Merklen, Denis. Pobres
ciudadanos. Las clases populares en la era democrática (Argentina, 1983-2003),
1ª ed, Buenos Aires, Gorla, 2005, 224 p, 21x15 cm, ISBN 987-22081-1-5
Merklen
analiza la problemática de las clases populares en la era democrática desde una
mirada englobadora. Su enfoque no está acotado a ningún aspecto específico sino
que en su lugar propone una interrelación de factores y dimensiones en su
análisis para entender la nueva situación social de estos sectores.
El
libro retoma una serie de escritos del autor que parten de su tesis doctoral
bajo la dirección de Robert Castel. Como marcamos el objeto de estudio de
Merklen aparece amplio pero allí radica en cierto sentido su riqueza. El autor
logra articular en su tesis numerosas perspectivas y enfoques de investigación
que en los últimos años tomaron a las clases populares y las transformaciones
económico sociales generadas a partir del neoliberalismo.
En
este sentido, una línea de abordaje la establecieron los estudios sobre el
clientelismo político. Auyero (1997, 2001), Soprano (2003), Zaremberg (2004),
entre otros, se sumergieron en el tema del clientelismo y de las
representaciones sociales que se desprenden de estas formas de relación social
a partir de trabajos etnográficos en barrios marginales con militantes sociales
peronistas.
Otra
línea de trabajo se desarrolló a partir de los estudios sobre los movimientos
sociales desde una perspectiva del cambio estructural. Esta línea explica que
la crisis del Estado de Bienestar y el autoritarismo de la última dictadura
militar generaron significativos cambios en las formas de expresión de la
sociedad: de la movilización de masas a los nuevos movimientos sociales.
(García Delgado, 1994)
Por
otra parte, surgieron estudios que pusieron el énfasis en las transformaciones
en los patrones de acción colectiva de los actores involucrados en la coyuntura
de los años 90 hasta la actualidad (Svampa y Pereyra, 2003; Giarraca, 2001) y
cómo influyeron las transformaciones económicas-sociales y la implementación de
políticas sociales en el plano de constitución de identidades (Feijoó, 2001;
Svampa, 2000; Masson, 2004; Vasilachis de Gialdino, 2003)
Desde
otra mirada ligada a la ciencia política, surgieron investigaciones centradas
en la crisis política, las formas de ciudadanía y las nuevas identidades
políticas. En esta perspectiva los estudios de Novaro (2000) y Cheresky (2001)
marcan que el proceso sociopolítico de los últimos años trajo aparejado un
debilitamiento de las identidades partidarias y una dificultad de los partidos
para integrar lo diverso en una voluntad política unificada basada en
principios ideológicos o identidades diferenciadas.
Todos
estos enfoques anteriormente señalados son los que Merklen retoma y articula en
una descripción del mundo de las clases populares. Para lograr dicha
articulación utiliza el
concepto de politicidad. Lo atractivo de esta noción es que engloba el conjunto
de prácticas de socialización y cultura política de los sujetos. La politicidad
así definida es constitutiva de la identidad de los individuos. Discute a
partir de allí las visiones que conciben la política como una dimensión
autónoma de la vida social con la que los individuos entrarían en relación.
De esta forma inicia el libro
problematizando la poca importancia que, a su juicio, un número importante de
intelectuales le otorgó a las transformaciones económicas de la Argentina, que
debían por su dimensión desestabilizar la democracia. Lo que plantea el autor
entonces es que la teoría política despertó en diciembre de 2001.
Merklen destaca en este debate que los
intelectuales en los años ochenta, influidos en parte por la crisis del
marxismo y el estructuralismo, desplazaron su centro de interés de la lucha de
clases, la teoría de la dependencia y la marginalidad por las nuevas
preocupaciones centradas en la ciudadanía, la transición democrática y la
producción de un orden. Lo que plantea el autor es que hay una idea de
autonomización de la política de la sociedad.
Dentro de esa forma de pensar, la
representación política debía canalizarse a través de los partidos políticos y
la acción política debía ser el voto. La política se autonomiza de la sociedad
para ser conducida por la discusión argumentativa en las instituciones. El
planteo central es que con esas herramientas intelectuales la ciencia política
y la sociología no pudieron comprender por qué las clases populares no se
acomodaban a las transformaciones de la sociedad pero sí al orden democrático.
Emprende a partir de ese momento una
crítica a la mirada institucionalista de la ciencia política la cual observaría
en los movimientos sociales una revuelta de la sociedad, una expresión anómica,
y no sería capaz de percibir lo “positivo” de la politicidad de los sectores
populares. Este obstáculo epistemológico impide la comprensión de las nuevas
formas de acción colectiva, concibe la política a partir de la
institucionalización de los partidos políticos y de la democracia liberal en
oposición a las manifestaciones populares que no se ajustan a los canales institucionales.
Habría una “buena política” opuesta a las tradicionales movilizaciones de los
trabajadores y el clientelismo.
En el primer capítulo retoma la
pregunta de ¿cómo fue posible que los sectores más castigados por las políticas
neoliberales hayan apoyado a los gobiernos que realizaron dicho proyecto?
Utiliza este interrogante para criticar otros argumentos que, según el autor,
tienen el mismo problema que el anterior, es decir parten de la idea del
carácter prepolítico de los sectores populares. Según estas explicaciones el
voto a Menem estaría dado por la hiperinflación que habría sentado las bases de
un régimen decisionista y, por otro lado, aparece la explicación de que el
peronismo se sustentaría en el clientelismo que aseguraría su masa de votantes
a cambio de favores. Lo
que plantea Merklen es que poner todo el peso de la explicación del lado del
carácter decisionista y del clientelismo es desconocer una vez más la
producción política de los sectores populares durante el período democrático.
Indudablemente, el complejo lazo de las clases populares con el peronismo forma
parte de esa producción política, y es este movimiento el que ha comprendido
mejor las transformaciones de la politicidad popular (al mismo tiempo que las
orientaba y contribuía a su instalación). El peronismo reconstruye su lazo con
las clases populares por medio del control del Estado posreformas. Y la clave
de la relación de los sectores populares con el Estado se encuentra en el
desdoblamiento de este último. Por una parte, representa la conducción
centralizada de la economía y de la sociedad en la figura del gobierno
nacional. Por la otra, se convierte en una estructura compleja y
descentralizada en diversos gobiernos locales. Es a través del control de estas
últimas estructuras territoriales que el peronismo recompone en parte su lazo
con las clases populares, pues estas construyen sus mundos de vida en el seno
de los diversos marcos locales.
Esta
explicación le da pie a Merklen para desarrollar otra de sus hipótesis directrices.
Una vez iniciado el proceso de desafiliación, los “perdedores” (clases
populares) se refugian en lo local y reconstruyen su sociabilidad
principalmente a través de lo que llama “inscripción territorial”. Es en el
marco local que las clases populares organizan tanto su participación política
como sus lazos de solidaridad.
En el capítulo segundo continúa con la
critica a la mirada institucionalista y afirma que desde hace más de veinte
años, las clases populares argentinas elaboran nuevas formas de acción
colectiva en respuesta a las profundas transformaciones que, desde lo alto de
la sociedad, desestructuraron sus mundos de pertenencia.
El
autor describe los nuevos repertorios de la acción colectiva a partir del
neoliberalismo y explica el paso de una politicidad centrada en el mundo del
trabajo a una politicidad centrada en la inscripción territorial. Destaca
entonces que desde comienzos de los años ochenta, y en especial a partir de los
noventa, se desarrollaron episodios de cooperación, movilización y protesta
colectivas que encontraban su centro organizativo en el barrio. Esta figura de
lo local se convirtió progresivamente en el principal componente de la
inscripción social de una masa creciente de individuos y de familias que no
pueden definir su status social ni organizar la reproducción de su vida
cotidiana exclusivamente a partir de los frutos del trabajo. En este marco, una
de las tesis centrales de este libro es que el proceso de “desafiliación” que
alcanzó a esta parte importante de las clases populares compuesta
mayoritariamente por hogares jóvenes encuentra un sustituto de reafiliación en
la inscripción territorial.
Esta
afirmación es retomada en el capítulo tercero donde el autor plantea la
observación de la movilización popular a la luz de las transformaciones
sufridas por el mundo
del trabajo y de las reformas introducidas en el dominio estatal. Ellas se
encuentran en el origen del cambio de la politicidad de las clases populares
que ven así modificados sus repertorios de acción colectiva. La nueva relación
con lo político y las nuevas modalidades de la acción se descentran hacia lo
local (o el barrio), donde los más carenciados encuentran una fuente de
“reafiliación”, modos de supervivencia, e incluso una base para la recomposición
identitaria.
En
el capítulo cuarto el autor remarca la paradoja de que cada vez que se oye
hablar de pobreza, menos escuchamos sobre las cuestiones societales y las
relaciones de poder. Destaca que pensar la agenda en términos de lucha contra
la pobreza tiene consecuencias directas: cuanto más se hace la guerra a la
pobreza, más se fija nuestra mirada en los pobres, y menos se trabaja sobre las
causas económicas que la generan.
Asimismo,
relaciona la politicidad de las clases populares con la nueva forma de
intervención del Estado a partir de las políticas sociales focalizadas y
descentralizadas. Esta situación contribuyó a modificar el marco institucional
de la acción política a escala local otorgando a los dirigentes barriales un
poder de articulación con los dirigentes municipales. Por otro lado, al centrar
la acción pública en la figura del pobre en detrimento de la del trabajador,
contribuyeron a desactivar una manera tradicional de inscripción de las
demandas ciudadanas por una de carácter territorial.
En el quinto capítulo desarrolla la
territorialización de las clases populares en América Latina desde una mirada
más panorámica y señala que cuanto más masiva es la precariedad y más fallan
las instituciones, más multiplican los habitantes sus pertenencias. En efecto,
el territorio de los barrios se constituye a partir de la superposición de
círculos de pertenencia: iglesias, bandas de jóvenes, redes de tráficos
diversos, etc. El tema de cómo el barrio toma sentido en las clases populares
es un punto central de la argumentación de Merklen.
En
el sexto capítulo describe como la irregularidad es la principal característica
de la vida cotidiana por lo que las clases populares luchan por estabilizar su
presente y anticipar lo más posible su futuro. Allí contrapone entonces lo que
denomina “lógica del cazador” vs. “lógica del agricultor”. La primera marca la
contingencia y la falta de soportes que estos sectores tienen en su vida diaria
a diferencia de la segunda que da cuenta de la vida planificada y estructurada
de los sectores medios. De esta forma, es importante marcar que
el trabajo de Merklen constituye una muy interesante aproximación al problema
de la politicidad de las clases populares puesto que, como marcamos
anteriormente, acomete esta tarea desde una mirada multidimensional que da
cuenta de la complejidad del fenómeno y de sus también múltiples aristas. Es igualmente interesante la
perspectiva cualitativa en el trabajo de campo a la cual el autor recurre ya
que esta le permite “acercarse” a la perspectiva de los sujetos en sus propios
contextos de vida lo que le otorga una gran riqueza al trabajo. Rosana Guber
(2001) se preguntaba: ¿para qué el trabajo de campo? Su respuesta apuntaba a
que es allí donde modelos teóricos, políticos, culturales y sociales se
confrontan inmediatamente con los actores. Sólo estando en el lugar es posible
realizar el tránsito de la reflexividad del investigador-miembro de otra
sociedad, a la reflexividad de los pobladores.
Como
cierre y, luego de destacar el aporte de Merklen a la explicación de las
consecuencias sociales del neoliberalismo, creemos que queda abierta la
posibilidad de profundizar en esta línea la investigación en el período que se
abre a partir del 2001 para dar cuenta de las reconfiguraciones económicas,
políticas y sociales que se vienen produciendo desde ese momento.
Lic. Mauricio Schuttenberg
Pobres ciudadanos
Denis Merklen
Las clases populares en la era
democrática
(Argentina 1983-2003)
Prefacio de Silvia Sigal
Editorial Gorla
(segunda edición)
(Buenos Aires)
Denis Merklen, nació en
Montevideo, Uruguay en 1966. A raíz de la dictadura militar que se instaló en
ese país entre 1973 y 1985, él y su familia escaparon y llegaron a la Argentina y se instalaron en
Ciudad Evita cuando él tenía 8 años.
Vivió también en UPCN, un
modesto barrio de monoblocks construido por el sindicato homónimo, en un departamento
de dos habitaciones y 50 metros cuadrados. También vivió en otros barrios de
esa ciudad. En total, en Ciudad Evita, entre 1974 hasta 1994.
El autor de Pobres ciudadanos
– Las clases populares en la era democrática (Argentina 1983-2003) es sociólogo
y máster en investigación en Ciencias Sociales por la Universidad de
Buenos Aires. Durante diez años enseñó
en la cátedra de Juan Carlos Portantiero y desde 1996 vive en Francia, donde
realizó su doctorado con Robert Castel. Es maitre de conférences en la
Universidad de París 7 e investigador en el Institut de Recherche
Interdisciplinaire sur les Enjeux Sociaux de l´École des Hautes Études en
Sciences Sociales de París (IRIS/EHESS). Ha publicado Asentamientos en La
Matanza (1991), Policies to fight urban poverty (2001), Pobres Ciudadanos (1°
ed.: 2005), Quartiers populaires, quartiers politiques (2009) y L´experience
des situations limites (2009, con G. Bataillon).
Denis Merklen es hijo de dos
maestros de escuela uruguayos que al llegar a la Argentina, escapando de la
dictadura militar de su país natal, debieron cambiar de oficio. La madre se
dedicó a ser ama de casa y el padre a diversos trabajos. El autor del libro
también debió dedicarse a diferentes oficios, desde vender diarios, ser
cocinero en un hotel lujoso, vendedor de Prode, fabricante de pulóveres, entre
varios más. El acceso a la Universidad de Buenos Aires lo hizo conocer, además,
del ambiente universitario, las diferentes fronteras sociales a través del
viaje diario en colectivo, al atravesar la ciudad.
Hace cinco años, la primera
edición de este importante y provocador libro de Denis Merklen conmovió los
modos habituales en los que nuestras ciencias sociales venían pensando lo que
Silvia Sigal, en su prefacio, llama "las consecuencias de los
estragos" derivados de la hecatombe de la Argentina industrial, y, sobre
ese telón de fondo, el nuevo repertorio de acciones colectivas y las nuevas
formas de politicidad de los miembros de las clases populares del país. Contra
la tendencia a separar el problema "sociológico" de la pobreza del
problema "politicológico" de la ciudadanía, esta obra buscaba otros
caminos para pensar las distintas formas de lucha por el reconocimiento y la
integración de millones de individuos excluidos y (como decía Merklen con una
categoría de Robert Castel) "desafiliados", y ofrecía un conjunto de
claves para comprender los espectaculares hechos que habían sacudido la escena
política nacional en los primeros dos o tres años del siglo.
Merklen,
considera que por ejemplo en Francia, las instituciones son muy fuertes y los
movimientos sociales débiles, si los comparamos con los argentinos, cuando
habla de inscripción territorial.
“…La
noción de inscripción territorial permite también captar la especificidad y las
diferencias entre situaciones habitacionales corrientemente identificadas como
“barrios”, “asentamientos”, “villas” y “monoblocks”, por ejemplo, que
constituyen en realidad diferentes modos de inscripción social por el
territorio…”.
También
considera que la producción de ese territorio brinda cuatro puntos de apoyo:
“…En primer lugar, es la base de una sociabilidad elemental y el soporte de una
solidaridad inter paris que permite resistir en los momentos de crisis o paliar
la condición de los más débiles al potenciar las capacidades familiares. En
segundo lugar, el barrio se convierte en una base de apoyo para la salida de
individuos hacia la ciudad y su proyección hacia la sociedad. Desde el barrio
se sale a buscar trabajo, a ganarse la vida o a estudiar, y a él se llega en
busca de reposo y de ayuda. En el barrio se encuentra con quién hablar, jugar
al fútbol, cantar, bailar o rezar. El territorio se convierte así en una suerte
de “capital social” (al modo en que lo piensa Bordieu), en un recurso para la
acción individual. En tercer lugar, el barrio es también el sustento de la
acción colectiva. En el barrio se articulan los movimientos sociales,
revueltas, protestas, se construyen las sociedades de fomento, asociaciones de
las más variadas, se encuentran los migrantes provenientes de un mismo lugar,
se forman diversos grupos de música, iglesias de todo tipo, grupos y partidos
políticos. Estas formas diversas de movilización refuerzan los lazos locales de
cooperación y proyectan al grupo hacia el espacio público y el sistema
político. Finalmente, a nivel de los barrios intervienen algunas de las
instituciones que atañen a las clases populares. En el caso argentino los
partidos políticos juegan un papel mayor. El barrio es también la acción que
sobre él ejercen otros agentes, desde el exterior. La escuela, la policía, y
los servicios urbanos constituyen las principales, junto a todo tipo de
políticas sociales que, precisamente en el período que nos interesa, se
orientaron hacia lo local…”.
Denis
Merklen también narra, en el inicio del libro, cómo fue su experiencia
al
acceder a la Universidad de Buenos Aires a fines de 1983 e inaugurar su vida
universitaria junto al regreso de la democracia en 1984: “No es difícil
imaginar (y menos aún recordar) que vivíamos entonces una verdadera primavera
militante. Todo lo que habíamos callado o hablado en casa bajo los susurros del
miedo podía decirse ahora en la plaza pública. La universidad se convirtió en
el campo donde se libró una verdadera batalla política. Los intelectuales de izquierda
que regresaban del exilio o del silencio vivían un combate por dejar atrás la
revolución e instalar la democracia como horizonte de todos los posibles. Una
buena parte de ellos adhirieron, de cerca o de lejos, a la consigna
alfonsinista: “con la democracia se come, se cura y se educa”, que retraducían,
más o menos, como “dentro de la democracia, todo; fuera de ella, nada”. Por
haber enseñado desde muy temprano en la cátedra de Juan Carlos Portantiero
quedé embebido de ese problema para siempre…”.
En
un contexto social y político distinto, pero que no nos exige menos que el de
hace un lustro los mayores esfuerzos de penetración intelectual, será sin duda
un auxilio inestimable contar hoy con esta nueva edición, corregida,
actualizada y enriquecida con un nuevo prólogo y un nuevo capítulo, de este
libro notable.
De: archivosdelsur-lecturas.blogspot.com