y por los peregrinos que se niegan a interrumpir sus pasos a cambio de una estabilidad tan inepta como pájaros disecados.

Doy gracias por el encantamiento de la palabra, por su fuerza creativa, volcánica, instauradora de odios y de amores, y por su eco inaudible en los subterráneos de la conciencia, ahí donde el verbo se hace carne transubstanciándose en espíritu y revelando las profundidades de la verdad.


Frei Betto
De: Acción de Gracias






Textos producidos

en el marco curricular


El estudio no se mide por el número de páginas leídas en una noche ni por la cantidad de libros leídos en un semestre.
Estudiar no es un acto de consumir ideas, 
sino de crearlas y recrearlas.

Paulo Freire




           Actividades de Producción de Texto propuestas en Idioma Español

Socialización significa construir a través del discurso
una realidad social que es ella misma discursiva,
no en el sentido de ‘estar hecha de’, sino en el sentido en que es el discurso lo que convierte nuestra experiencia en conocimiento.
Michael Halliday 








            


 en: Cárcel Central            




La ventana está abierta y por allí sale mi alma a buscar...



La ventana está abierta y por allí sale mi alma. ¿En busca de qué? ¿De libertad? ¡Si nunca estuvo cautiva! ¿En busca de luz? Pero si ella es brillante y limpia. Tal vez mi alma sale por la ventana simplemente porque puede flotar en el aire, producto de su pureza y libertad.
Jorge


         La ventana está abierta y por allí sale mi alma a buscar paz. La paz está en todos los rinconcitos de este maravilloso universo y está dentro de cada uno de nosotros; depende de que queramos o no hacerla aparecer.
         La ventana está abierta y por allí sale mi alma a buscar alegría. Ella es fácil de obtener pero también muy fácil de perder.
         La ventana está abierta y por allí sale lo más profundo de mi ser a buscar un pedacito de este maravilloso universo en que nos toca vivir.
                                                                             Luis


         La ventana está siempre abierta y por allí sale mi alma a buscar el fuerte perfume de la primavera que por ella ingresa y me hace saltar de la cama  para disfrutar el aroma de la noche, ese perfume que sólo las flores del jardín de la abuela expelen para cautivar a más de un alma. Ni siquiera la entorno: es la única forma de inhalar y sentir, profundamente, con alma y vida, el aire primaveral que sólo por esta ventana ingresa a mi casa.
         Pero cuando llega el invierno tengo que mantenerla cerrada: el frío del sur ingresa como intruso. Estos son los momentos que me ponen triste: ya no puedo contemplar ni sentir el mismo placer espiritual que me brinda la primavera.
                                                                                      Carlos


La ventana está abierta y por allí sale mi alma, sigilosa, melodiosa. Mi alma sale por la ventana y se enlaza con el viento, recorriendo cada espacio y cada cuerpo, recogiendo aromas y texturas perdidas con el tiempo.
         Mi alma sale por allí, por la ventana, que no es ventana: es mi pecho. Y vuelve a alimentar mi cuerpo con cada minúscula esencia de vida, las que yo perdí con el tiempo.
  Robert
        




Me queda la palabra


  
         Digo palabras para mí y para otros, para los que como yo, al estar aquí, sienten que han perdido todo o casi todo. Las digo para no perder contacto con la realidad, aunque ésta me duela. Tal vez recién comprenda el significado de muchas de ellas, más allá de lo comunes o repetidas que hayan sido en la vida que dejé.
         Todo cobra un significado diferente cuando las cosas se ven desde aquí adentro; las palabras y su alcance no son la excepción. Comprender cuánto ayudan o pueden dañar es casi una tarea cotidiana.
         La palabra me enseña, me cuenta y me confiesa sobre la experiencia de vida de los otros, los que hoy caminan sin opción a mi lado.
         La palabra es grito, es auxilio, es ayuda; se da y se recibe a cambio de nada y a cambio de todo.
         En medio de una vida en blanco y negro, la palabra es más que un color: es un rayo de luz en la oscuridad continua; es el aliento que nos viene de afuera, la que se nos trae entre lágrimas y sonrisas, las que “dicen” como si fuera la primera vez.
         Distingo, porque puedo, las palabras que digo para los otros y las que sólo digo para mí: las que me sostienen día a día, esas que a veces me golpean y las que me alivian también; las que me dicen quién soy y que, a pesar de todo, seguiré siendo, por mí, por los que esperan y por las palabras que todavía no he dicho.


Jorge P.
















en: Establecimiento Penitenciario Femenino “Cabildo”


La otra y yo
  
-          ¿Estás ahí?
-          Sí, acá estoy.
-          ¿En qué mundo estás navegando?
-          Acá, tratando de analizar todas tus charlas.
-          ¿Creés que estoy equivocada?
-          Creo que no siempre decís lo que pensás.
-          Eso, lo sé…
-          Tenés que animarte a más, sin miedos.
-          La verdad, tenés mucha razón, pero falta algo…
-          Bueno, para eso tenés a tu familia y a los que te quieren.
-          Pero yo creo que justamente, a veces no digo todo para no lastimarlos.
-          Yo creo que todos te van a escuchar. ¡Animate!
-          Dejá que lo piense y luego hablamos.
-          Yo estoy acá, ya sabés.
-          Bueno, hasta nuestro otro análisis…La verdad es que me hizo bien hablar contigo.
-          Por siempre contigo. Salí a caminar que te va a hacer bien.
-          Te hago caso. Chau.
Carina




Soy una persona muy tranquila, de buen carácter. Pienso mucho en mis hijas: cómo estarán con este frío, ¿estarán abrigaditas?, ¿estará en orden mi casa? Hace tanto que estoy aquí, encerrada aquí adentro. Y aquí, a veces, soy otra, otra persona, no sé por qué, no soy así.
Mónica


         


Cuando hablo conmigo misma es porque tengo algo que resolver, tengo cosas que arreglar en mi mente. También hablo con mi padre como si estuviera vivo. En fin, hablo mucho con mi otra yo.
            En estos momentos, más que hablar conmigo misma, estoy pensando mucho en mi gente, que está en otro país donde hay guerra. Hace seis años que no los veo, a ninguno, ni siquiera a mi hijo mayor, de 12 años. ¿Por qué fui tan necia? Estaría con ellos ahora. Entonces mi otra yo me dice: ¡No bajes los brazos!
Si no la tuviera, ¿quién sería?
Tania




         De vez en cuando converso conmigo misma. Sólo me pregunto por qué. ¿Por qué es tan difícil la vida? ¿Por qué tanto estando sola? Muchas veces hacemos cosas que no deberíamos: por eso estoy donde estoy. Totalmente arrepentida. Porque me estoy perdiendo toda la infancia de mi hijo de 4 añitos. (Mi mamá también se perdió toda mi infancia y adolescencia por su propia voluntad; yo no, yo por mis errores, por mi adicción a las malditas drogas.) Ahora tengo mucho tiempo para estar acá y lo único que pienso es en la boleta que mi hijo me va a pasar cuando tenga más edad; ya me demuestra en cada visita mi ausencia. Y eso es un dolor que siento en cada instante de cada día. Cuando salga de acá voy a cambiar de ámbito, de gente, para tener a mi hijo conmigo en otro lugar. Quiero empezar de cero. Quiero cumplir las metas que me proponga. La vida siempre me ha dado fuerzas. Todo esto converso con mi conciencia día a día.

Jenny









La ventana está abierta y por allí sale mi alma a buscar...



La ventana está abierta y mi alma sale a buscar un camino que nos lleve al lugar desde donde poder ver las cosas de nuestro interior, reconocer el error y pensar positivamente... pensar “de acá se sale” y así poder enfrentar todas las adversidades. Salir por esa ventana con el alma llena de amor y sin rencor. Pensar que nuestra alma va en camino y llena de esperanza. Pensar en mostrar que todos tenemos un tropiezo en la vida  a aquellas personas que no se acordaron de que nosotras estamos encerradas. Pensar en que, con la capacidad de superación que nos dan el amor y la fe, lograremos salir por esa ventana, y lograremos abrir muchas ventanas para los demás.

Sara  




La ventana está abierta y mi alma sale a buscar la risa de mi hija, la risa que perdió hace siete meses. Mi alma sale a buscar, entonces,  la libertad...

Anónimo




La ventana está abierta y mi alma sale a buscar el aire de la ciudad, de nuestras plazas, el calor de loas personas y de los niños, la libertad que hoy no tenemos y tanto ansiamos. Hoy dejé que mi alma saliera y volviera a mí con la alegría que me está faltando. Pero... ¿qué estoy diciendo? Mi alma se escapó, no quiere entrar, se niega a ser encerrada y me pregunta por qué tiene que estar acá. 
- Porque el cuerpo que ocupas se equivocó y una pena tiene que pagar- le contesto.
- Pero yo no. Yo no hice nada para que me encierren ahí. Mirá cómo está ese cuerpo en el que tengo que habitar: está triste, tiene aspecto feo, está mal. Yo me siento mejor. Mirá cómo juego; he guardado alegría. Yo sostengo ese cuerpo porque soy muy sana y muy bonita; él, no.
-  Vení, alma mía, vení que te necesito. Escuchá.
-  ¿Para qué podés necesitarme?
-  Vení, quisiera tomar un poco de aire y ver el sol.
-  Bueno, si vas a tomar aire y sol, voy. Pero si vas a tomar pastillas, no voy; no y no voy a tomar nada, no quiero enfermar, no sé si después podría curarme. Ya estoy, ¿te sentís mejor?
-  ¡Uy! Qué bien que se siente.
-  ¿Viste cómo podemos hacer mucho entre las dos?
-  Sí, gracias, ya me siento mejor. Así haremos: ayudemos a los profesores y a esos chicos que no quieren saber nada con ellos ni con la vida.
-  Es que sus espíritus se han ido, los han abandonado; no los ayudaron a luchar para no rendirse.
-  Todos, como yo, tendrían que tener un alma como tú, que no me dejás caer, que me mantenés fuerte. Yo te agradezco mucho, alma mía, por estar conmigo y darme las fuerzas que necesito para recibir a mis hijos y a mi madre.

Cielo de los ángeles





           La ventana está abierta y mi alma sale en tu búsqueda, ansiosa y desesperada por reencontrarte, mirando a todos lados, un tanto desorientada y temerosa. Pero en su interior una luz se enciende para guiarla y le dice que te hallará. A medida que va cruzando obstáculos se inquieta, pero no pierde la meta, la meta que eres tú. Paso a paso la búsqueda se vuelve más intensa; se acelera su latir y la angustia la invade; se siente cansada y cree que las fuerzas la abandonarán. Pero el sentimiento que la alimenta, la ayuda a levantarse. El amor hacia ti es su sostén. De pronto, un hermoso sonido apenas perceptible, le dice que ahí estás. A medida que se acerca, puede reconocer la dulce melodía de un arpa. Todo comienza a tener sentido. Comienza a visualizar un espeso césped y oye el trinar de pájaros. El aire está cargado de perfume a jazmines. Y allí estás tú, hermana mía. Tu alma y la mía. Una sola.

Roxana




         La ventana está abierta y mi alma sale a buscar felicidad total: ser libre, en principio, para estar con los seres que quiero; cuidarme, sobre todo interiormente, porque en esta etapa de oscuridad me he dado cuenta de que siempre y hasta ahora, he pensado antes en los demás que en mí (no me gusta el egoísmo, pero tengo que serlo). Mi hijo, mi madre y mis hermanos son las personas que quiero, y también a quienes están conmigo y me apoyan, como es en este caso (un acercamiento físico o verbal es de vital importancia.)
          La vida me ha dado frialdad. Me hubiera gustado que eso no sucediera; no hubiera pasado por muchos momentos. Ocurre que uno no elige. ¿Quién podría haber optado por esto? ¿Será una prueba? ¿Para mejor o peor? ¿Existirá la posibilidad de un cambio? En la personalidad, sí, porque una se da cuenta que se encegueció y que fueron segundos cruzar el límite; hiciste daño por no pensar pero de eso tomás conciencia después, cuando ponés los pies sobre la tierra. Eso tiene que ver con cómo te formaste, con la carencia de límites.

Lorena




            La ventana está abierta y mi alma sale a buscar algo que me eleve el ánimo. Entre unos papeles que han volado con el viento, encuentra una hoja escrita con caracteres un poco borrosos. Pero ella puede mucho y entonces lee:
            “Había una vez un niño que se sentaba a los pies de su madre. Todos los días la veía bordar un tapiz. Desde su posición aquello le parecía un enredo de hilos y nudos. Entonces preguntaba a su madre qué estaba haciendo y ella respondía que, cuando lo terminara, se lo mostraría y que demoraba tanto porque quería que quedara perfecto, que no faltara nada.
               Así siguieron pasando los días y la impaciencia del hijo aumentaba: quería ver el bordado y quería que su madre le prestara atención. Desilusionado, se iba a jugar. Hasta que llegó el día tan ansiado.
               Cuando el niño lo vio, quedó maravillado: aquellos hilos sí tenían sentido. Entonces la mamá le dijo:
-  De la misma manera, Dios nos tiene preparada una hermosa sorpresa. Nos la entregará cuando estemos preparados para cuidarla y valorarla, porque lo que Él nos da es para siempre; lo que es del mundo, del mundo es; nadie podrá quitarnos lo que Dios ha puesto en nuestra esencia.”

 María