jueves, 5 de diciembre de 2013

"Nada resulta tan deshumanizador como la ausencia de contacto humano"- Nelson Mandela



ROBBEN ISLAND

La cárcel en la que estuvo preso Mandela

Fue un símbolo de la represión en tiempos del apartheid. Ya clausurada, la UNESCO la declaró Patrimonio Histórico de la Humanidad. El líder histórico de este país ocupaba la celda 46664, con idéntico número de convicto. Hay merchandising al respecto.

Dennis Brutus lo escribió acá, en una de estas celdas que ahora son memoria. "Vendrá un tiempo./ Vendrá un tiempo, esto creemos,/ cuando la forma del planeta / y las divisiones de la tierra / serán de menos importancia. /Estaremos capturados en la luz de la amistad./ Una estrella roja de esperanza / iluminará nuestras vidas./ Una estrella de esperanza./ Una estrella de gran alegría./ Una estrella de libertad". El era poeta, pero sobre todas las cosas era un soñador de las causas justas. Su piel blanca y su barba blanca no condicionaban su búsqueda: él quería un mundo de todos los colores. Entró a Robben Island, esa cárcel que ahora resulta un museo de la vergüenza de otros días, con la única cara posible: la de un dolor, la de una militancia.

Allí, en ese mismo espacio de cautiverio convivieron muchos de los héroes de una idea que luego se hizo país y ahora se transformó en Mundial. La isla fue utilizada como colonia de leprosos entre 1836 y 1931. Pero su condición de máximo emblema de la represión aconteció en tiempos del apartheid. Entre esos prisioneros de aquellos días se enumeran Nelson Mandela, Walter Sisulu, Govan Mbeki, Robert Sobukwe y Kgalema Motlanthe. Los mismos nombres que permitieron que ahora la bandera de Sudáfrica sea más colorida que cualquier otra.

En la actualidad, la isla es una memoria. Con la prisión clausurada, la UNESCO la declaró Patrimonio Histórico de la Humanidad. Y ahora, desde el coqueto Puerto de Ciudad del Cabo, se ofrecen diversas excursiones para visitarla. También hay souvenirs que se venden en varios rincones del país. En el Waterfront, una chica de ojos claros que nació en Sudamérica y luce más que guapa tiene una remera ajustada que lo cuenta: "46663 / I'm Madiba's neighbour" (soy vecino de Mandela). El líder histórico de este país que no para de seguir naciendo, Nelson Mandela, ocupaba la icónica celda 46664, con idéntico número de preso. Por eso, también el merchandising al respecto. Su imagen y esa identificación con la vecindad, ese precioso sentido de pertenencia. Certezas de que algo nuevo está sucediendo.

Alguna vez el líder de U2, Bono, retrató la dimensión de esa celda y del personaje que la habitó: "No es sólo un símbolo para Sudáfrica, no sólo para África; es un símbolo para quienes aman la libertad. Le dicen Madiba; se llama Mandela". La mayoría de los que ahora están en la excursión rumbo a Robben Island en este ferry impecable lo saben: sin él, la Sudáfrica de todos los matices no existiría.

La isla, según cuentan los guías que la frecuentan, también guarda secretos en las aguas que la rodean. Ocasionalmente se han encontrado durante varios siglos monedas de oro en sus costas. Se debe, dicen, a que a fines del siglo XVII un barco cargado de monedas de oro destinado al pago de salarios en Indonesia naufragó en estas costas y perdió su  carga. El tesoro, otro misterio de este territorio indescifrable, permanece aún bajo este océano de bellezas.

Pero más allá de ese oro incomprobable por ahora, habita en Robben Island otra certeza mucho más grande que un tesoro enorme: quienes aquí estuvieron presos, creyeron, soñaron, lucharon, vivieron. Como escribió algún ciudadano de a pie, con los retazos de un inglés aprendido a los tropiezos, en una de las calles menos favorecidas de Ciudad del Cabo: "Para ser vistas, algunas cosas primero deben ser creídas". Eso hicieron Mandela y los suyos. Por eso ahora este país tiene tantos colores posibles. Por eso ahora, acá, un Mundial está en marcha. Y los gritos de aquellos presos son una memoria que late.


De: http://www.entremujeres.com

























Situada a unos 12 kilómetros por mar desde Ciudad del Cabo, que se cubren con un ferry turístico, esta prisión llegó a albergar a más de 1.200 internos en los años 60, sometidos a un férreo régimen de confinamiento que incluía vejaciones personales, torturas y trabajos forzados picando piedra o en una cercana mina de cal.

Estas terribles condiciones de vida (ejemplos: los colchones no llegaron hasta 1978; durante muchos años solo hubo tres duchas y tres retretes para toda la población penitenciaria; y muchos presos sólo dejaban la celda una hora al día, media hora por la mañana y otra media por la tarde), afectaron gravemente a la salud de "Madiba", que debió arrastrar secuelas físicas durante el resto de sus días en libertad, como una grave enfermedad respiratoria que acabó finalmente con su vida y daños en sus ojos por ser obligado a trabajar en el yacimiento sin gafas protectoras.

Por si fuera poco, la dura política de segregación dentro del complejo dejaba a los internos negros en el escalafón más bajo, con escasos privilegios, aún más reducidos para los presos políticos, que recibían menores raciones de comida y sólo podían recibir una carta (censurada) y una visita cada seis meses.

PROCESO DE RIVONIA

Mandela llegó a Robben Island en 1964, tras ser hallado culpable en el llamado Proceso de Rivonia, en el que se descabezó a la cúpula directiva del Congreso Nacional Africano (CNA), asociación que estaba implicada en una dura campaña de atentados terroristas contra el gobierno del 'apartheid'.

Del total de 27 años de cárcel a los que fue condenado, pasó 18 en Robben Island, mientras que el resto de su cautiverio se repartió entre las cárceles de Pollsmoor y Victor Verster, ya en territorio continental.

Otros nombres ilustres que pasaron por la isla de la infamia fueron el actual presidente sudafricano, Jacob Zuma; el ex presidente Kgalema Motlanthe; líderes históricos del CNA condenados en Rivonia como Walter Sisulu y Ahmed Kathrada; y Govan Mbeki, padre del ex presidente Thabo Mbeki.


En el caso de Mandela, es bien sabido que la presión internacional llevó al gobierno de P.W. Botha a buscar una salida pactada en 1985, pero 'Madiba' se negó con un argumento recordado hasta hoy.

Ante unas 9 mil personas, su hija Zindzi (de 25 años entonces) leyó en el Estadio Jabulani de Soweto junto al célebre arzobispo anglicano de Johannesburgo, Desmond Tutu, la respuesta de Mandela a la oferta de ser libre a cambio de que renunciara a la lucha armada: "No puedo y no haré ningún compromiso cuando ni yo ni ustedes, el pueblo, son libres. Sólo los hombres libres pueden negociar, los prisioneros no pueden firmar contratos".

En la actualidad, son miles de personas las que acuden anualmente a Robben Island para conocer de primera mano una de las caras más terribles del 'apartheid', el régimen racista que gobernó Sudáfrica oficialmente desde 1948 hasta principios de los años '90, cuando llegó al poder el aperturista Frederik de Clerk.


De: http://www.24horas.cl



“No hay muros de la prisión ni perros guardianes ni siquiera los fríos mares que son como la fosa mortal que rodea la prisión de Robben Island, que puedan lograr frustrar los deseos de toda la humanidad”

Ni prensa, ni radio ni relojes ni calendarios, pero él dibujó uno en la pared de la celda.

De: De Google Cultural Institute




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