19 de junio de 1764 |
Tampoco los derechos son patrimonio de ninguna clase, sin por ello olvidar que los deberes son proporcionales a la conciencia y el ejercicio de aquellos.
Hoy, en cada Establecimiento Penitenciario, se cumple un particular acontecimiento: la Jura de la Bandera. Un acontecimiento que encendió polémicas de variado tenor desde que se comenzó a practicar.
Sin duda, y en síntesis, que un acto natural como ese haya provocado tanta discusión, sólo revela que aún nuestra sociedad no ha adquirido la madurez suficiente para comprender que la Educación es un derecho inalienable y no manipulable, cualquiera sea el ámbito donde se desarrolle.De esa comprensión depende, en gran medida, que adquiramos otra responsabilidad frente a los hechos sociales y, por lo tanto, que podamos evolucionar en todos los niveles necesarios para nuestro fortalecimiento, incluso en el de la seguridad.
Quizás, quienes discuten tan vehemente, no se han detenido a reflexionar en que los miles de personas privadas de libertad no han experimentado, oportunamente,la posibilidad de transitar por el itinerario de la escolarización. En criollo: "no pidamos peras al olmo"; plantemos y cultivemos perales, y también nos convertiremos nosotros en mejores hortelanos.Recordemos que la ignorancia y el abandono son escalinatas que conducen a los peores crímenes.
A continuación, se transcribe la Introducción al Acto realizado el 19 de junio de 2012 en el Centro de Rehabilitación de Punta de Rieles:
En nombre del Consejo de Educación Secundaria y más concretamente de Educación en Contextos de Encierro, (de su Coordinadora y el cuerpo docente) tengo el gusto de agradecer su presencia a todas las personas que nos acompañan en este acto de afirmación de un derecho que aún hoy, en estos ámbitos, es manipulado por muchos como si se tratara de un privilegio o una dádiva: el derecho a la enseñanza primaria y media de todos los nacidos en la República.
En el
goce de ese derecho inalienable, el juramento de fidelidad a la bandera de la
Nación se torna Aquí un acontecimiento simbólico de singular magnitud puesto
que quizás sea la primera vez que estos jóvenes sienten que el oro, la
seda, la belleza, en fin, -la imponente y sencilla belleza de nuestros símbolos
nacionales- no son propiedad de clases sociales a las que no pertenecen sino
patrimonio de todos.
Gesto
de inclusión tardío, entonces, pero igualmente bienvenido porque revela sin
tapujos que nuestra mentalidad como sociedad está transformándose, lenta aunque
positivamente.
La
acción pausada es un rasgo de nuestra idiosincrasia. Estas tres banderas son
fiel testimonio de ello y cada una es síntesis de los largos y fatigosos
períodos históricos vividos.
Y para
ser coherente con esa actitud prototípica, antes de escuchar el juramento por
el cual nos hemos reunido, deseo entregar, para la reflexión de todos, un dato tal vez olvidado: nuestro mejor
representante, nuestro más venerado oriental, nuestro más excelente maestro, y de
quien hoy celebramos un nuevo natalicio, tenía 47 años cuando se plegó, en
cuerpo, mente y alma, a la Revolución Oriental.
Mediten
sobre ello, queridos alumnos, porque otra vida, otro camino, siempre es
posible. Habrá obstáculos, traiciones, decepciones, cansancio, pero también un
nuevo sentido para vivir,
único antídoto, afuera y
adentro, para levantarnos rumbo a la esperanza.
Que
estas banderas se lleven los miedos a ser ese otro que podemos ser: el otro en
paz. Que nuestro Padre Artigas sea, desde hoy, semilla de luz en la oscuridad
de cada uno de nosotros.
Y ahora,
invito a todos a ponerse de pie a fin de presenciar el acto de solemne juramento
a los Símbolos Patrios.
19/6/2012
Centro Nacional de Rehabilitación Punta de Rieles
Profa. Ana Milán
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