Informe de Investigación
Research
Report
Los “hijos de los presos”:
vínculo afectivo entre padres privados de libertad
y sus hijos/as. Avances de un estudio exploratorio
“Prisoner’s children”: affective relationship between
fathers deprived of liberty and their children.
An exploratory study
José Techera
Universidad Católica del Uruguay, Uruguay
Fundación Entre Todos, Uruguay
Giorgina Garibotto
Fundación Entre Todos, Uruguay
Alejandra Urreta
Fundación Entre Todos, Uruguay
Resumen: La
experiencia de privación de libertad (PL) transforma las relaciones a todo
nivel, en particular la paterno/filial. Estos cambios afectan la vida de
niños/as -víctimas secundarias -, privándolos de la cotidiana presencia del
padre; perturbando asimismo a la persona privada de libertad (PPL) (Keijzer, en Fuller,
2002).
Este estudio se centra en conocer la percepción de las PPL y sus
hijos/as -3 y 11 años de edad- sobre el vínculo afectivo y las condiciones en
que éste ocurre, en el marco de la visita carcelaria. Se presentan resultados
preliminares de un estudio exploratorio -cualitativo-, surgidos del análisis de
contenido de entrevistas a 11 PPL, varones, de un establecimiento penitenciario
de Montevideo y sus hijos/as. Las conclusiones destacan: la relevancia de la
visita para el sistema familiar y la de los aspectos contextuales y
situacionales, en la construcción del vínculo paterno-filiar y su posible relación
con ausentismos. Se evidencia la necesidad de profundizar en investigaciones e
intervenciones sobre el tema, para minimizar costos sociales y psicológicos y
perfilar apoyos para una configuración del vínculo paterno-filial que
dignifique, en el durante y después de la cárcel.
Palabras clave: visita carcelaria, vínculo afectivo,
relación paterno filial, personas privadas de libertad.
Abstract: The experience of deprivation of liberty transforms
interpersonal relationships at all levels, including the parent-child bond.
These changes have an impact in the lives of children -secondary victims -
depriving them of the daily presence of their father or mother, in addition to
affecting the prisoner (Keijzer, en Fuller,
2002). This study focuses on the perception of the prisoners and their children -3 to 11 years old- of the affective relationship and the
conditions under which it occurs, during the visit to the prisoner.
Preliminary results of an
exploratory qualitative study, resulting from the analysis of interviews to 11
male prisoners from a prison in Montevideo and their children, are presented. The
findings include: the relevance of the visit to the family unit and the
importance of the contextual and situational aspects in the construction of the
parent-child relationship and its possible relationship to absenteeism. There
is a clear need for further research and interventions on the subject to
minimize social and psychological costs and to outline the necessary support of
a dignifying parent-child relationship during and after the imprisonment
period.
Keywords: visit to the prisoner, affective relationship,
child-parent relationship, people deprived of liberty.
Correspondencia:
Prof. José Techera. Departamento de Psicología Social y Organizacional.
Facultad de Psicología. Universidad Católica del Uruguay. Correo Electrónico: jtechera@ucu.edu.uy
Recibido:
04/2011
Revisado:
06/2011
2°
Revisión: 10/2011
Aceptado:
03/2012
Introducción
La situación de las personas privadas de libertad (PPL), en
las cárceles del Uruguay, representa para el país uno de los problemas sociales
de mayor preocupación en los últimos años. Prueba de ello, es que los últimos
dos períodos de gobierno comenzaron su ejercicio promulgando leyes para su
transformación: en el año 2005 la “Ley de Humanización del Sistema Carcelario”
(Ley N°17897/05) y en mayo del 2010 la “Ley de Emergencia para el Sistema
Carcelario” (Ley N° 18.667/10).
Diferentes informes de actores del sistema nacional
penitenciario, político, de la sociedad civil y organismos internacionales, dan
cuenta del crecimiento de la población en las cárceles, de la precariedad de
los establecimientos de reclusión, de la lentitud de los procesos judiciales y
de la poca eficacia y excesiva escasez de los recursos para la rehabilitación
social de los presos. Con una tasa de 217 PPL cada 100.000 habitantes, ubica a
nuestro país en el tercer lugar de América con la mayor tasa de población
recluida, por detrás de Estados Unidos y Chile (Paternain
et al., 2008, Garcé,
2008). Esta situación refiere, entre otras, a la debilidad del sistema judicial
que encuentra en la prisión, no como un último recurso, sino que se vuelve la
medida habitual de penalización (Informe Nowak,
2010). También se vincula a los procesos de exclusión social, segregación
residencial y fragmentación socio-económica (Paternain et al., 2008; Katzman
& Retamozo, 2005).
Particularmente desde las instituciones del Estado se han
promulgado las leyes mencionadas, que responden a la verificación de la
situación de deterioro en que viven los presos, siendo los principales
problemas los de hacinamiento, salud, educación y desocupación. Todo ello
enmarcado en un clima de violencia cotidiana debido a los problemas de
convivencia que se suscitan dentro de los recintos carcelarios (Garcé,
2008).
En el contexto de aumento sostenido de la población carcelaria y
especialmente el aumento de la población joven, varias organizaciones de la
sociedad civil y del estado uruguayo, desarrollan tareas para mejorar la
calidad de vida de los presos, intentando lograr la humanización del sistema
carcelario, la inserción laboral y social de los presos mientras están
recluidos y cuando ya fueron liberados1.
El presente trabajo se centra en una dimensión particular de
la condición personal y relacional familiar implicada en la privación de
libertad y el vínculo que se establece entre las PPL y sus hijos e hijas,
especialmente aquel que se da en el espacio de la visita carcelaria. A la
visita deben concurrir con un adulto, y pueden hacerlo los días martes, jueves,
sábado y domingo y durante un tiempo de hasta 5 horas cada día. Pretende
explorar el impacto que la calidad de este vínculo pueda tener en el desarrollo
de estos niños y niñas, como víctimas secundarias de la privación de libertad
del padre y los significados que este vínculo tiene para la PPL.
Al indagar sobre el tratamiento que se le brinda al tema
encontramos que este vínculo se ve protegido por tratados internacionales que
propician el mantenimiento del mismo en las mejores condiciones posibles (Organización
de Estados Americanos, Comisión Internacional de Derechos Humanos, 2008).
Varios son los estudios sobre la situación de los niños en las
cárceles y, obviamente refieren a aquellos que viven con sus madres privadas de
libertad (Bona,
1992; Naredo,
1999;Sepúlveda,
1998, entre otros). En cuanto a la situación de los niños y niñas que tienen a
su padre/madre preso/a y no viven en la cárcel, constituye una temática que no
es abordada en profundidad, entre otras razones porque se considera que
pertenece al espacio reservado del círculo cercano de la persona recluida y su
familia. Sin embargo el sistema vincular de los PPL en relación con sus hijos,
adquiere una gran importancia y requiere un tratamiento especial, aunque son sumamente escasas las
investigaciones y propuestas concretas al respecto, especialmente cuando se
trata de progenitores del sexo masculino.
1. Organizaciones gubernamentales, no
gubernamentales e internacionales, como: Servicio Paz y Justicia - Uruguay,
Fundación Entre Todos, Observatorio del Sistema Judicial uruguayo, Patronato
Nacional del Encarcelado o el Liberado, Comisión Asesora de Educación en Cárceles
de Uruguay; Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.
En este trabajo se recogen los
resultados de la primera fase del proyecto que consistió en explorar las
características en que se establecen los vínculos entre las PPL y sus hijos/as.
En la segunda fase y a partir de los resultados anteriores, se realizó una
intervención que consistió en la elaboración conjunta de objetos transicionales
entre padres e hijos (en este caso, juguetes). En la última fase se realizó el
“Seminario Nacional de cárceles .Aprendizajes y confluencias”, dirigido a las
organizaciones de la sociedad civil y estatales, con la finalidad de comunicar
no solo lo referente este proyecto sino también las experiencias y proyectos de
intervención en las distintas cárceles del país.
1. METODOLOGÍA
1.1. Preguntas centrales y marcos
teóricos del estudi
Las preguntas centrales que surgen en
este trabajo son:
1. ¿cuál es la percepción del vínculo
que tienen las PPL, con sus hijos/as que concurren asiduamente a la visita en los
centros de reclusión?
2. ¿cómo inciden las condiciones
generales de la visita carcelaria (la infraestructura, los reglamentos, los
tiempos, los días, etc.) en los vínculos paterno-filiales?
3. ¿cómo inciden los vínculos
familiares especialmente la tenencia de hijos/as, en las posibilidades de
reinserción social?
Los ejes conceptuales utilizados para
el análisis son:
Focalizar la mirada en la relación de
padres varones en condición de PPL, desde una perspectiva psicológica y social.
La paternidad es una característica escasamente abordada por la investigación,
por lo que resulta relevante conocer la incidencia de esta condición de padre
varón en el proceso de su actual situación de privación de libertad y con la
trayectoria delictiva de estas personas.
Para el análisis del tema partimos de
dos enfoques sociológicos: el de género, acerca del rol del varón en la familia
(Güida, Martínez, Salles, Scarlatta, 2007), y la producción sobre las
especificidades asociadas a las situaciones de pobreza y vulnerabilidad social
(Kaztman, 2001; Wacquant, 1999; Martinez,1991). Se concentró el análisis
conceptual y teórico en los aspectos vinculares y en la relación paterno-filial
que se establece a partir de la privación de libertad del padre. Recurrimos a
teorías psicosociales clásicas que abordan la predicción de la conducta a
partir de las actitudes (Azjen & Fishbein, 1975), las teorías de la
Atribución de intencionalidad (Heider, 1958; Jones & Davis, 1965; Kelly,
1955), teorías de las representaciones sociales (Moscovici, 1981) y a las
investigaciones sociológicas sobre desistimiento de la conducta delictiva
(Trajtemberg & Vigna, 2009), que actualmente se desarrollan en nuestro
país, para el análisis de la incidencia en la trayectoria delictiva.
Finalmente se indagó sobre la
percepción y vivencia que los niños tienen acerca del vínculo afectivo con sus
padres, desde los principales enfoques psicosociales y sociológicos que lo
abordan, lo que permitió realizar los análisis de contenidos manifiestos y
simbólicos a partir de la investigación de los aspectos psicoafectivos.
(Siquier de Ocampo, 1983; Koppitz, 1984; Garbarino, 1986; Caride de Mizes et
al.,1982). En este sentido, se priorizaron los aspectos referidos al desarrollo
del niño, su experiencia del apego (Bowlby, 1980) asociada al impacto que
genera en los niños el hecho de que sus padres se encuentran privados de
libertad.
Por otro lado el análisis se sirvió de
los aportes de la psicología social y comunitaria, que se ocupa de conocer cómo
se establece ese punto de encuentro entre los procesos perceptivos individuales
y las condiciones socioculturales y socioeconómicas, en que éstas se establecen
(Montero, 2004, Martin-Baró, 1998).
1.2. Objetivo
Como principal objetivo, este estudio
se propone conocer la percepción que tienen las personas privadas de libertad y
sus hijos/as, entre 3 y 11 años, sobre el vínculo paterno-filial y las
expectativas que las visitas carcelarias generan a partir de las condiciones
generales en que éstas ocurren. Dentro las condiciones generales se toma en
cuenta: la infraestructura, los reglamentos, los tiempos y los días de visita,
las demás PPL y sus familiares que comparten el espacio vincular de las visitas
y todo aquello que incide y está presente en el marco de la visita carcelaria.
Se establece como objetivos
específicos:
a) indagar sobre la percepción y
vivencia del vínculo que tienen las PPL varones primarios (presos por su primer
delito imputado como adulto -mayor de 18 años), recluidos en el Complejo
Penitenciario de Santiago Vázquez, Montevideo, con los hijos/as y familiares
(parejas madres de estos niños/as).
b) Explorar la percepción y vivencia
del vínculo que tienen los hijos/as y las parejas (o familiar encargado del
niño/a) de las PPL primarios.
c) Indagar sobre las condiciones
generales –mencionadas anteriormente- en que ocurre la visita carcelaria y cómo
estas condiciones impactan en el vínculo afectivo entre las PPL y sus hijos/as;
d) informar sobre la vivencia
carcelaria de las PPL y los significados que tiene la experiencia de vida
anterior a la cárcel y sus expectativas de futuro en relación a sus hijos e
hijas.
1.3. Población
- Sujetos del sexo masculino en
condición de PPL primarios, en el establecimiento carcelario para varones
COMPEN, cuyos hijos/as con edades comprendidas entre 3 y 11 años concurren a la
visita carcelaria.
- Hijos e hijas entre 3 y 11 años de
estas PPL, que concurren a la visita carcelaria.
1.4. Método
La estrategia de abordaje metodológico
es cualitativa, con un diseño exploratorio de corte transversal. Las técnicas
utilizadas son la entrevista semi-estructurada, técnicas gráficas y de juego,
diario de campo. La interpretación de los datos se realiza a partir del
análisis de contenidos.
Se llevaron a cabo entrevistas a:
informantes calificados (aquel que tiene un conocimiento global y exhaustivo
del objeto a estudiar) e informantes claves (aquel que posee una información
específica sobre la situación en que se encuentra el objeto en la actualidad);
con la finalidad de acercarse al territorio y a la población de estudio. En tal
sentido se entrevistó a: el Comisionado Parlamentario para el sistema
penitenciario uruguayo; al coordinador de la Dirección de Desarrollo
Penitenciario de la Dirección Nacional de Cárceles, Penitenciarías y Centros de
Recuperación (DNCP y CR que a partir del año 2010 se pasó a llamar Instituto
Nacional de Rehabilitación); un grupo de voluntarios de la Pastoral
penitenciaria, Vicaria de la Solidaridad de la Iglesia Católica (una
organización civil vinculada a una de las religiones que concurre a las
cárceles); el Director y sub-director de Complejo Carcelario Santiago Vázquez
(ejercicio 2009).
-11 PPL primarios, concentrados en el
Módulo V del Complejo Carcelario Santiago Vázquez, que son visitados por sus
hijos/as.
- Entrevistas a 4 parejas de los PPL
entrevistados (adultos responsables de sus hijos/as, en todos los casos la
madre) y con los niños/as que concurren a la visita carcelaria y 6 hijos de los
mismos. Para indagar los aspectos vinculados con los niños y niñas fue
necesario utilizar herramientas específicas que permitieran instrumentalizar
sus posibilidades comunicacionales con el fin de conceptualizar sus vivencias y
percepciones, así como contextualizar los contenidos a estudiar, a través de
técnicas gráficas (dibujo de familia y dibujo libre) y entrevista de juego.
- Se entrevistó en forma individual a 3
guardias del módulo seleccionado, y se realizaron 6 entrevistas grupales con
guardias y policías de otros sectores del recinto. Estos ofrecieron información
relevante sobre los aspectos a indagar. Se trata de los guardias carcelarios,
que son los encargados de la seguridad y vigilancia dentro del establecimiento
y durante las visitas.
El procesamiento de los contenidos se
realizó incorporando tres matrices de análisis: una para las PPL; otra para los
niños/as y sus madres y una tercera para los agentes penitenciarios (guardias).
Los ejes de análisis de las entrevistas
realizadas a los PPL fueron las siguientes: a) Historia familiar y socio
laboral de los reclusos; b) Motivación de delito y vivencia carcelaria; c)
Vínculo con la familia, pareja e hijos; d) Percepción de las visitas
carcelarias y descripción de las mismas; e) Expectativas acerca de los talleres
e intereses; f) Expectativas de futuro a la salida de la cárcel.
En las entrevistas realizadas a
hijos/as y parejas (madres de los hijos/as de los PPL): a) Percepción y
vivencia del vínculo padre hijo/a antes; b) Percepción y vivencia de la visita
carcelaria; c) Percepción y vivencia del vínculo actual; d) Información y
Percepción sobre la situación de privación de libertad; e) Expectativas en
relación al vínculo luego de salir en libertad.
Durante todo el proceso se utilizó el
diario de campo (Taylor & Bogdan, 2000; Frizzo, 2008), a partir del registro
de las notas descriptivas y reflexivas en dos visitas carcelarias previas,
durante el desarrollo de las entrevistas que se realizaban en el mismo lugar de
reclusión en los días que no recibían visita de familiares, y en la
participación de un día de la visita.
2. Resultados y análisis de contenidos
2.1. Acercamiento al terreno de la
investigación
2.1.1. Aportes de los informantes
calificados
La realidad carcelaria es el terreno
sobre el cual se desarrolla este proyecto. Acercarnos al mismo requirió del
conocimiento de las lógicas institucionales que lo rigen y controlan.
En las entrevistas con informantes
calificados recogimos algunas consideraciones acerca de lo que observan
respecto de los vínculos de las PPL con su familia y particularmente con sus
hijos/as. En general se reconoce la relevancia que adquiere el tema del vínculo
familiar para estas personas, aunque señalan que los hijos/as concurren poco a
visitar a sus padres, siendo más frecuentados por otros familiares o
simplemente no reciben visitas. Las distancias entre el establecimiento y el
lugar de residencia de las familias, dificultades económicas para los
traslados, además de la propia decisión de padres y madres son las principales
razones que obstaculizan la posibilidad de que los hijos/as visiten a sus
padres presos. Las condiciones de la visita carcelaria son iguales para todos,
sin espacios exclusivos para recibirlos.
El hacinamiento en el COMPEN,
alcanzando cerca del 100% por encima de su capacidad, propicia situaciones de
violencia interna. Estos, entre otros motivos, lleva a que las lógicas de
intervención del sistema se reduzcan a la seguridad y el castigo, por sobre de
las rehabilitación, lo cual impacta también en las visitas carcelarias (hay
“castigos” que implican no permitirles recibir a los visitantes).
También se señala en las entrevistas la
importancia de abordar la temática familiar y el vínculo filial, ya que, dentro
del sistema penitenciario se viene interviniendo con mayor énfasis con las
mujeres reclusas pero sin ninguna propuesta para los varones.
2.1.2. Primeros datos de registros y
contacto con la población
Para iniciar el contacto con las PPL y
poder ubicar a quienes tuvieran hijos/as, la institución penitenciaria del
módulo 5, relevó durante una semana la visita de menores de 18 años de edad y
detallaron el vínculo que estos niños, niñas y adolescentes tenían con el
recluso.
Los datos primarios del registro de
visitas consignaron que: del total aproximado a los 450 reclusos del módulo,
109 PPL recibieron visita de 179 menores de 18 años. 45 PPL, recibieron vista
de 60 hijos/as, el resto de los visitantes fueron hermanos/as u otros
familiares (véase cuadro 1). Los hijos/as que frecuentaron en la semana más de
una vez fueron solo 7. La distribución de edades de los hijos/as visitantes
fue; 34 de 0 a 2 años, 19 entre 3 y 11 años y 7 entre 12 y 17 años (véase
Cuadro 2).
Se seleccionó para entrevistar a 17 PPL
y se los citó a una reunión informativa a la que asistieron todos, de los
cuales 13 aceptaron participar. Finalmente al momento de la entrevista dos de
ellos no asistieron, uno porque había sido liberado y el otro porque había sido
trasladado de módulo, quedando un total de 11 entrevistados.
Los criterios para su selección fueron:
1.- Edades de los niños/as visitantes,
entre 3 y 11 años;
2.- Que la mayoría de esos niños/as
fueran hijos/as. Solo 2 fueron niños con otros vínculos (hijo solo de la pareja
que los visita en estos casos porque asumían el rol paterno frente a esos otros
niños o niñas sin ser su progenitor).
La decisión de trabajar con primarios,
arrojó como primer resultados que en su mayoría se trata de los reclusos más
jóvenes del establecimiento, lo que significó que mayoritariamente, las edades
de sus hijos sean menores de 6 años, encontrando muy pocos en edad escolar, de
6 a 11 años (véase Cuadro 3).
En cuanto al contacto para entrevistar
a las parejas y los/as hijas/as de los PPL, presentó varias dificultades, por
las que las entrevistas realizadas se redujeron. Se esperaba poder realizar
entrevistas con todos los hijos/as de los entrevistados, previo consentimiento
de los mismos y sus madres, pero sólo se pudo realizar encuentros con 4 de las
madres y 6 niños/as. Se solicitó al propio padre que diera inicio al contacto,
debiendo ser él mismo quien informara y decidiera previamente con su pareja
(madre de sus hijos/as) sobre la realización de estas entrevistas (siempre y
cuando volvieran a ser visitados), lo cual enlenteció el proceso. Otro motivo
que constatamos tuvo relación con las distancias físicas entre barrios y
lugares de entrevista, que hizo que las familias tuvieron dificultades de
traslado. En otros casos no pudieron acceder a la entrevista por diversos
motivos, a pesar de las facilidades que se daban (pago de boleto y tres lugares
distintos cercanos a sus domicilios).
2.2. Análisis de contenido de
entrevistas
En los siguientes apartados resumimos
los resultados de las entrevistas realizadas con las PPL, a sus parejas y a sus
hijos/as, siguiendo los ejes conceptuales de análisis de contenidos presentados
en la metodología.
2.2.1. Perfil de los PPL entrevistados
y vínculos familiares
La población implicada en esta etapa de
exploración, como ya se ha dicho anteriormente, se trató de PPL, en su
condición de primarios, padres que tienen hijos entre 3 y 11 años y que los
visitan regularmente. Los padres en su mayoría son jóvenes con edades
comprendidas entre 19 y 31 años.
Encontramos entre estas personas un
bajo nivel de educación formal; sólo dos entrevistados han cursado algún año de
liceo y el resto no ha culminado la escuela.
La situación laboral, previa a la
encarcelación, consistía en trabajo informal que alternaban con situaciones de
desocupación; sólo uno no tiene antecedentes laborales ninguno, los demás han
trabajado en más de una oportunidad.
Las familias de origen de los jóvenes
entrevistados oscilan entre 4 y 14 integrantes. Asimismo, existe cierta
coincidencia de “hacerse sólo” en la vida desde chicos, con baja presencia de
la familia y largas estadías en situación de calle. Si bien no hay un patrón de
conducta en la reacción de las familias en su actual situación, hay integrantes
que acompañan la situación actual de la PPL y otros que se alejaron del mismo.
Los entrevistados seleccionados para este estudio habían recibido visita de sus
parejas e hijos los tres días de visita en la semana en casi todos los casos.
En algún caso excepcional había recibido la visita solo una vez en la semana.
La mayoría de los jóvenes tuvieron su
primer hijo durante la adolescencia y la mayoría tiene 2 o más hijos, siendo
que los primeros han sido “buscados” por la pareja de padres.
La relación con sus parejas lleva entre
5 y 12 años de duración y comenzó durante la adolescencia. En todos los casos
las parejas -madres de sus hijos- son quienes posibilitan el vínculo con sus
hijos, por un lado desde lo reglamentario, ya que ningún niño puede entrar sin
la madre o alguien a quien le de un poder por escrito; por el otro, porque no
se siguen normas que amparen el derecho del padre a ver a sus hijos más allá de
la voluntad de la madre.
2.2.2. Acerca de la conducta delictiva
que motiva su privación de libertad o comisión del delito
Si bien la mayoría son primarios del
sistema penitenciario adulto, dos de los entrevistados manifestaron tener
antecedentes de detención cuando eran menores de edad (menos de 18 años).
La relación con el círculo delictivo
está determinada fuertemente por los antecedentes del joven y por los
antecedentes familiares, encontrando en estos ámbitos un lugar de pertenencia,
en algunos casos tiene estrecha relación con la proximidad a la situación de
calle y la vivencia familiar fragmentada. En la mayoría de los casos, su
acercamiento a los grupos delictivos surge casi casualmente, por ejemplo, un
amigo que lo invita a cometer un delito. Dicha instancia es vista como
oportunidad para acceder a bienes para su familia a los que no podría acceder
en el corto plazo por la vía legal. Otros casos plantean que la causa central
que los llevó al acto está directamente ligada al consumo de drogas, ya sea por
haber consumido en eses momento o por procurar los medios para conseguirla, sin
afectar otros recursos económicos para el sustento familiar (trabajo).
En los casos estudiados, la tenencia de
hijos, en un contexto de baja escolarización donde es muy difícil acceder a
ingresos que le permitan cubrir las expectativas familiares de bienestar, la
comisión de delitos parece ser una alternativa para la provisión de ingresos al
hogar.
Otro factor que coadyuva a la actividad
delictiva parece estar ligado a los barrios de residencia de los entrevistados
que se ubican, en su mayoría, en espacios segregados de la ciudad, con altos
niveles de vulnerabilidad socio - económica.
Sin ser los únicos factores de
incidencia, los bajos recursos económicos, la tenencia de hijos y la
responsabilidad de su sustento, actúan como elementos que promueve la conducta
delictiva, influyendo sobre el establecimiento de normas subjetivas, que
justifican este comportamiento: “la necesidad es lo que legitima ir contra la
norma objetiva”.
2.2.3. Vivencia carcelaria: educación,
ocupaciones y vínculos
Si bien la medida de privación de
libertad tiene una función punitiva para las personas que cometen delitos,
surge como una oportunidad de “rehabilitación social” de la persona a través de
la educación formal. Sin embargo el acceso a la educación no se encuentra
estimulado dentro de la cárcel. La concurrencia a la escuela o al liceo es
totalmente voluntaria, las oportunidades dentro de la cárcel para encaminar los
procesos educativos de los PPL, están restringidos. La culminación de la
escuela por parte de los reclusos más jóvenes, que debería ser prácticamente
obligatoria (desde las políticas públicas de educación, sí lo es), resulta de
difícil acceso y en el caso de acceder, sostener esta propuesta parece ser muy
difícil para la mayoría. Existirían algunas razones que hacen referencia a la
propia voluntad de los jóvenes reclusos, por ejemplo acceder a la finalización
de sus estudios escolares depende del pedido expreso, por escrito, de cada uno
de ellos y no se tiene información clara acerca de los procedimientos de
selección para autorizar la asistencia, además que alguno de ellos son
analfabetos pro desuso.
Las comisiones, es decir las
actividades de trabajo propuestas para los reclusos, en general son bien vistas
por ellos, por la posibilidad de generar algún tipo de remuneración durante la
reclusión, la posibilidad de redención de pena bajo el régimen de un día menos
de condena por cada dos jornadas laborales (ocurriría lo mismo con la educación
formal), y por último la posibilidad de estar más tiempo fuera de la celda y
del piso en donde quedan la mayor parte del día. Sin embargo, se repiten las
dificultades planteadas en el punto anterior para acceder a estas comisiones y
existe desconfianza por parte de las propias PPL acerca de los criterios de
selección que se utilizan, lo que desalienta su presentación voluntaria a
comisiones por actividad laboral.
Las condiciones de habitabilidad de las
celdas son inadecuadas para albergar a personas ya que comparte en un mismo
ambiente el lugar para dormir, el servicio higiénico, con el agravante del
hacinamiento, que hace que algunos tengan solo un colchón para dormir en el
piso; sin embargo, en la mayoría de los casos no parece impactar negativamente
en la percepción de estos jóvenes, que parecen haber naturalizado esta
situación.
La relación entre los reclusos y el
conocimiento entre ellos actúa como protección, y también como riesgo. En los
casos en los que no se tiene antecedentes de prisión (como menores) y la
cercanía de personas privadas de libertad no era frecuente, la vivencia de la
cárcel es más solitaria.
Se menciona la presencia de grupos de
reclusos que marcan diferencias, estableciéndose códigos de violencia, y juegos
de poder, lo que se vive como una situación de riesgo para aquellos que no
“entran en el juego”. Existen reclusos que ayudan, explican los códigos
necesarios para moverse en la cárcel y promueven una convivencia lo menos
violenta posible. Otro grupo, en cambio, en el que la reclusión está
naturalizada porque están hace más tiempo, pone en riesgo a los nuevos
reclusos. Cada día que un joven primario comparte con otros jóvenes más
experimentados en las actividades delictivas, desalienta la participación en actividades
que habiliten la reinserción social y en algunos casos, actúa como espacio de
aprendizaje de maniobras ilegales.
En relación a este estudio, si bien la
familia y los hijos son temas de conversación entre los presos, por lo general
se mantienen en la privacidad apareciendo sólo en el diálogo con quienes se
tiene un contacto más personal y fluido.
La incertidumbre es el factor que más
se acusa respecto a las condiciones y vivencia de la persona que se encuentra
privada de libertad, y se ve agravada por varias situaciones; 1) que muchos de
los reclusos aún no han recibido condena, es decir, no saben hasta cuándo deben
estar en prisión; 2) que los procedimientos para la obtención de comisiones o
posibilidades de educación no están claras; 3) los riesgos que corre a partir
de las normas codificadas entre los propios reclusos; y 4) por la situación de
separación de la familia, estructurando y desestructurando la cotidianeidad de
la relación.
2.2.4. Acerca del espacio de la visita
carcelaria
Se hará referencia exclusivamente a los
aspectos vinculados a la visita de los niños y niñas al recinto carcelario,
teniendo en cuenta que los días de visita son cuatro a la semana y las PPL y
sus parejas cuentan con la posibilidad de visitas especiales, la visita conyugal.
Si bien en este estudio trabajamos con
quienes reciben visitas, podemos indicar, por los datos de la última semana,
que la concurrencia a la misma por parte de los hijos/as fue muy baja respecto
al número de hijos/as estimado que tienen las PPL. Menos del 5%, aumentando de
un 8 a un 10% entre quienes están recluidos por primera vez. Las visitas de los
niños/as al recinto se concentran en su mayoría los fines de semana, debido a
que la mayoría son escolares y no existe la posibilidad, durante los días de
semana, de visitar al padre, debido al tiempo que deben invertir cada vez que
van al centro carcelario. Los padres manifiestan que existen dificultades
económicas, para asistir a las visitas a las que se suman las grandes
distancias que separan a la cárcel de los lugares de residencia familiar.
Otro dato a destacar son los criterios
de seguridad y procedimientos de revisación para entrar al recinto, varían
según el día y la guardia, lo que incrementa la incertidumbre durante la
espera, que es entre una y tres horas.
En el recinto no existen lugares
adecuados para la recepción de los niños/as; por el contario las condiciones
edilicias son adversas para la circulación (mesas y bancos de hormigón), el
juego, la intimidad familiar, y la higiene (baños rotos y en malas condiciones
de higiene), lo que se corrobora en las entrevistas con los padres, las madres
y nuestras propias observaciones. Las actividades que desarrollan con sus
hijos/as son, compartir la comida y los juegos de pelota en el patio, resultando
muy difícil establecer otras modalidades de encuentro. En este sentido, los
propios entrevistados proponen la necesidad de organizarse y recibir apoyo para
la construcción de una plaza de juegos en alguno de los patios.
La visita carcelaria es entendida como
un espacio de intimidad del círculo familiar, existen “códigos” entre los
propios reclusos que respetan esa privacidad. Por lo tanto, la visita pasa a
ser un momento de encuentro entre los integrantes de la familia y de
aislamiento y separación de los otros reclusos. Estos círculos se abren
precisamente por la presencia de los niños, que en varias ocasiones interactúan
y van a jugar con otros niños.
De todas maneras podemos concluir que,
a pesar de todos estos elementos adversos y limitantes, el momento de la visita
es vivido tanto por las parejas de los PPL, como por sus hijos/as como una
instancia muy significativa que es esperada por toda la familia. Se rescata el
juego y el encuentro a pesar del sufrimiento que la situación de cárcel trae
aparejado y las condiciones en que se desarrolla.
2.2.5.
Vínculo afectivo entre padres e hijos/as
En general, los/as niños/as
entrevistados recuerdan la relación con sus padres en el pasado como buena, de
la misma manera que la describen en el presente y la proyectan hacia el futuro.
Esto representa una fortaleza para los/as niño/as, desde donde podría
propiciarse el mantenimiento y el fortalecimiento del vínculo afectivo con sus
padres, aportando elementos para transitar el quiebre que representa para
los/as niños/as dejar de ver cotidianamente a su padre “de un día para el
otro”.
Se puede plantear este vínculo afectivo
entre padres e hijos/as como una oportunidad de relacionarse que rescata las
características más positivas de los reclusos, de disfrute, juego y creación.
La visita se transforma en un espacio donde dar y recibir afecto a pesar de las
circunstancias y en sí mismo un otorgador de sentido. El juego es para los/as
niños/as uno de los elementos más destacables de la relación con su padre, lo
cual surge con fuerza en las entrevistas como puente de comunicación motivador
del encuentro.
La percepción que tienen las madres de
los niños/as sobre el vínculo entre los padres e hijos/as es, por un lado de
relaciones estrechas, de padres que ocupan un lugar muy importante para el
núcleo familia; es un padre que cuida e incluso protege a sus hijos y que los
espera de una manera especial y con mucha expectativa cada domingo. Por otro
lado se dan situaciones en que la vinculación es muy difícil de caracterizar linealmente
como satisfactoria o insatisfactoria ya que depende de cómo fue la vivencia del
padre durante la semana en la cárcel la que determina la manera de establecer
el vínculo (en un caso en particular se explicita una situación vinculada al
consumo de droga por parte del padre).
Otro aspecto a resaltar es que en
algunos casos las parejas y los/as niños/as de las PPL, identifican la
tendencia que tienen éstos, a establecer menos límites a sus hijos/as. Se
podría concluir que las PPL parecen necesitar no generar ningún tipo de
conflicto ni frustración en sus hijos, pues el hecho de estar privando a sus
propios hijos de su presencia cotidiana les genera mucho dolor, por lo que se
tornan más permisivos con ellos. Para las madres esto se torna conflictivo ya que
luego es difícil de manejar en la cotidianeidad con sus hijos, generándose
además en los/as niños/as una disparidad en cuanto a los mensajes que la pareja
de padres le transmite al establecer límites. Este es un punto de
vulnerabilidad afectiva y un factor de riesgo para el niño.
Las parejas de las PPL relatan síntomas
de una clara afectación en los/as niños/as a partir de la situación de cárcel
de sus padres, tales como la presencia de angustia, la falta de atención y
concentración, dificultades de aprendizaje y agresividad. En relación a esto,
ellas presentan también un alto monto de angustia frente a la ausencia del
padre-compañero en el núcleo familiar y respecto de las estrategias que han
tenido que desarrollar para continuar sosteniéndose a nivel económico y
emocional con sus hijos/as. Dada la centralidad de este punto, creemos
importante continuar problematizando e investigando en este sentido ya que
naturalmente las herramientas utilizadas en esta primer exploración no permiten
indagar de manera exhaustiva este tema.
Así como es habitual que los niños y
niñas recuerdan una buena relación con sus padres antes de ser privado de
libertad y rescatan características positivas en la relación actual con su
padre, existe una distancia notoria entre el relato de los niños/as sobre el
estado de ánimo de sus padres y la realidad del momento de la visita y los
contenidos que se pueden interpretar de las expresiones gráficas. Estas dan
cuenta de una ruptura con aquel discurso tan positivo y expresan el shock emocional
generado al dejar de vivir repentinamente con su padre. Esto se corrobora en el
discurso de sus madres, que a su vez manifiestan que el aumento de las
conductas agresivas es un síntoma habitual en los niños. Los relatos de los
padres PPL, coinciden con las expresiones simbólicas de los niños y niñas, en
los que prevalece la sensación de soledad y tristeza.
Existen situaciones de ambivalencia
cuando se refieren a la conveniencia o no de que los niños/as visiten a sus
padres presos, tanto por parte de los padres como de las parejas de éstos. Por
un lado el padre que siente la necesidad de ver y encontrarse con sus hijos
como algo vital y que lo anima, y por el otro el reusarse a ser visto en esa
situación y en esas condiciones. También las madres de sus hijos/as se
enfrentan a un dilema similar ya que existe por un lado la necesidad de no
perder el contacto y por otro lado un rechazo manifiesto a concurrir con más
asiduidad a la visita ligado a las bajas expectativas que tienen respecto a la
posibilidad de cambio en el padre. El vínculo de éste con los niños/as, depende
en gran medida, de la decisión de la madre, tanto en lo reglamentario (solo
pueden ir con ellas o con un poder que ellas cedan a otro adulto) como en lo
material (recursos).
Si bien lo más común en los primeros
tiempos, es decirle a los niños/as más chicos que sus padres se encuentran
trabajando en vez de informar sobre la encarcelación, esto se hace difícil de
mantener tanto por parte de los padres como de las madres, ya que los hijos cuestionan
mucho acerca de los motivos por los cuales no viven con sus padres, no
encontrando una respuesta satisfactoria. El argumento principal para no
informar parte de la intención de proteger al niño afectivamente, por la
vergüenza o culpa que esta situación pueda generar y además para mantener una
imagen positiva del padre.
Esto llevaría a atender dos
situaciones, una es la de los niños/as que empiezan a naturalizar la situación
de cárcel como rutina en su vida a partir de un dato que les resulta convincente
(que está en el trabajo) pero no es real (está preso); otra es la propia
reacción de los padres PPL, que manifiestan la angustia producida cada vez que
se separan luego de la visita, sin haber dado una respuesta adecuada a sus
hijos/as. Sin lugar a dudas el cómo informar a los hijos/as es la principal
fuente de preocupación, en especial para los que están hace menos tiempo en la
cárcel.
2.2.6. Sobre las expectativas de futuro
respecto al vínculo y a la reinserción social y laboral de la PPL
Respecto a las expectativas de
reinserción de la PPL a partir de los vínculos familiares establecidos, se
puede decir que la relación con las parejas y los hijos/as es para la mayoría
de ellos, la única relación con el exterior.
La relación con las parejas es muy difícil
por las bajas expectativas de reinserción social, laboral y familiar, lo que se
traduce en temores de reincidencia con el agravante, en algunos casos, del
consumo de drogas.
Igualmente en el discurso de los padres
PPL aparece con frecuencia la expectativa de reinserción, teniendo como
referencia la paternidad y el no querer que se repita con sus hijos una
situación similar a la que están sufriendo ellos. De todas maneras, se
reconocen las dificultades para conseguir nuevamente empleo dado su baja calificación
y su condición de ex-preso.
3. Discusión
3.1. Vínculo afectivo entre padre -
hijo/a. Privación de libertad y privación de paternidad
Vínculo y separación. Desde la vivencia
psicológica, Bowlby sostiene que el vínculo afectivo entre padre - hijo/a se
establece a partir de un apego primario, como una necesidad primaria que nunca
desaparece por completo, pues permanece a lo largo de toda la vida del sujeto
(lazos amorosos), lazo de afecto con las figuras parentales, tanto con la madre
como con el padre, no reductible al sexo (Bowlby, 1980). Si bien podemos
afirmar que no desaparece, este lazo adquiere nuevas características a partir
de la privación de libertad, en este caso del padre, que lleva a la separación,
irrumpiendo en un principio abruptamente en la cotidianeidad y estructurando
una nueva forma de relación.
Siguiendo a Perez Guadalupe (2000) la
realidad carcelaria se construye socialmente, desde lo que pretende la
institución formalmente a través del mecanismo de privación de libertad para
generar un cambio en las personas a partir de una situación de castigo,
despojando a la persona de su rol (de delincuente), y de aquello que lo
contamina (entorno), separando al individuo actor de sus actos (el delito),
provocando una tensión “despersonalizante”. Iniciando así lo que Clemmer llamó
el proceso de “prisionización” (Clemmer, 1940). Sin lugar a dudas el vínculo
padre - hijo/a es afectado por este proceso, en la medida que también separa a
la PPL del rol de padre, del entorno familiar (contaminante o no) y por tanto
de sus hijos/as y también se le priva de los actos propios de sus
responsabilidades de padre. Esta tensión “despersonalizante”, provocaría
situaciones de ambivalencia tanto en la PPL como en sus hijos/as, que van más
allá del encuentro semanal que establecen. El mantenimiento del vínculo a
través de las visitas aparece en el discurso de los presos como especialmente
importante, tanto como contacto con el mundo exterior como por su condición de
padre como marca de identidad, aunque, como ya se dijo, aparece un discurso
ambiguo en cuanto al sentimiento de angustia que les provoca ser vistos por sus
hijos en las condiciones actuales de privación de libertad. En cuanto a los
hijos/as, la vivencia también es de necesidad y disfrute del encuentro, aunque
la manifestación afectiva más profunda sea de tristeza y angustia por la
situación de sus padres, y en algunos casos sin contar con la información real
sobre la misma.
En el informe “De paternidades y
exclusiones”, citado antecedentemente, encontramos una analogía de resultados
en cuanto a la percepción sobre la identidad de ser padre, según lo cual, “la
identidad de padre adulto se visualiza con claridad en la cotidianidad,
organizada en torno a actividades, responsabilidades, sufrimientos, momentos
gratificantes y anhelos, que se hallan en una estrecha relación con el
cumplimiento de las funciones de padre. La condición de padres, para nuestros
entrevistados, opera como un estructurador de la cotidianidad y resulta
relevante para su vida y su identidad” (Güida et al. 2007). En el caso de las
PPL y sus hijos/as el proceso de estructuración y desestructuración de la
cotidianeidad es vivenciado cada vez que se da el encuentro, lo que genera otro
punto de tensión. La pérdida de la cotidianeidad que intentan recuperar en los
ratos de visita, adquiere mayor significación por las propias condiciones de la
visita.
Otro punto de tensión a analizar es la
difícil situación de la mujer madre de los hijos/as de la PPL, en la cual recae
la responsabilidad de favorecer o no el encuentro paterno-filial. Uno, por
factores reglamentarios y otro, por el poder conferido a la madre para decidir
discrecionalmente, respecto a dejar o no que su hijo/a se encuentre con su
padre PL, por razones que en alguna oportunidad atañen al vínculo de pareja y a
infringir un “castigo” al padre impidiendo que vea al hijo/a -según lo
expresado en los talleres, por algunos de los padres no visitados por sus
hijos-.
3.2. ¿Cómo se informa a los niños sobre
la situación de la PPL? ¿Qué recursos se utilizan para informar?
La información que se brinda a los
niños/as es otro nudo de la cuestión, ya que genera una situación ambigua tanto
en los padres y madres, como en los propios niños/as. Por un lado se asocia a
un sentimiento de vergüenza, principalmente de parte de la PPL y por el otro,
surge el temor a la discriminación que pueda experimentar el niño/a. El
ocultamiento, la desinformación e incluso la negación de los sentimientos
adversos que produce, no contribuye a la comprensión de la situación ni en los
niños/as, ni en la pareja de padres, aumentando el nivel de incertidumbre y
vulnerabilidad que provoca la situación, que podría llevar a la pérdida de la
confianza en sus padres por parte del niño o en la activación de representaciones
que produzcan el surgimiento de un sentimiento de culpa en sí mismos. Esto le
restringiría las posibilidades a la familia de encontrar herramientas para el
entendimiento, la reflexión y la elaboración del proceso, en medio de tanta
privación, que no sólo es la de la libertad del padre. A través de las
entrevistas con las parejas de las PPL, se puede decir que esto ocurre
principalmente por la falta de herramientas de la pareja de padres para
enfrentar sorpresivamente (en casi todos los casos por el carácter primario de
los delitos) la situación de privación de libertad y para su comunicación a los
hijos/as.
Surge entonces la pregunta, si existen
recursos o sociales dentro o fuera del ámbito penitenciario que atienda esta
situación y no se encontró, en la actualidad, ninguna propuesta organizada al
respecto. Podría ser muy beneficioso trabajar esta temática con la pareja de
padres, para acompañarlos en un proceso tan complejo como es explicar y
explicarse, de una manera lo más sana posible, la irrupción de los sucesos que
están viviendo. Este punto es uno de los que lleva a plantear la necesidad de
que exista un servicio que acompañe este proceso, que pueda controlar los
efectos de la separación, promover las alternativas que permitan mantener el
vínculo y especialmente, minimizar los costos emocionales y sociales que toda
esta situación provoca en el niño/a.
3.3. Condiciones de la visita
carcelaria
El mismo estudio sobre paternidades
excluidas al que se hizo mención anteriormente, señala que, “si no existe
convivencia con sus hijos/as, el varón no ejercerá su rol paterno, por lo cual
su autoridad no será reconocida ni por ellos ni por la madre. A partir de esta
situación, es posible observar cómo la autoridad paterna trasciende lo
consanguíneo para inscribirse en las relaciones de convivencia” (Güida, et al.,
2007). La conveniencia o no de salvaguardar el rol paterno en estas
condiciones, es lo que se pone en juego para las PPL, y lo que marcaría las
diferentes formas de reaccionar ante el encuentro con sus hijos/as durante la
visita.
Sin lugar a dudas este espacio se ve
ampliamente influenciado por los procesos de institucionalización que afectan
la vida de las PPL en la medida que, más allá de las leyes y convenciones que
puedan establecerse, existen reglamentaciones y condiciones propias acordes al
tipo de institución que es la cárcel (Goffman, 1961; Clemmer, 1940).
En primer lugar se observa que no
existe una reglamentación diferencial para la visita de adultos y de niños/as,
en cuanto al sometimiento de controles por parte de la guardia. Si bien se
inscribe dentro de lo esperado por quienes asisten a las visitas, quienes lo
tienen naturalizado, las condiciones en que se establecen estos controles
(reconocidos como invasivos de la persona, además de los tiempos que
requieren), no favorecen el encuentro entre padres e hijos/as. Este proceso de
habituación o habitus (Bourdieu en Montero, 2004), permite enfrentar la vida
cotidiana, haciendo de la situación adversa “la manera natural de ser y de
hacer en el mundo, como si fuese parte de la esencia misma de las cosas”
(Montero, 2004). Si bien no es la única naturalización indicada (ver lo
planteado en apartados anteriores), este aspecto se convierte en un nuevo punto
de tensión que se establece a partir de la privación de libertad en relación a
los vínculos paterno-filiales. Nuevas preguntas surgen a partir de esto: ¿Cómo
se desnaturalizan ciertas prácticas y prerrogativas para la visita de niños/as
a las cárceles? ¿Qué consecuencias tendría para este tipo de institución
establecer prácticas menos invasivas en estos casos?
Otro aspecto importante que se
establece en las condiciones de la visita carcelaria, son las condiciones
físicas en que se da el encuentro. En relación a la población y el
establecimiento estudiado, queda claro que no existen espacios físicos que
favorezcan el desarrollo de contenidos, sean lúdicos, recreativos, o que
habiliten compartir el encuentro familiar con los niños/as. Sumado al
hacinamiento o como consecuencia del mismo, las condiciones mínimas de higiene
no se cumplen en este lugar (otra naturalización a la que tanto las PPL, sus
madres y los niños/as se encuentran habituados). Parece importante señalar la
poca diversidad de contenidos y actividades (socio pedagógicas, juegos, etc.)
que pueden realizarse durante la visita, entre otras cosas por la falta de
espacios adecuados.
Un aspecto que se encontró favorable de
las condiciones en que se da el encuentro con sus hijos/as, es que este se
establece protegido del llamado proceso de “presonización” (Pérez-Guadalupe,
2000), ya que las familias intentan aislarse de las condiciones adversas
imperantes en el establecimiento, a través de la organización informal que se
da a partir de las características de los reclusos y el vínculo entre internos
y sus vivencias. El círculo de relación se cierra entre quienes se ha
establecido una relación de confianza, al menos, aquellos padres que reciben a
sus hijos/as, mantienen salvaguardado este espacio.
Igualmente quedan pendientes muchos
aspectos vinculados a cuáles deberían ser las condiciones apropiadas para el
encuentro entre padres privados de libertad y sus hijos/as ya que esto depende
de muchos factores que deberán ser estudiados, como los de infraestructura,
seguridad, capacitación y profesionalización del personal, etc.
3.4. Hijos/as, víctimas secundarias de
la privación de libertad del padre
Consideramos victima secundaria a
quien(es) reciben un daño indirecto a partir de una situación en la que no han
tenido parte. En este caso se considera la situación de privación de libertad
de un padre, afectando las vivencias y el desarrollo de su hijo/a.
En primer lugar la victimización
secundaria refiere a la que produce la necesaria intersección entre un sujeto
(en esta caso el niño/a) y el complejo aparato jurídico penal del Estado que
lleva a la encarcelación de su padre Esto conlleva a la separación forzada del
padre y sus hijos/as sin que el niño/a mantenga una intervención directa en la
misma, disminuyendo las posibilidades de comprensión del hecho. Esta situación
asociada a edades más tempranas se agudiza. La imposibilidad de convivencia y
por ende, de compartir una cotidianeidad organizada en torno a actividades,
responsabilidades, sufrimientos, momentos gratificantes y anhelos, sin duda
afecta la representación subjetiva del hijo/a respecto al rol paterno como
estructurador de su identidad. Si bien no se trata de una separación
permanente, sí requiere, especialmente de parte del niño/a un esfuerzo
cognitivo y afectivo importante en el momento de estructurar y desestructurar
esa cotidianeidad trasladada a los espacios de la visita, meta que si no logra
alcanzar provocaría una ambivalencia entre el contenido manifiesto de
satisfacción por el encuentro, y el latente de angustia y frustración.
Otro aspecto de la situación, que no
tiene una directa referencia al asunto legal y jurídico sino a las condiciones
en que se establecen los encuentros padres -hijos/as dentro de la cárcel, es el
espacio de visita y sus características, ya que varios aspectos tienen relevancia
en este sentido afectando al niño/a. Por un lado lo que tiene que ver con la
gestión que implica el poder concurrir e ingresar al establecimiento para
visitar a la PPL. En este sentido, las distancias desde los barrios de
residencia y la situación económica familiar de pobreza, se plantea como el
primero de los escollos a superar, esto implica en el niño/a, un esfuerzo
físico y mental muchas veces desmotivador. Además se suman las largas esperas
que acortan el tiempo de encuentro con el padre, restringe los contenidos del
mismo y en ocasiones, inhibe la manifestación de sentimientos. Por otra parte,
al ingresar al establecimiento la revisación físico-corporal afecta
particularmente a los hijos/as en la edad de la pubertad y adolescencia.
Cabe reflexionar sobre todos estos
aspectos, en la medida que lejos de ser experiencias de cotidianeidad familiar,
adquieren un contenido significativo para los niños y niñas en desarrollo, y
por lo tanto actúan como aprendizajes que se incorporan a sus vidas. En la medida
que estas situaciones adversas se naturalizan tempranamente, irían generando
una forma distorsionada de ver el mundo a partir de esas experiencias y
vivencias (Montero, 2004), en las que la invasión del espacio personal es
natural, el ocultamiento o no compartir sentimientos o expresar contenidos de
dolor, carencia, angustia y soledad, se establecen como mecanismos habituales
para hacer sentir mejor al ser querido y a sí mismos.
Finalmente, es importante lo que
lateralmente surge a partir de este estudio, que es la estigmatización del
niño/a por extensión de la que ya se produce en torno a su padre por su
condición de preso. Sin duda es un daño mayor e indirecto las representaciones
sociales que se establecen a partir de esta situación, marcadas fuertemente por
el prejuicio (Rodriguez,1996), que puede llevar a la discriminación, afectando
sus derechos básicos y las consecuencias que ello tiene. El niño/a comúnmente
se encuentra inhibido de manifestar la situación que vive respecto a su padre
privado de libertad, aunque en algunos casos pueda provocar un comportamiento
reivindicativo y desinhibido, en el que el padre preso aparece como una “figura
modelo” en el esfuerzo por mantener la figura modélica del padre. El
profundizar en estos aspectos permitirá comprender cómo los procesos sociales
de representación (prejuicios, estigmas) se encarnan como procesos individuales
y cómo el estigma y el prejuicio pueden ser aprehendidos por el sujeto (en este
caso el hijo/a) y adoptados como actitud de vida (Marín-Baró, 1998).
3.5. Paternidad y delito. Paternidad y
expectativas de cambio
En el presente trabajo, la vinculación
entre la paternidad y la situación actual de la PPL, se analiza a partir de la
percepción que tienen estas personas del antes de la comisión del delito y
privación de libertad y de las expectativas respecto al futuro inmediato al
egreso de la cárcel, luego de cumplir la pena.
En primer lugar, se pudo encontrar que
la comisión del delito va unida a múltiples factores, algunos internos, como la
capacidad, el nivel educativo, la motivación y las características de
personalidad. Otros son factores externos facilitadores de la conducta
delictiva, tales como, la situación económicamente empobrecida, el acceso o
pertenencia a los círculos de delincuencia y también opera fuertemente en la
historia de vida de estos jóvenes la segregación residencial como proceso que
se ha venido desarrollando en los últimos treinta años en Uruguay y
especialmente en la ciudad de Montevideo. Los actuales procesos de concentración
espacial de la pobreza son más proclives que los del pasado a generar
situaciones de aislamiento entre las clases y de vulnerabilidad a la exclusión
social” (Kaztman & Retamozo; 2005) Los barrios de procedencia de estos
jóvenes coinciden con los barrios “receptores” en los procesos de segregación
de Montevideo. Resultó particularmente de interés, comprender cómo estos
factores actúan en la intencionalidad de la acción de las PPL y en qué medida
ésta se aplica a su condición de padres.
Fuller (2002) propone como una de las
dimensiones de la paternidad pública: “proveer a la familia de recursos
materiales y simbólicos obtenidos en la esfera laboral”, asimismo, “se percibe
cómo la autoridad paterna declina si el rol proveedor no se ejerce de acuerdo a
las expectativas familiares” (Güida et al. 2007). En los sectores sociales más
empobrecidos la función de los varones está centrada en el rol de proveedor. De
aquí se deduce que cuanto menores son los ingresos y más comprometida se
encuentra la capacidad de proveer -dada las limitaciones impuestas por el
contexto y la estructura de oportunidades-, mayor es el impacto negativo en la
autoestima de los varones, así como en la relación con su pareja, con sus
hijos/as, con su comunidad; ya sea por medio de una mayor conflictividad o por
problemas de integración.
Sin lugar a dudas la imposibilidad de
cumplir con el nivel de responsabilidad social de proveedor de la familia como
padre varón, es un motivador del delito desde una intencionalidad que se
manifiesta aun conociendo las normas sociales convencionales y justifica así la
conducta que responde a normas subjetivas que avalan la acción (Azjen &
Fishbein, 1991). Ante el riesgo de ser “condenados como malos proveedores,
irresponsables ante las instituciones socializantes y ser desplazados a un
segundo plano en relación con el mundo afectivo de sus hijos….” (Güida et al.,
2007), parece que prefieren arriesgarse al hecho mismo de ser victimarios y
como tales “candidatos” a la condena y privación de libertad, situación en la
que se encuentran actualmente.
Por otro lado sus expectativas en
relación a la paternidad es poder viabilizar que sus hijos/as no vivan lo que
ellos han vivido, ni cuando eran niños y mucho menos, su realidad actual. De
ahí que los padres que formaron parte de este estudio, encuentran que la
concurrencia y participación de sus hijos en la escuela les permitirá adquirir
habilidades y destrezas que, en muchos casos, ellos no poseen. Esto conlleva a
la idea del deber ser un buen padre más allá del rol de proveedor, función
perdida en la percepción de la mayoría de los detenidos, por lo que se
potenciaría otras dimensiones de la identidad paterna como la preocupación por
la educación, para que no termine como él, cuestionándose a sí mismo como
modelo de vida.
Este aspecto introduce las aspiraciones
de cambio y un discurso aplicable a la intensión de desistimiento (Trajtemberg
& Vigna, 2009) y coloca a la significación de los vínculos paterno-filiales
junto a las expectativas de cambio respecto a la conducta delictiva. Sin lugar
a dudas entran en juego concomitantemente, la actual situación y las
condiciones de prisión que en algunos aspectos “comparten” con sus hijos/as en
el espacio de la visita. Si bien no es nada concluyente ya que, como se dijo
antes, la comisión de delitos está ligada a múltiples factores. La relación
padre-hijo/a, se presenta como una dimensión que alienta la idea de cambio
personal, principalmente por lo que significa para la PPL estar alejado de
ellos, pero también para evitar las adversidades que supone el propio encuentro
en esas condiciones. También es bueno puntualizar que la naturalización de
estas condiciones, puede llevar a que dichas adversidades se transformen en un
estilo habitual de vivir la relación (Montero, 2004).
4. Conclusiones y reflexiones finales
En los casos analizados, en un contexto
de baja escolarización donde es muy difícil acceder a ingresos que les permita
cubrir las expectativas familiares de bienestar, la comisión de delitos parece
ser una alternativa para la provisión de ingresos al hogar. Los escasos
recursos, ligado a la tenencia de sus hijos/as actúan como elementos que
alientan la conducta delictiva, influyendo sobre el establecimiento de normas
subjetivas, que justifican su acción.
Sobre el espacio de la visita
carcelaria, si bien en este estudio se trabajó con quienes reciben visitas, se
puede indicar que la concurrencia a las mismas por parte de las hijos/as sería
muy baja respecto al número de hijos/as estimado que tienen las PPL. Esto se ve
fundamentado por varios motivos, entre ellos está el hecho de que el
establecimiento carcelario está en las afueras del departamento de Montevideo,
a distancias considerables de los lugares de vivienda de los hijos/as, en
ocasiones es por la voluntad de los propios presos que no consideran bueno que
los hijos/as los visiten, o es por la voluntad de los niños/as y puede ser
también especialmente por la voluntad de la pareja de la PPL y madre de sus
hijos/as, quien ejerce el principal poder de decisión al respecto.
La revisación de acceso a la cárcel a
la cual se ven sometidos los niños/as, aparece como una situación bastante
naturalizada, tanto por ellos como por sus madres, no tanto para los padres
privados de libertad, dado que, en ocasiones los visitantes deben pasar por
revisaciones severas que implican invasión del espacio corporal.
Se puede concluir que, a pesar de todos
estos elementos adversos y limitantes, el momento de la visita es vivido tanto
por las parejas de las PPL, como por sus hijos/as como muy significativo y
esperado por toda la familia, rescatando el juego y el encuentro, a pesar del
sufrimiento que la situación de cárcel trae aparejado y las condiciones en que
se da, focalizándose en el disfrute de este tiempo.
El vínculo afectivo con los hijos/as se
plantea por parte de las PPL, como una oportunidad de relacionarse que rescata
las características más positivas de disfrute, juego y creatividad. Un lugar
donde dar y recibir afecto, y en sí mismo un otorgador de sentido a la relación
paterno-filial.
La necesidad de no generar ningún tipo
de conflicto ni frustración en sus hijos torna a las padres privados de
libertad más permisivos con ellos, generando en los niños/as una disparidad en
cuanto a los mensajes que la pareja de padres transmite al establecer límites.
Este es un punto de vulnerabilidad afectiva y un factor de riesgo para el niño.
Será importante continuar problematizando e investigando en este sentido, ya
que naturalmente las herramientas utilizadas en esta primer exploración no permiten
indagar de manera exhaustiva este tema.
Sin lugar a dudas el cómo informar a
los hijos/as de su situación, es la principal fuente de preocupación para los
padres, en especial para los que están hace menos tiempo recluidos. La
ambigüedad y a veces la distorsión de la información, llevaría a que los
niños/as empiecen a naturalizar la situación de cárcel como rutina en su vida a
partir de un dato que resulta conveniente (para evadir la angustia o la
incomprensión) pero no real. Por otro lado, en los padres privados de libertad
se incrementa la angustia producida cada vez que se separan luego de la visita
sin haberle dado una respuesta coherente y adecuada a sus hijos/as.
Esta exploración permite dar cuenta de
varios aspectos contextuales y situacionales que afectan la vivencia de las PPL
y por tanto, de la manera en que establecen los vínculos. La situación de
hacinamiento, los bajos niveles de escolaridad y la precariedad en el trabajo
formal de las PPL, es lo que caracteriza a la población indagada en este estudio.
En la actualidad no existen dispositivos dentro de la cárcel para estimular la
concurrencia a los servicios educativos, en cambio sí aparecen obstáculos
diversos que desalientan esta posibilidad, tanto para la accesibilidad
(características de las propuestas y mecanismos de inscripción), como de
asequibilidad (recursos personales, vinculares y materiales para seguir las
propuestas). También se plantean dificultades para el acceso a actividades
laborales dentro del recinto, existiendo desconfianza por parte de las PPL
acerca de los criterios utilizados en la selección que se hace de quienes
pueden realizar tareas.
Respecto a la situación de
hacinamiento, en la mayoría de los casos estudiados, no parece impactar
negativamente a estos jóvenes, naturalizando esta situación, muchas veces
planteada como similar a cuando no estaban presos, dando cuenta de la situación
socioeconómica de la que provienen.
Se pudo constatar que los jóvenes
primarios que comparten espacios con otros más experimentados en las actividades
delictivas, son desalentados por éstos últimos para participar en actividades
que promuevan la reinserción social (educación, trabajo) y en algunos casos
incluso, la convivencia con ellos actúa como espacio de aprendizaje de
maniobras ilegales, según lo que los propios jóvenes primarios manifiestan.
Las condiciones y vivencias de las
personas que se encuentran privadas de libertad, experimentan una gran
incertidumbre respecto a su presente y su futuro, adoptando una posición
defensiva en forma casi permanente. Esta situación se puede originar porque
varias de las PPL no han recibido condena, es decir no saben hasta cuándo
deberán estar en prisión; y además los procedimientos para la obtención de
comisiones o las posibilidades de educación, no están claras. Se añaden los
riesgos que corren a partir de las normas codificadas entre los propios
reclusos; y por supuesto, no se puede dejar de considerar la situación de
separación y alejamiento del hogar y por ende, la estructuración y
desestructuración de la cotidianeidad de las relaciones familiares.
Como se plantea en estas conclusiones,
la vivencia carcelaria significa para todo el sistema familiar y especialmente,
para el que se establece entre padre e hijo/a, una experiencia que en
principio, opera como aprendizaje de shock y que paulatinamente se incorpora
como aprendizaje de mantenimiento a partir de la habituación y la
naturalización (Montero, 2004), dando poco margen al cambio de actitud (Botkin
et al., 1979). Estos procesos se ven incrementados por el alto nivel de
incertidumbre y por lo tanto de angustia provocada por, la desinformación
(sobre las penas judiciales), la discrecionalidad y poca claridad en los
criterios para sobrellevar la condena siendo parte en comisiones para el
trabajo o en la actividad educativa, los propios procesos y procedimientos
“presonizantes” (Perez-Gaudalupe, 2000) que surgen de los códigos internos de
los reclusos y obviamente, la falta de una comunicación fluida y en muy pocas
ocasiones frecuente, con la familia.
En este sentido, sin duda, el abatir
las fuentes de incertidumbre debería ser, el primer paso de intervención sobre
una población cada vez más vulnerada, con pocas esperanzas de cambio. Reflexión
que vale tanto para las PPL como para sus familias.
En cuanto a la temática central de esta
exploración, se considera que el abordaje del quiebre ocasionado con lo social
a partir del delito cometido, que muchas veces trasciende los vínculos
familiares, requiere de intervenciones socio- pedagógicas que se ocupen de restablecer
positivamente esos vínculos. Dichas intervenciones podrían ser un elemento de
base a tener en cuenta a la hora de generar y reflexionar en torno a las
posibles políticas de mejoramiento de los espacios de visita, así como de
habilitación e inserción social. La familia y especialmente el vínculo afectivo
que establecen padres e hijos, puede representar un espacio privilegiado para
trabajar.
En este sentido, ya que no existe un
espacio para acompañar a padres y madres en la búsqueda de herramientas conjuntas
para transmitir a sus hijos/as qué pasó, la creación de servicios técnicos que
se ocupen de este acompañamiento, se evidencia como necesaria para minimizar
los costos sociales y psicológicos que esta situación provoca en los niños/as y
así lograr procesar el antes, el durante y el después de la cárcel.
Este es un punto importante que se tomó
en cuenta a la hora de ofrecer una propuesta para la segunda etapa de este
proyecto, en la que se plantea la transformación de los espacios vinculares.
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Para citar este artículo:
Techera, J., Garibotto, G. &
Urreta, A. (2012). Los “hijos de los presos”: vínculo afectivo entre padres
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Ciencias Psicológicas VI (1): 57-74.
© 2013
Prensa Médica Latinoamericana
Av.
8 de Octubre 2738
Montevideo
- Uruguay. CP 11600.
Telefonos:
(598) 2487 2717 int. 450 o int. 337
cienciaspsi@ucu.edu.uy
Formato Documento Electrónico (ISO)
TECHERA, José; GARIBOTTO, Giorgina y URRETA, Alejandra. Los hijos de los presos: vínculo afectivo entre padres privados de libertad y sus hijos/as. Avances de un estudio exploratorio. Cienc. Psicol. [online]. 2012, vol.6, n.1 [citado 2013-06-11], pp. 57-74 . Disponible en: <http://www.scielo.edu.uy/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1688-40942012000100006&lng=es&nrm=iso>. ISSN 1688-4094.
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