Quizás ninguna de ellas tuvo puntual conciencia de lo significativo de sus actos, convergentes en una acción tan intensa que desmoronó las barreras ideológicas impuestas, en definitiva, por el miedo a lo diferente y al diferente, al Otro, ese miedo que aún hoy goza de tan buena salud en el mundo.
Para Ruby Bridges (a la derecha), enfrentar el rechazo de sus nuevos compañeros, el de la mayoría de los docentes y el de la comunidad en general, fue, sin duda, una experiencia ambigua: demoledora y fortificante. El costo de la inclusión siempre termina siendo asumido por el más débil.
Para Bárbara Henry, maestra proviniente del norte, tampoco fue promisorio el hecho, pero como adulta sana y centrada en su vocación, lo resolvió con una naturalidad envidiable y se dedicó, durante todo el año, al singular motivo que la había atraído hasta aquel lugar.
Así que, ambas se dispusieron a "aprender". O sea, a amar...
Gracias, Mujeres, por el color del coraje... |